La empresa agrícola argentina Bioceres confirmó que los consumidores argentinos ya están comiendo desde 2022 en diversos alimentos el trigo transgénico HB4, pues ya hay 25 molinos que en los últimos meses vienen mezclando esa variedad modificada para tolerar la sequía con lotes de trigo convencional.
En una presentación realizada el 27 de febrero, Ezequiel Bosch, que trabaja en el área comercial del trigo genéticamente modificado cuya siembra se autorizó en la Argentina a partir de mayo de 2022, admitió que “efectivamente nosotros estamos trabajando con más de 25 molinos y hemos venido comercializando fluidamente el HB4”. Luego agregó que “para muchos molinos nos hemos convertido en un proveedor estratégico (de trigo), porque saben que tenemos calidad y que tenemos materiales desagregados”.
Un instante antes, el empresario molinero Agustín Forzani, del molino Esperanza, cercano a Santa Fe, contó que ellos han venido recibiendo el trigo de Bioceres desde el primer año que se implantó, hasta acumular un total de unas 8.000 toneladas, que procesaron y mezclaron con otros trigos. Hasta ahora, la mayor parte del cereal correspondía a la campaña 2021/22. “Hicimos todos los análisis antes de segregar el trigo y los valores fueron prácticamente iguales”, indicó el molinero, tratando de erradicar temores en la población.
Bioceres, a través de una red de productores cuidadosamente seleccionados -bajo un sistema de identidad preservada- en toda la zona agrícola, viene implantando el trigo HB4 desde la campaña 2019/20, primero con unas 6.000 hectáreas y luego con más de 50.000 toneladas. En la campaña 2021/22 el Instituto Nacional de semillas (INASE) verificó todo el proceso y contabilizó una producción de 124 mil toneladas. Lo hizo por el temor del resto de la cadena triguera a una “contaminación” de los lotes del cereal destinados a la exportación, ya que muchos países todavía no han aceptado el trigo transgénico y se corría el riesgo de perder mercados. Para evitar eso, se están realizando análisis a todos los camiones que llegan a los puertos.
Los argentinos no han tenido el mismo tratamiento. Y desde la aprobación definitiva del trigo transgénico, según admitieron en Bioceres públicamente por primera vez- el mercado local ha venido recibiendo partidas del HB4, que se han mezclado en los molinos con otros trigos convencionales para lograr calidades diferentes para cada tipo de harina. En la Argentina, a diferencia de otros países, nunca fue obligatorio identificar el origen transgénico de los granos que utiliza la industria alimentaria. Es el pecado original.
Frente a esta situación, voceros de la empresa rosarina dijeron que “nosotros vemos una clara aceptación de los consumidores de este tipo de tecnologías. Por supuesto, siempre hay minorías ruidosas”.
En la campaña actual, la 2022/23, el trigo HB4 estuvo plenamente autorizado por una resolución firmada por el ex ministro de Agricultura, Julián Domínguez. Su siembra, de todos modos, no se liberó por completo a la espera que cada vez más mercados acepten esta variedad, que sería el único trigo transgénico en el mundo. Por eso su siembra quedó sujeta a los productores seleccionados por Bioceres.
Cuando en mayo de 2022 se autorizó finalmente la siembra en el país, Bioceres informó que su intención era trabajar la industrialización de sus trigos con unos pocos molinos e incluso llegó a amagar con que será utilizado solamente para la elaboración de alimentos especiales (se habló incluso de un alfajor), para tantear la aceptación de los consumidores más jóvenes a este tipo de trigos modificados.
Se desconoce cuál fue la producción de este trigo transgénico de este año, en el que la oferta de trigo se desplomó por culpa de la sequía., El HB4, pese a haber mostrado mejor comportamiento a campo, no pudo soportar el cataclismo. Pero según los voceros de Bioceres, hay todavía una gran cantidad del cereal almacenada en silos, que seguramente seguirá alimentando la demanda de los molinos locales. Y también alimentando a muchos argentinos.
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