En esta columna Vanesa Leopardo desnuda cómo las políticas construyen categorías o las perpetúan (porque les sirve). O incluso cómo las palabras evidencian la resignación: políticas (supuestamente) de inclusión, que en el mejor de los casos son –apenas– de asistencia a la exclusión, que se concibe como permanente, como un inmodificable. Pero, ojo, lo importante es cómo se la nombra.
Por VANESA LEOPARDO ( Colaboración especial para EL MIÉRCOLES ).
Son tiempos en que todos somos indiscutibles sujetos sociales. La dimensión política y los Derechos se consolidan armoniosamente en el marco de preocupaciones infinitas. El abanico de cuestiones a atender es grande, tanto que se atascaría en una brecha.
Tantas cosas serias de las que preocuparse y a mí me sigue dando vueltas la enunciación. Imagino que es intencional que no exista variabilidad histórica para algunas categorías sociales. Campaña tras campaña. Se repiten idénticas. ¿Por qué donde es pobres dicen “los más humildes”?
Verdaderamente no sería preocupante si uno no supiera –más o menos a grandes rasgos– que las formas de nombrar respaldan modos de intervenir, es decir, qué hacer con eso. Psicopoder, se establecen formas de regulación y normalización de los sujetos, en parte, a raíz del modo en que nombro a las cosas, las circunstancias, preferentemente centrándome en las consecuencias.
Las políticas no son producto de las formas dominantes de concebir, es mucho más grave: las políticas son constructoras de imágenes y discursos sobre las personas (los ciudadanos) que cobran cuerpo e influyen en sus condiciones de existencia y establecen particulares formas de atención y protección por parte del Estado.
Para transferirlo a nuestra vida cotidiana sería una especie de definición de lo que sos y lo que te falta, y de lo que tengo para darte.
En lo personal, “humildemente”, creo que no son los más humildes, están en situación de pobreza, ello involucra que hay un camino que sería bueno ver para pensar que no es igual ser, estar o estar siendo. Solo hay que querer mirar.
¿No atrasa un montón pensar en educar al pobre para vivir en la pobreza? Y lo sabemos por pura experiencia nomás: en la exclusión la persona suele quedar fijada al lugar que se le asigna, más allá del tipo de exclusión de que se trate
Fijate que pobreza se convirtió en una categoría poblacional, se la utiliza prácticamente para definir a una población a la que se la llama “grupos o familias humildes o vulnerables”. Eso posibilita políticas focalizadas hacia esos grupos o familias. Políticas que nunca, nunca, nunca universalizan Derechos. Es como “te invito para cerrarte la puerta en la cara”.
Con este criterio la desigualdad sería una mera posición social y no podríamos pensarla en términos de relaciones. Cuando decimos “esto es producto de la desigualdad” no estamos dando una respuesta, por el contrario: nos hace imputables.
Repetir formas de nombrar no es saber. La respuesta única y totalizadora no es saber qué hacer con eso, ni ser efectivo en términos de producir efectos en la situación en cuestión. Sería extraordinario escuchar alguna vez una declaración pública de no saber, a alguien decir que existe vacancia en relación a tal o cual tema. Porque no saber es la única condición para la búsqueda de respuestas.
Pero en estos tiempos todo se sabe, un montón de gente intenta decir qué es lo mejor para otra parte de la humanidad y todas las situaciones se abrochan en una: los vulnerables, los más humildes, las víctimas de la desigualdad (la desigualdad y su fuerza autónoma e imparable). Una especie de “recién llego y esto ya estaba así”.
Niños en “riesgo social” ¿qué quiere decir?. Nada. Niños sin casa o en casas sin servicios básicos, recursos, equipamiento, pavimento, etc. Ahí no hay riesgo, eso es un lugar asignado de exclusión social. Entonces, ¿para producir efectos vamos a gestionar el riesgo o la exclusión?
¿No atrasa un montón pensar en educar al pobre para vivir en la pobreza? Y lo sabemos por pura experiencia nomás: en la exclusión la persona suele quedar fijada al lugar que se le asigna, más allá del tipo de exclusión de que se trate.
¿Qué significa prevención de adicciones en barrios vulnerables? Se trata de distraer a los jóvenes hacia alguna manualidad, la albañilería o el deporte porque se supone una inclinación nociva en esos barrios. No hay nada que prevenir ahí. Son de vaciamiento cultural algunos lugares, las formas de nombrar, las propuestas de gestión de las desigualdades, los talleres de prevención que llegan tarde. Desde la lógica de la disminución del riesgo ya no hay nada que prevenir, son discursos progres que producen descuidos.
La opción es fugarse de este sistema de clasificaciones en el que todos somos sujetos a prevenir hasta que se demuestre lo contrario.
¿Alguna vez la política no va a recortar una población, nombrarla, congelarla y luego proponer, por ejemplo, la gestión de la desigualdad? Seguro que sí. Pero estos tiempos nos muestran ritualizaciones que se reactivan. Una parte de la población que ofrece su modo de habitar el mundo y otra parte, más pequeña, que sabe qué hacer con eso. Ese es el encuentro.
Pero ese encuentro no resiste fugas, una especie de “hacé tu vida, pero no inquietes los moldes que supimos conseguir”.
(*) La autora de esta nota es licenciada en Trabajo Social egresada de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y magister en Salud Mental, egresada de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Docente e investigadora. Su correo electrónico es vleopardo@hotmail.com.
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