El fútbol argentino tiene a lo largo y a lo ancho de su historia personajes nefastos que lograron que la pelota se manche. Dentro y fuera de la cancha. En la tarde de este sábado 22 de julio suma otro capítulo vergonzoso. El cordobés Jonathan Correa fue el encargado de escribirlo.
Por J.R.D. de EL MIÉRCOLES
Fotos: EL MIÉRCOLES
Gimnasia tiene una realidad futbolística cuya responsabilidad es en gran medida propia, y tendrán puertas adentro que discutirlo para buscar caminos razonables y tomar un rumbo, pero lo de hoy va por otros carriles.
Jonathan Correa.
La labor en el segundo tiempo de la persona encargada de impartir justicia siquiera puede ser tildada de parcial, esta columna de opinión directamente podría entrar en una crónica policial y no deportiva. No fue un robo a mano armada, fue a silbato armado.
Correa se desempeñó con una eficacia fabulosa, fue al mismo tiempo el mejor como marcador central o lateral de Unión de Sunchales, impidió con su labor que este débil Lobo, siquiera a los ponchazos se acercara al arco de la visita.
No fue un robo a mano armada, fue a silbato armado.
Sistemáticamente cobró mancha de los delanteros mensanas sobre los santafesinos; inventó faltas, una de ellas es antológica: en uno de los tantos centros impotentes enviados al centro del área, la pelota pegó en el pecho del atacante del Lobo, la jueza de línea ubicada de frente -y en mucha mejor ubicación que él- gritó por el micrófono inalámbrico “¡siga, siga!”. ¿Adivine?, si…cobró mano a favor de Unión.
Una acción vale por mil palabras.
¿Tiene sentido agregar más?, si, basta colocar su nombre en el Google para encontrar innumerables protestas de distintos clubes poniendo en tela de juicio su accionar. No es nada nuevo.
Bueno, hubo un partido también. Lealó acá…"El Lobo perdió contra doce rivales"
Video: Gentileza de GB.
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