Hay una enorme mayoría de personas que solo van a caer en la cuenta del choque brutal que significa el DNU con las medidas de Milei cuando la “licencia para saquear(nos)” que le otorga a los sectores del poder les llegue directamente a los bolsillos. ¿Cuándo será: fines de este mes, febrero, quizás marzo?
Por A.S. de EL MIÉRCOLES
Mientras arrecian los comunicados, declaraciones y proclamas de cada uno de los sectores (la inmensa cantidad de sectores) afectados por el paquete del Presidente Milei (sectores todos que están lejos, muy lejos de cualquier noción de "casta"), se me ocurre que (desgraciadamente) a pocas personas de las que están fuera de esos sectores les interesa profundizar y entender lo que significa ese ataque generalizado a tanta gente a la vez.
Economistas serios y periodistas rigurosos vienen advirtiendo que el impacto será brutal. “La caída del salario real puede ser histórica”, señalan. Y si bien ya hay elementos brutales (100% de aumento de combustibles, 50% en alimentos en diciembre, anuncios de subas de casi 500% en tarifas), la enorme mayoría de personas solo van a caer en la cuenta del choque brutal que significan esas medidas cuando la sumatoria de la brutal desregulación, el “cheque en blanco” otorgado por Milei al saqueo generalizado de parte de los sectores del poder (apretado en ese increíble DNU) les llegue directamente a los bolsillos. ¿Cuándo será: a fin de este mes, en dos meses, quizás tres?
De nada sirve convocar y convocar(se) a marchas catárticas si no se revisan las responsabilidades de las personas que tuvieron las mayores responsabilidades. Y no es un juego de palabras.
Recién allí, cuando vean que sus ingresos, que ya venían erosionados por las devaluaciones y la inflación de los últimos gobiernos, caen ahora a la mitad, o a un tercio, de su poder adquisitivo; recién allí, esas personas van a entender lo que votaron. Votaron un permiso para saquear. O mejor dicho, para ser saqueadas
Permiso para saquear
Hace más de 150 años Alejo Peyret advertía sobre cómo usan “la libertad ilimitada” las empresas cuando el Estado decide no meterse. Peyret en este caso hablaba de los grupos financieros y los bancos, pero aseguraba que se aplicaba a todos los sectores del capital:
“Sin tutela, sin reglamentación alguna, asimilados a cualquier clase de negocio, no ofrecen garantía alguna. Es la libertad del saqueo, de la usura y de la bancarrota” (serie de notas “Los bancos”, en las páginas de El Uruguay, 1869).
Eso es lo que hace el mega DNU de Milei. Deja a los sectores de poder “sin reglamentación alguna”. Es un permiso para hacer cualquier cosa. El sueño húmedo del “laissez faire, laissez passer”, formulado hace tres siglos por los liberales paleolíticos. Adelante, a saquear.
Este personaje siniestro llega al poder gracias a (y tras el fracaso de) quienes hablaron mucho de derechos, pero dejaron una sociedad con la mitad de su gente en la pobreza, la mitad de sus laburantes en negro, dos tercios de la gurisada en la miseria, y una inflación destructora de ingresos.
Hay que prepararse para eso que viene: el saqueo, la usura, la bancarrota. Nada nuevo. Son los de siempre, los que sostienen dogmas que para Peyret ya eran “ideas vetustas”, ya en el siglo XIX, cuando advertía sobre el desastre causado enla Europa de entonces por aquellos dogmas ultraliberales.
El regreso de Mauricio
Y lo cierto es que volvieron gracias a (y tras el fracaso de) quienes hablaron mucho de derechos pero dejaron una sociedad con la mitad de su gente en la pobreza, la mitad de sus laburantes en negro, dos tercios de la gurisada en la miseria, y una inflación destructora de ingresos.
Por desgracia, como decía también Peyret, los pueblos andan despacio y deben equivocarse varias veces hasta encontrar el rumbo adecuado a sus intereses:
“La humanidad camina despacio (…) como el buey de corto aliento que marcha despacio, muy despacio, cavando el surco en la dura arcilla” (en sus "Discursos", publicado en 1907).
Nuestra gente precisaba un cambio, y quienes gobernaron hasta el 10 de diciembre, en otro gravísimo error histórico, creyeron que subir como adversario a este Payaso Siniestro y facilitarle llegar al sillón presidencial era el mejor camino para:
- a) evitar que volviera el macrismo y
- b) para intentar quedarse en el poder.
Así nos fue con la “genial estrategia”. Les salió todo tan mal que el Payaso Siniestro ganó.
Los logros de la genial estrategia
Y no solo eso: el otro Payaso Siniestro también volvió al gobierno.
Porque este, tengámoslo claro, no es solo el plan de Milei. Es también el plan de Macri. Él mismo lo anunció cuando dijo que, de volver al gobierno, haría todo lo mismo pero mucho más rápido. Eso es lo que está haciendo Milei. Y para que no queden dudas, lo hace con lugartenientes que fueron los mariscales (o los clowns) del otro Payaso Siniestro, como Caputo o Sturzenegger.
Economistas serios y periodistas rigurosos vienen advirtiendo que el impacto será brutal: “La caída del salario real puede ser histórica”, señalan.
Algún día nuestro pueblo no solo se sacará de encima a este desastre que ahora nos gobierna, sino también a la “genial estratega” (Cristina) y sus adláteres, que promovieron esto (por segunda vez, encima) en su olímpica irresponsabilidad, en su indecente aislamiento de la realidad social.
