El uruguayense que se hizo repentinamente célebre por arrojar una botella al auto que llevaba al Presidente de la Nación, tiene un pasado artístico que fue lo que motivó su breve paso por la función pública. Y también un extenso historial de denuncias y causas judiciales.
REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES
Gastón Ariel Mercanzini, el uruguayense que arrojó un botellazo que pasó muy cerca del Presidente Javier Milei, pasó rápidamente a ser conocido en el orden nacional, donde se lo presentó como un ex funcionario político y se mostró de manera abundante su identificación con el anterior gobierno nacional.
En Concepción del Uruguay, su ciudad natal y donde desarrolló su vida, fue grande la sorpresa al conocerse que había sido identificado como el agresor del nuevo Presidente. Sin embargo, para quienes lo frecuentaron a lo largo de los años, “cualquier cosa era esperable”, como manifestaron a esta Redacción. En efecto, el protagonista de esta noticia tiene antecedentes que hacen difícil entender cómo se encontraba en libertad.
También se enfatizó en los medios en el hecho de que Mercanzini fue director de Cultura del municipio local. Pero lo cierto es que hace más de una década que había sido desvinculado y que la política, que en algún momento le abrió la puerta, se las cerró rápidamente después de algunos de los primeros escándalos que protagonizó, siendo aún funcionario. Y por otro lado, también es verdad que no llegó a ese lugar por acomodo o méritos de militancia (que no se le conocen) sino porque en efecto Mercanzini desplegó durante varios años una labor cultural que incluso obtuvo reconocimientos.
En esta nota y a partir del archivo de EL MIÉRCOLES, damos cuenta de ambos registros, hasta ahora no mencionados en los medios que le dieron repercusión.
Trayectoria artística
Mercanzini fue nombrado director de Cultura Municipal pocos meses antes de concluir la gestión de Marcelo Bisogni, en reemplazo de Griselda Mona Gastiasoro. Por entonces Gastón Mercanzini se encontraba vinculado al quehacer artístico de la ciudad en un doble rol: por un lado, como productor, donde su actividad principal era la organización de un certamen de video que tuvo varias ediciones; y por otro lado como realizador de documentales y otras producciones audiovisuales.
Ya varios años antes de esa designación, en 2005, un proyecto de su autoría había sido seleccionado entre los proyectos locales realizados en el marco del Programa Identidad Entrerriana, financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Se trató del documental “Artesanos del río”, que recibió elogios y reconocimientos por mostrar “testimonios sencillos y profundos de quienes habitan el río Uruguay y sus islas, las preocupaciones cotidianas de los isleños y pescadores”, pero también por “fusionar dos subgéneros de documental, el testimonial con historias de vida y ricas anécdotas y la observación de fauna autóctona, inclusive con tomas nocturnas muy bien logradas”.
El trabajo fue presentado en abril de 2006 en el cine móvil del Instituto Audiovisual de Entre Ríos, en una pantalla gigante. El documental, que dura 65 minutos, se encuentra en You Tube completo en el siguiente enlace. El canal de You Tube del propio Mercanzini, cuyo enlace es éste, también muestra el documental, pero solo una primera parte (28 minutos).
Mercanzini tenía trabajos anteriores que le daban un itinerario como realizador. Por ejemplo, produjo y dirigió durante dos años (entre 2004 y 2006) el ciclo de humor “Me quieren confundir”. Ese programa humorístico, pionero en la televisión uruguayense, duraba media hora y se emitía en el canal local de Somos Concepción, entonces Cablevisión, los días martes después del noticiero local (y los jueves lo repetían en el mismo horario). Protagonizado y escrito por el mismo Carlos Vecchio, que era el actor principal, tenía un elenco estable conformado por Virginia Larrea, Daniel Vasco Arrechea, María Laura Evequoz, Laura Inda, Rodolfo Rolo Avanzini, Julio Mocacha González y el Gato Gervas. En el canal de You Tube de Carlos Vecchio se pueden ver muchos de esos programas (en este enlace).
Gastón también produjo varios otros trabajos, tales como cortos ficcionales (una muestra de ello es “Circo”, protagonizado por Carlos Vecchio y Laura Evequoz, de 2005, que puede verse en este enlace).
Quizás lo más relevante en la labor artística de Mercanzini fue la realización, durante varias ediciones, del Certamen Provincial de Video, que llevaba adelante como productor y organizador, con el auspicio del Instituto Audiovisual de Entre Ríos y las carreras de Periodismo y Locución de la Universidad de Concepción del Uruguay. El éxito de ese certamen, con decenas de realizadores que presentaban su labor año a año, llevó a que en 2007 se lo declarara de interés legislativo por parte del Senado Entrerriano, mediante el expediente 9093.
