"Reclamamos por los derechos de nuestra madre tierra ¡basta de incendios, basta de expandir la frontera extractivista, basta de monocultivos que contaminan nuestro suelo y envenenan nuestro aire¡ No hay futuro sin un cambio de modelo económico, un modelo que proteja nuestra naturaleza, nuestro lugar común de sueños y esperanzas", señalaron en el texto leído en el predio Multieventos de Concepción del Uruguay (Entre Ríos) por parte de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia.
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Entre otros puntos resaltaron que "la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha resuelto abrir el caso del atroz femicidio de Flavia Schiavo".
Tras la lectura actuó Víctor Heredia con su repertorio.
Ver todo el acto en este link de You Tube.
El texto lo reproducimos a continuación:
Documento único de la Comisión MVJ
Nos encontramos aquí nuevamente, como siempre en esta fecha, esta vez a 45 años del golpe genocida del 24 de marzo de 1976. Nos trae como cada 24 de marzo el deber de memoria, verdad y justicia. El pasado nunca pasa, el pasado deja huellas: así, las consecuencias económicas, políticas y sociales de la última dictadura cívica militar las padecemos hasta hoy.
Los organismos de derechos humanos mucho han tenido que ver en nuestra historia reciente, en el afán de justicia, en el ejercicio de la memoria, en la búsqueda de la verdad. El camino ha sido arduo, doloroso, muchas veces solitario, pero también solidario. Madres, abuelas, hijos de nuestros compañeros desaparecidos y desaparecidas, su capacidad de resistencia, organización y lucha, es inseparable de nuestra democracia, la que logramos recuperar a partir de 1983.
Sostenemos la urgencia de una profunda reforma del poder judicial, que sigue atravesado por un paradigma patriarcal, racista y clasista.
Ya ha sucedido en otros momentos y con otros u otras referentes de nuestros organismos de derechos humanos: pero hace poco, una de las más destacadas, la querida Estela de Carlotto, fue víctima de una siniestra amenaza: se depositó una bolsa mortuoria con su nombre frente a la Casa Rosada. Repudiamos esa atrocidad y exigimos que los responsables sean llevados ante la justicia.
No es casual ni la primera vez que ocurre y seguramente no será la última: el vasto movimiento de los derechos humanos en nuestro país ha sido y es un gran laboratorio democrático, inseparable de las luchas de nuestro pueblo por mejores condiciones de trabajo, por mejor acceso a los derechos, por una existencia digna. Los poderes concentrados, los mismos de ayer, lo saben. Y por ese motivo nos atacan.
Este año de pandemia ha sido un desafío para todos y todas: así como celebramos la acción solidaria de médicos, enfermeros, docentes a lo largo y ancho del país, los organismos de derechos humanos vemos con preocupación el accionar represivo de algunos sectores de las fuerzas policiales en distintas provincias y circunstancias.
Insistimos en que las fuerzas de seguridad deben actuar siempre en el marco de la ley y respetando la garantía irrestricta de los derechos humanos. Esos hechos policiales -que incluyeron un acto amenazante hacia el propio presidente de la nación en la quinta de Olivos- deben ser investigados y sus responsables deben ser sancionados.
En algo que nos toca de cerca como comunidad uruguayense, queremos mencionar un hecho de enorme trascendencia: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha resuelto abrir el caso del atroz femicidio de Flavia Schiavo, ocurrido en nuestra ciudad en 1999. Esperamos y reclamamos que al fin se haga justicia, que los responsables judiciales de la impunidad durante décadas sean investigados, que los responsables criminales sean detenidos y que toda la trama de complicidades que rodea este terrible caso sea puesta al descubierto.
En este año de pandemia han seguido creciendo los femicidios: junto al gran movimiento feminista y de mujeres en lucha seguimos gritando y exigiendo NI UNA MENOS, por la memoria de todas las jóvenes asesinadas.
Sostenemos la urgencia de una profunda reforma del poder judicial, que sigue atravesado por un paradigma patriarcal, racista y clasista. Mientras tanto, es necesario que se cumpla con la ley Micaela, es necesario que el tema se trabaje en nuestras escuelas, es imprescindible que el estado provea de todos los recursos necesarios para que esta ola criminal se detenga.
En medio de tanto dolor hay algo muy importante para destacar: la promulgación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, una ley de salud pública que ya no podía postergarse más, un triunfo del movimiento feminista y de todos quienes creemos que la igualdad y la libertad, como decía Eduardo Galeano, son hermanas inseparables.
A 45 años del golpe, seguimos buscando el buen vivir para nosotros, para nuestros hijos y nietos: reclamamos por los derechos de nuestra madre tierra ¡basta de incendios, basta de expandir la frontera extractivista, basta de monocultivos que contaminan nuestro suelo y envenenan nuestro aire¡ No hay futuro sin un cambio de modelo económico, un modelo que proteja nuestra naturaleza, nuestro lugar común de sueños y esperanzas.
Finalmente, saludamos el renacer de nuestra patria latinoamericana en la anulación de las causas contra Lula y en el regreso de la institucionalidad en Bolivia, luego de un cruento golpe de estado contra el gobierno de Evo Morales Ayma.
Hoy es una noche muy especial para nosotros y para nuestra ciudad: tenemos aquí a un artista extraordinario y comprometido, que ha acompañado desde siempre las luchas por memoria, verdad y justicia, él mismo y su familia víctimas del terrorismo de estado.
Gracias Víctor por acompañarnos, gracias a la Municipalidad de Concepción del Uruguay y a la Dirección de Derechos Humanos que han hecho posible este evento.
Por tu hermana María Cristina y su compañero Claudio Nicolás, por el sobrino que sigues buscando, junto a todos los nietos que aún falta encontrar:
“…Que nos den la esperanza /de saber que es posible / que el jardín se ilumine / con las risas y el canto/ de los que amamos tanto.
Todavía cantamos. Todavía pedimos. Todavía soñamos.”
Por los 30 mil compañeros desaparecidos ¡presentes, ahora y siempre¡
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