En el siguiente artículo, Julio Doello no duda en diferenciar a los dos ex presidentes: "Cristina no es Perón, no fue derrocada a cañonazos y obligada a exiliarse. Está cuestionada, en realidad, por una fortuna que no puede justificar", disparó.
Por JULIO DOELLO (*)
Cristina no es Perón, y nunca se le cruzó la más peregrina idea de parecerse a él. Es más, lo despreciaba por haber dado la orden de exterminar a los psicópatas y ella, una adolescente rebelde que merodeó por los suburbios del montonerismo, se sintió un blanco.
No fue derrocada a cañonazos y obligada a exiliarse. Está cuestionada, en realidad, por una fortuna que no puede justificar. Se casó con un hombre sagaz que amaba la riqueza, a tal grado, que no dudaba en abrazarse a cajas fuertes y decir en su particular dialecto: “Estasssis”. Cuestiones de naturaleza. Moliere dixit. Seguramente ella lo dejó hacer, sin cuestionamientos. No se le puede pedir a una esposa que se niegue a la prosperidad por resquemores morales.
"Perón se vio obligado a exiliarse y esperar durante unos largos dieciocho años su regreso al poder (...) Cristina sigue aquí (...) simplemente, dio lugar, merced a su complicado entorno familiar, a que se la juzgue por sus manejos económicos neblinosos, con rutas, con hoteles fantasmagóricos, y con depósitos de millones de dólares".
Pero, para ser justos, no fue ella la que ideó el plan de familia de salir de la pobreza para siempre, a cualquier costo. Fue Kirchner el ideólogo de un plan minucioso para volverse rico. Pero tuvo la mala idea de morirse y la dejó colgada del pincel y a merced de un montón de causas judiciales por cuestiones que ni siquiera sospechaba. Los esposos no lo hablan todo. Ya lo sabemos. Pero tampoco es cuestión después de un par de Rolex, y alguna desgracia, de volver mansamente a la pobreza.
No obstante, Cristina y Néstor no son iguales. Él tenía un carisma débil y una verba dificultosa, ella es esplendorosa, una versión de Demóstenes con falda, con un carisma que envidiaría hasta Cleopatra.
El problema es que hoy, el mismo gorilaje pero más exacerbado que el del 55, la aprovecha para condenar con ella, a todo el peronismo.
Si hay algo que da tristeza es una mujer sola, popular, fuerte, y atacada a mansalva, por los que piensan que Milei es la solución final a la desgracia de la economía argentina, aunque como en la canción, al costado del camino, vea ángeles caídos.
La cuestión es meterla en cana y tomar venganza por sus debilidades ideológicas populistas. Repito, Cristina no es Perón, pero todos conocemos el famoso apotegma de Karl Marx, quien sostenía que la historia ocurre dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como una farsa.
El derrocamiento de Perón a fuerza de bombazos, muertos y fuerza bruta, fue una tragedia de las que todavía quedan esquirlas en la memoria. No se puede cometer anacronismo psicológico, pero, puestos a comparar, la realidad es que Perón se vio obligado a exiliarse y esperar durante unos largos dieciocho años su regreso al poder, por el clamor de un pueblo asediado por golpistas, cuando a él casi no le interesaba su reivindicación, por comprensibles propósitos etarios.
Cristina sigue aquí, vigente, ajena a cualquier posibilidad de ser desterrada. Simplemente, dio lugar, merced a su complicado entorno familiar, a que se la juzgue por sus manejos económicos neblinosos, con rutas, con hoteles fantasmagóricos, y con depósitos de millones de dólares en la cuenta de uno de sus hijos, y el fomento de la riqueza un tanto ominosa, del otro.
Todos desquicios que no admiten explicaciones que se sustenten en una lógica virtuosa. Repito: CRISTINA NO ES PERON. Y pese al fervor popular que convoca su estúpida condena, sin sustento probatorio, fogoneada por las maniobras de gorilas de diferentes layas, de la justicia y del periodismo, que no aprenden jamás de la historia, nunca podrá serlo.
Pero es probable que el error del enemigo, llevado por el odio, insufle energías a la farsa, para que termine convirtiéndose una vez más en algo parecido a la tragedia, y Cristina desde su exilio paródico, se transforme en un clamor de los más necesitados que una vez más, estarán mirando al cielo esperando el mitológico avión negro, que traiga de regreso al peronismo.
(*) Escritor uruguayense, quien se define como un “peronista protohistórico”.
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |