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Los dueños de la contaminación

Si de desigualdades se habla, hay una que quizás sea la más injusta. Que un puñado de multimillonarios hayan provocado la mayor proporción de contaminación frente a miles de millones de personas que lo padecen, es quizás uno de los hechos que más desnuda la desmedida ambición de poder y la inequidad en el uso de los recursos.

Por GABRIEL MICHI (*)

Y, por supuesto, sus consecuencias irreversibles que empujan a toda la Humanidad al abismo. Un exhaustivo informe presentado por la revista científica PLOS Climate demostró que el 10% más rico de los ciudadanos estadounidenses es responsable de casi la mitad de la contaminación que calienta el planeta y que está produciendo los repetidos desastres que se vienen sucediendo.

Las personas más adineradas de Estados Unidos se convierten así no sólo en unos de los mayores contaminadores de su país sino de todo el planeta. Y eso tiene que ver por ser los propietarios de grandes industrias que dañan el medio ambiente como también por sus gustos y consumos suntuarios como, por ejemplo, el uso de aviones privados o los excéntricos viajes espaciales que se han puesto de moda últimamente.

Todo eso genera un consume brutal de combustibles fósiles que, como es sabido, son la principal fuente contaminante del planeta y, por ende, responsables en gran parte de la crisis climática que atraviesa la Tierra. “El calentamiento global puede ser algo enorme, abrumador y nebuloso que está sucediendo en el mundo y sientes que no tienes control sobre eso. Uno sabe que está contribuyendo a ello de alguna manera, pero en realidad no es claro ni cuantificable”, señaló Jared Starr, científico de sustentabilidad de la Universidad de Massachusetts Amherst y autor del informe.

Para poder llegar a esas conclusiones los investigadores estudiaron enormes conjuntos de datos que abarcan 30 años. Y en el camino cruzaron, por ejemplo, información sobre complejas transacciones financieras con la contaminación por carbono que generan las compañías donde invierten estos empresarios multimillonarios. Midieron operaciones directas de las empresas como también las indirectas generadas por el consumo de lo que ellas producen. Un ejemplo: analizaron cómo la mayor parte de las emisiones de una empresa petrolera se produce cuando sus clientes queman el petróleo que extrae.

Fue como llegaron a mapear la huella de carbono por cada dólar de actividad económica en la principal potencia del Mundo y descubrieron que el 10% más rico de los EE. UU. (hogares que ganan más de 178,000 dólares), era responsables del 40% de la contaminación que calienta el planeta. Y algo más: sólo los ingresos del 1 % más rico (hogares que ganan más de 550 000 dólares) se relacionaron con el 15 % al 17 % de esta contaminación.

Así se llegó a la definición de "superemisores", principales agentes de la contaminación. Ellos representan al 0,1% más rico de los estadounidenses (vinculados a actividades como las finanzas, los seguros y la minería), que son los responsables de producir cerca de 3.000 toneladas de contaminación por carbono al año. Un verdadero despropósito no sólo por que representan frente a lo que generan el resto de los ciudadanos sino porque se estima que para poder frenar el cambio climático cada persona debería limitar su huella de carbono a alrededor de 2,3 toneladas al año. Es decir, esa mínima proporción de ultraricos de EE.UU. contaminan 1.300 veces más de lo que deberían hacerlo. “Quince días de ingresos para un hogar del 0,1 % superior generan tanta contaminación de carbono como toda una vida de ingresos para un hogar del 10 % inferior”, dijo Starr.

Como parte de los alicientes que se pueden tomar para frenar semejante situación, los autores del informe señalan que las autoridades deberían aplicar políticas impositivas para enfrentar la crisis climática. Según los especialistas, no se debe poner el foco en los impuestos al carbono sobre lo que la gente compra ya que eso “castiga de manera desproporcionada a los pobres y tienen poco impacto en los extremadamente ricos”. Los gobiernos deberían centrarse en los impuestos dirigidos a los accionistas y las inversiones intensivas en carbono, explica el informe. Pero se sabe que eso se dificulta por el poder de lobby que tienen los más ricos sobre la dirigencia política que conduce los destinos de cada país. Una idea es generar impuestos sobre las ganancias extraordinarias a las empresas de combustibles fósiles e impuestos sobre el patrimonio, pero chocaron con ese realidad.

Según Mark Paul, economista político de la Universidad de Rutgers, el informe demuestra "la enorme responsabilidad que tienen los ricos en generar y perpetuar la crisis climática”. Por eso, Paul cree que es clave "identificar a los principales actores detrás de la crisis climática para que los gobiernos desarrollen políticas que reduzcan la contaminación que calienta el planeta de manera justa".

Pero el problema no es sólo ese 10% de los estadounidenses más ricos que generan el 40% de la contaminación. Como informó MundoNews, a escala planetaria la polución que está provocando la crisis climática está muy atravesada por esas concentraciones en pocas manos. A tal punto que los multimillonarios del Mundo generan un millón de veces más contaminación que el resto.