En la imagen que compartimos a continuación, se puede ver a Gastón Mercanzini con los ganadores de los videos de la segunda edición, en 2006. Como curiosidad, se puede ver (en el extremo a la derecha) entre quienes fueron distinguidos en esa ocasión, al secretario general de la Gobernación de Entre Ríos durante la gestión saliente, de Gustavo Bordet. Por entonces Franco Ferrari era estudiante de periodismo y formó parte del equipo que obtuvo el segundo premio en documentales. El jurado estuvo integrado por el documentalista y periodista de extensa trayectoria Roberto Vacca; el arquitecto y artista local Eduardo Silva y la documentalista y directora de cine y TV, Ana Gabriela Schmid.
Un historial de denuncias
Lo cierto es que Gastón Ariel Mercanzini, de 51 años, repentinamente convertido en un rostro identificable para todo el país por su atentado contra el Presidente de la Nación, es una persona que ha exhibido problemas graves de conducta desde hace ya muchos años. Precisamente fueron episodios problemáticos los que precipitaron su alejamiento de la gestión municipal encabezada por Carlos Scheppens. Luego de eso, hasta donde se sabe, Mercanzini no volvió a tener responsabilidades como funcionario. Al contrario: las dirigencias políticas locales procuraron tomar distancia de él.
Con el tiempo, los antecedentes de Mercanzini respecto de problemas de conducta, de adicciones y de episodios violentos, se fueron acumulando: sucesos más o menos severos con varias denuncias, no sólo de la madre de sus hijas, y por diferentes motivos; detenciones en distintas oportunidades; internaciones para rehabilitarse de sus adicciones y episodios violentos en público, algunos de ellos presenciados por muchas personas, como una ocasión en que fue detenido a la vista de todo el mundo en un restaurante céntrico, tras producir destrozos en una pelea con su entonces pareja. En otra ocasión reciente fue detenido por la policía en una feria pública en la vieja estación de trenes porque andaba armado a plena luz del día.
Contra lo que se instaló en los medios en estos días, Gastón Mercanzini no era ni un dirigente, ni un militante justicialista. Más bien se trata de una persona con severos problemas de conducta, que se identificaba con el kirchnerismo pero que, claramente, desde hace mucho tiempo no está totalmente en control de sus actos. No tenía protección política ni nada por el estilo, pese a que la profusión de fotos con caras muy conocidas del peronismo pueden haber llevado a suponer lo contrario.
En la Cámara Penal de Concepción del Uruguay, Gastón Mercanzini tiene causas desde el año 2012, por distintas razones: “desobediencia judicial” (expedientes 508 y 654, ambos de 2013), “lesiones leves” (expediente 1632/21) , reclamos por cuota alimentaria (expediente 41782/19), denuncias recíprocas por “violencia familiar” con su ex pareja y madre de sus hijas (expedientes 6137, 8686 y 10182), y por lo menos dos denuncias distintas de “violencia de género” realizadas por dos ex parejas (expediente 9760 y 10748), además de la denuncia más grave, de 2021, por “abuso sexual” (expediente 1777/21). Ver el cuadro a continuación:
Como consecuencia de uno de los últimos episodios de violencia, pocos años atrás Mercanzini fue derivado a Paraná. Luego de liberado, realizó algunos tratamientos para rehabilitación y aseguraba haber dejado atrás sus problemas. Estuvo trabajando en Córdoba y luego, desde hace algunos meses, vivía en Buenos Aires, sobre lo que no se sabe demasiado, pero trascendió que ya tenía una causa en esa ciudad por daños a un patrullero y donde referenciaba estar en situación de calle, es decir que no tenía domicilio. En la capital del país, Mercanzini obtuvo, en poco tiempo, una larga lista de ingresos en el sistema del Ministerio Público Fiscal porteño por delitos como desobediencia a la autoridad y daño agravado.
En julio pasado, estuvo detenido en la Comisaría Comunal 7 de Parque Chacabuco, acusado de daño agravado. Tras pasar varias semanas en una celda, recuperó la libertad, pero se le impuso utilizar una tobillera de geolocalización, con la prohibición de dejar territorio porteño.
Contra lo que se instaló en los medios en estos días, Gastón Mercanzini no era ni un dirigente, ni un militante justicialista. Más bien se trata de una persona con severos problemas de conducta, que se identificaba con el kirchnerismo pero que, claramente, desde hace mucho tiempo no está totalmente en control de sus actos. No tenía protección política ni nada por el estilo, pese a que la profusión de fotos con caras muy conocidas del peronismo pueden haber llevado a suponer lo contrario.
El repaso de sus antecedentes hace sorprendente que haya estado todo este tiempo libre. Como suele ocurrir con las denuncias por violencia de género, en las que personas agresoras se mueven con total libertad pese a ser repetidamente imputadas, y luego cometen hechos terribles que podrían haberse prevenido. Esta vez quien casi terminó damnificado fue el flamante Presidente de la Nación, conmocionando a toda la sociedad argentina.
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