El médico uruguayense profundiza sobre una característica del presidente argentino y sus permanentes agravios, descalificaciones y descriminaciones.
Quienes han decidido seguir a Milei influidos por sus propuestas, su prédica y sus acciones, deben esforzarse más de lo necesario al tiempo de digerir las críticas a aliados y opositores, condimentadas con rótulos, expresiones y adjetivos que el presi cuelga del cuello de quienes no respeta mucho. Podríamos llamar a ese estilo Hiperadjetivismo. Es un formato novedoso que abusa de los neologismos peyorativos tirados a sus detractores a mansalva. Bautizó por ejemplo a Lali Espósito, como Lali Depósito a partir de su alto cachet para un show. También acuño el nombre Juntos por el Cargo a las huestes de Macri y otros tantos rótulos ofensivos a medio mundo (incluido el Papa). Con ambos se disculpó luego…
Esas expresiones agraviantes continuamente utilizadas por el hoy presidente cuando se refiere a personas que no respeta, reducen su liderazgo y altura política. Suele finalmente acudir a las mismas personas que vituperó con una naturalidad extraña. Esto ocurrió con el Papa a quien trató públicamente de “imbécil” y “maligno”. Luego en el Vaticano y sonriendo, le sugiere visitar la Argentina. Claro que previamente por supuesto, disculpose con el Santo Padre en público. A Francisco no se le movió un pelo por las públicas disculpas ofrecidas por Milei. Cualquier asesor básico aconsejaría quitar de su discurso insultos, gritos y adjetivaciones agraviantes. Salvo al Jefe (su hermana), Milei no le da bola a nadie -pero eso sí- luego pide perdón públicamente todo el tiempo. Ha hecho de la la autohumillación, una rutina (esta vez, frente a la prensa mundial). Esta locura de ida y vuelta, la vemos de continuo y obedece solamente a la ciega tozudez presidencial de no moderar su lenguaje adjetivador y burdo para cualquier protocolo de asuntos de un jefe de estado. Milei tiene una gran formación profesional y grandes conocimientos en economía.
Sin embargo, una cosa es el conocimiento y otra es la aplicación de ese conocimiento; es decir, la sabiduría necesaria para desplegar su conocimiento sin ofender a quienes le prestan sus orejas. Alguna vez, utilizó el término "mogólico" para referirse al economista Roberto Cachanosky. La Asociación de Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA) apuntó entonces contra el candidato a presidente de La Libertad Avanza, destacando que “tildar de mogólico a una persona, no es un insulto, sino un acto de discriminación sobre niños con Síndrome de Down.”
Tiene razón la ASDRA! Milei no ha prestado atención al desarrollo de esa sabiduría básica y necesaria para el discurso político. De otra forma no se explican las situaciones creadas por él mismo que luego debe padecer frente a sus aliados, ante el pueblo y el mundo. El Jefe (su hermana, que SI tiene desarrollada la prudencia y la sabiduría política) debería explicarle al presi que su discurso y conducta cotidiana tienen perfiles que en política, son equivalentes a un acto suicida… Es claro que el presi, no lo sabe…
(*) Este artículo fue publicado en la edición gráfica del diario El Pueblo de Villaguay. Se reproduce por gentileza de su autor.
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