Según un informe del año pasado de la organización sin fines de lucro OXFAM, "en este momento, la forma en que funciona la economía es que toma dinero y lo convierte en contaminación climática que está desestabilizando la vida en la Tierra. Y eso fundamentalmente tiene que cambiar". El infome que llegó a la conclusión que un multimillonario emite un millón de veces más gases de efecto invernadero que una persona promedio, es una muestra patente de los enormes procesos de desigualdad y las responsabilidades totalmente dispares entre quienes detentan el poder económico real y el resto de los ciudadanos.

Según ese reporte de OXFAM, las inversiones de 125 de los multimillonarios más ricos del Mundo se traducen hasta el 70% de sus emisiones contaminantes. Los más ricos entre los ricos producen un promedio anual de 3 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) por persona, que es un millón de veces más que el promedio de 2,76 toneladas de CO2 para quienes viven en el 90% inferior.

Para Nafkote Dabi, líder de cambio climático en la organización, "las emisiones del estilo de vida de los multimillonarios, sus jets privados y yates ya son miles de veces más altas que las de una persona promedio. Pero si analizamos las emisiones de sus inversiones, sus emisiones de carbono son más de un millón de veces mayores". Y lo graficó con un ejemplo que asusta: Estos pocos multimillonarios juntos tienen 'emisiones de inversión' que equivalen a las huellas de carbono de países enteros como Francia, Egipto o Argentina.

“Estos inversionistas multimillonarios en la cima de la pirámide corporativa tienen una gran responsabilidad en impulsar el colapso climático. Han escapado a la responsabilidad durante demasiado tiempo”, dijo Nafkote Dabi. Esos multimillonarios tienen un promedio del 14% de sus inversiones en industrias contaminantes como la energía y materiales como el cemento.

OXFAM reveló en otro informe que, de 1990 a 2015, el selecto grupo de personas más ricas del mundo fue el responsable del 15 % de emisiones de carbono en el planeta. “La huella de carbono por consumo per cápita del 1 % de la población más rica supera en 100 veces la huella de carbono emitida por el 50 % más pobre”.

Pero no sólo con sus inversiones en compañías contaminantes es que los más ricos contribuyen al calentamiento global. También en sus consumos particulares y gustos excéntricos: Por ejemplo, un vuelo de una hora de un avión privado -donde viajan pocas personas- genera alrededor de dos toneladas de CO2 mientras que a cualquier persona le llevaría 4 años provocar semejante polución. Otro caso que alcanza a esa población privilegiada: para regar un campo de golf se usan, anualmente, 250.000.000 de litros de agua. Mientras que el consumo de agua por persona en los países desarrollados puede alcanzar los 300 litros diarios y apenas 25 que se consumen en zonas subdesarrolladas (la OMS recomienda unos 80 litros por jornada para las necesidades vitales e higiene personal). Es decir que a cualquier persona no le alcanzaría toda su vida para usar lo que una cancha de golf se requiere para su riego anual. Seis años le llevaría a un ciudadano del Primer Mundo consumir el agua que en un día se gasta en esas superficies deportivas. Y en un país pobre cualquier persona necesitaría 76 años para equiparar el agua que se dilapida en un día en un campo golfístico para ser regado.

Otro ejemplo que desnuda esas asimetrías contaminantes se vio reflejado en los últimos tiempos con loe excéntricos viajes privados al espacio que varios multimillonarios vienen realizando últimamente. El informe de la Desigualdad Mundial de 2022 señaló que un viaje espacial de 11 minutos contamina lo mismo que emitirían mil millones de personas en situación de pobreza. Produce 75 toneladas de carbono por pasajero. Es más, el turismo espacial puede revertir el avance en la recuperación de la capa de ozono que se ha logrado desde 1987 cuando, a raíz de la concientización en la materia, se pudo restablecer el 16 % de lo dañado. Todo lo conquistado después de tanto esfuerzo en estos 36 años se podría perder en menos de 10 años si continúan estos caprichos de los multimillonarios de realizar viajes al espacio por placer.

Esta otra forma de desigualdad reflejada en la destrucción del medioambiente en pocas manos despierta todas las luces de alerta. No porque haya que esperar que todas las personas tengan el mismo derecho a contaminar en esas proporciones. Sino porque a este paso no hay planeta que sobreviva. Y porque, sin duda, hay mayores responsabilidades en quienes detentan el poder no sólo por eso -por tener la capacidad de decisión para que las cosas cambien- sino además porque son los máximos actores del desastre ambiental y la crisis climática que atraviesa la Tierra. Son, en definitiva, los dueños de la contaminación.

(*) Artículo publicado en Mundo News. Se reproduce por gentileza de su autor.

 

 

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