Llevará algo de tiempo darse cuenta, como lo señalaba Peyret, que sin embargo era bastante ansioso empujando el cambio. Así son las cosas. Más cerca en el tiempo Zitarrosa lo dijo también a su manera, cuando señaló que un pueblo va siempre “sin apuro, haciendo la historia”, porque:
No lo seduce la gloria
ni se imagina el futuro.
Marcha con paso seguro,
calculando cada paso
y lo que parece atraso
suele transformarse pronto
en cosas que para el tonto
son causa de su fracaso.
(“Diez décimas de saludo al público argentino”, 1973)
Lo trágico de la situación actual es que de ambos lados (ah sí, ¿o alguien pensaba que se acabó la grieta? Solo cambió de forma), lo trágico, decía, es que de ambos lados creen que “el tonto y su fracaso” están del otro lado. Nunca en el propio.
Terrible balance
Vienen cuatro años malos. En la otra opción también lo iban a ser, pero en otros sentidos. Pero no hay que desesperarse. Y sobre todo a no enojarse al pedo.
Recuerden que, según el Presidente Siniestro, perdón, el Payaso Presidencial, la “sociedad”, el “pueblo”, la “gente”, no existen. Son entidades ficticias. Solo existen individuos.
Milei es el balance tremendo, inapelable, que la sociedad argentina hace de la democracia en estos cuarenta años.
Así que no hay que gastarse enojándose e insultando al pueblo. Enojémonos con cada individuo, pero, sobre todo, con los individuos que tienen la máxima responsabilidad en que hayamos llegado a esto. De nada sirve convocar y convocar(se) a marchas catárticas si no se revisa hacia atrás, si no se ilumina el pasado reciente, si no se comprende que, antes de llamar desde la soberbia a cualquier nuevo polo de reclamos o resistencia, hay que revisar las responsabilidades que tienen las personas que tuvieron las mayores responsabilidades. Y no es un juego de palabras.
Esas personas tuvieron varias posibilidades, durante los últimos cuarenta años, de hacer que las cosas fueran distintas. Son las personas que no supieron, no quisieron o no pudieron (como decía Alfonsín) hacer otra cosa que diseñar una tormenta perfecta.
El mega DNU de Milei deja a los sectores de poder “sin reglamentación alguna”. Es un permiso para hacer cualquier cosa. Una licencia para saquear.
¿Cuál es esa tormenta perfecta? Un discurso luminoso de derechos humanos y justicia social, bellas palabras valoradas por buena parte de la sociedad, desmentidas cotidianamente por un 50% de pobreza, una exclusión consolidada durante 30 años (por lo menos desde el menemismo) y que no baja de un tercio de la población, una inflación creciente y una economía donde solo crecen los grupos concentrados de siempre, a lo que el último gobierno peronista le añadió 150 por ciento de inflación, dólar a 1.000 pesos y una dirigencia corrupta y llena de privilegios en los tres poderes del Estado. Y cuando las papas más quemaron, un Presidente ausente y una Vicepresidenta enfrascada en sus fantasías y justificaciones, ajenos ambos por completo a los problemas de la mayoría de quienes los votaron. El combo ideal para el desastre.
Ese combo hizo posible que Milei llegara a Presidente.
Claro que el combo viene de lejos. Porque como dice Alejandro Horowicz, Milei no es otra cosa que “el terrible balance que la sociedad argentina hace de su conducción política” (ver enlace). La frase es tan precisa como descorazonadora. Sí, el Payaso Presidencial es el balance tremendo, inapelable, que la sociedad argentina hace de la democracia en estos cuarenta años.
Un mañana
Mientras no haya una autocrítica profunda, un mea culpa que por ahora no se ve ni por asomo, las marchas, los reclamos, serán vistos del mismo modo en que la mayor parte de nuestra gente recibió las incontables declaraciones de sectores que pedían (pedíamos) no votar a Milei. Es decir: con total indiferencia.
La “genial estratega” (Cristina) y sus adláteres promovieron esto (por segunda vez, encima) en su olímpica irresponsabilidad, en su indecente aislamiento de la realidad social.
Mientras no se entienda y se diga con claridad lo que se hizo mal, no habrá un mañana.
Pero sobreviviremos. Como sobrevivimos al menemismo.
¿Será necesario que el Payaso Siniestro triunfe en sus planes, para que ese triunfo —que será el más terrible fracaso social— ilumine por fin un mañana diferente, y cada cual, cada uno, cada una, nos demos cuenta de que los “fracasos” y las “tonterías” de las que hemos sido parte, hicieron posible este presente, para no repetirlo más?
Lo malo es que, como siempre, en ese lapso sufrirán los más débiles, en todos los sentidos. La clase media y media baja (ver enlace), la gurisada, las clases más desfavorecidas en la lotería social, las personas más sensibles, las que se dedican a las demás, las que tienen la ilusión de vivir de lo que aman, las que valoran la solidaridad, el arte, la ciencia digna, el conocimiento, el saber comunitario, el ambiente.
¿Qué nos deparará el futuro inmediato? ¿Cómo reaccionarán quienes votaron a Milei cuando el peso del ajuste les impida llegar a fin de mes? ¿Seguirán creyendo en la frase (patentada por Menem) de que “estamos mal pero vamos bien”?
Lo bueno, tal vez lo único bueno en este presente, es que pronto lo sabremos.
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