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Un auditorio para 450 personas, oculto a la vista de todos y en plena Peatonal

¿Alguna vez –lector, lectora– miró hacia arriba al pasar por el Bersa de la Peatonal? Si lo hace, verá el auditorio de la extinta Caja de Créditos Uruguay. Está allí, en desuso desde hace cuatro décadas. ¿Por qué no pensar en recuperarlo para la comunidad uruguayense, con cuyo dinero fue construido?

Por A.S. de EL MIÉRCOLES

En plena Peatonal Rocamora hay un auditorio para 450 personas que fue construido por la legendaria “Caja de Créditos Uruguay”, una cooperativa de créditos creada en 1965 por la comunidad uruguayense. Esa historia “está materializada en el hermoso edificio que construyó la Caja de Créditos, con dinero de argentinos manejado por argentinos, y que se eleva en la calle Rocamora y Congreso de Tucumán como ejemplo de que con el pueblo se puede. Allí está en vana espera el amplio salón auditorio para que su actual dueño se acuerde alguna vez de la cultura”.

Eso escribía veinte años atrás el recordado doctor Luis Grianta, quien fue presidente de la Caja de Créditos Uruguay, con una tristeza indisimulable porque el “hermoso edificio” y su “amplio salón auditorio” habían quedado en manos del “actual dueño” (el mismo de hoy, el Bersa, el banco privado que ejerce de agente oficial del Estado en Entre Ríos).

Es cierto. Allí, en plena Peatonal, a la vista de todo el mundo, se encuentra en la parte superior del edificio del Bersa, un auditorio enorme, con capacidad para 450 personas (es decir con mayor capacidad que el Auditorio Scelzi, que tiene 320 butacas). Olvidado, sin uso alguno por parte de la institución bancaria, se construyó a partir de 1975 junto con el edificio de la entonces Caja de Crédito Uruguay, cooperativa que a fines de esa década se convirtió en el BIC (Banco Institucional Cooperativo).

Triste historia

Es una historia triste: esa Caja nacida del esfuerzo y decisión de un puñado de activos vecinos y vecinas uruguayenses, que fue considerada modelo del cooperativismo de crédito (premiada en 1970 como “cooperativa del año” por el principal organismo del cooperativismo argentino), terminó siendo parte de un negociado por el cual quedó en manos de empresas bancarias privadas, únicamente guiadas por el lucro, que fueron la base de lo que hoy es el Bersa (agente financiero de la Provincia) en manos de un poderoso grupo privado: los Eskenazi, que lideran el ranking de argentinos que fugaron dólares entre diciembre de 2015 y 2019 (ver enlace haciendo click aquí).

Hasta hace pocos años en los cajeros del Bersa aun se podía ver la placa recordatoria del inicio de la obra del edificio de la Caja de Créditos (ver foto). Su texto decía así:

“1965-8 de febrero-1975. Caja de Créditos Uruguay Cooperativa Ltda. En su 10º aniversario incorpora a Concepción del Uruguay las bases de su nuevo edificio en concreta proyección al futuro. Fiel a los principios, doctrina y filosofía del movimiento. Adherida al Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. Pone en manos de su pueblo esta formidable herramienta como instrumento de liberación nacional”.

En marzo de 2000, en uno de los primeros ejemplares del semanario El Miércoles, bromeábamos sobre esa placa, con amarga ironía: Un cajero al servicio de la liberación. Cuando construyeron los cajeros automáticos en el Bersa Peatonal, el más chico vino con premio. En su interior quedó una placa conmemorativa, que uno puede entretenerse en leer cuando el aparato demora o se traga su tarjeta. El Bersa hoy forma parte de uno de los grupos bancarios dominantes del interior del país, vinculado al capital extranjero. La duda que queda ¿la placa y el cajero seguirán estando al servicio de la Liberación Nacional?”

Recuperar ese auditorio

Casi cuatro décadas de abandono de un lugar para la cultura, algo que (como bien decía don Luis Grianta) se construyó con el dinero de los miles de asociados uruguayenses de aquella legendaria cooperativa de crédito (en su último ejercicio como cooperativa, la Caja tenía 17.220 asociados, de la ciudad y de la región).

Lo que pasó, pasó. La Caja de Crédito Uruguay fue víctima de un sistema socioeconómico que no admite que las finanzas estén en manos de la comunidad, algo que añoraba en nuestra región el gran Alejo Peyret. La Ley de Entidades Financieras de la dictadura de Videla y Cía se ocupó de impedir la existencia de las cajas de crédito, que tuvieron que transformarse en bancos, y luego la propia dinámica del sistema financiero se encargó de liquidar a los pocos atrevidos intentos que subsistían.

Sí, es historia ya. Pero lo que no es solamente historia sino una realidad que nos desafía es ese auditorio que está allí, sin uso, sin destino alguno, en un lugar privilegiado. ¿Por qué no recuperarlo para la comunidad, a través de la Municipalidad de Concepción del Uruguay, revitalizarlo, hacerlo accesible y ponerlo al servicio de la extraordinaria panoplia de actividades culturales de una comunidad que respira arte y estudio, y a la que le vendría muy bien poseer otro espacio de semejantes características?

Fuentes:

· Luis M. Grianta, “Caja de Cŕeditos Uruguay Cooperativa Ltda.: una historia, una utopía o una realidad posible”. Publicación de la Comisión de Acción Cooperativa. Concepción del Uruguay, febrero de 2002.

· Semanario El Miércoles, número 2, 15 de marzo de 2000.

 

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