Ningún medio de difusión lo refleja, pero la situación en Haití es de crisis desgarradora: el desdichado pueblo haitiano, doblemente castigado: por pobre y por negro, se está rebelando contra sus opresores.
Por JULIO MAJUL
En la Argentina nadie alza su voz para defender a este desdichado pueblo hermano: hasta ahora, sólo el Centro de Estudios, predominantemente entrerriano, Junta Abia Yala por los Pueblos Libres, se ha quejado por lo que ocurre; pero ha sido una voz clamando en el desierto. Nadie la reconoce.
UN POCO DE HISTORIA, QUE NO SE CONOCE
Los argentinos en general ignoramos por completo la odisea del pueblo haitiano.
Haití ocupa la parte occidental de la isla La Española, la primera tierra que divisó Colón en su exploración imperial.
Es tal la desdicha que azota al pueblo haitiano que terremotos y catástrofes naturales de toda clase azotan a Haití, pero ni rozan a la República Dominicana, que ocupa la mitad oriental de la isla.
Haití fue el primer país latinoamericano en independizarse (en su caso, de Francia). El 1/enero/1804. Su independencia tuvo la particularidad de tratarse de una rebelión de los oprimidos negros y mulatos, constituyéndose en un Estado gobernado sólo por ellos. Seguramente, tamaña afrenta nunca fue olvidada por los países occidentales, que aún hoy oprimen a Haití, sin dejar que el humilde pueblo haitiano pueda levantar cabeza.
Una horrorosa muestra de racismo, ya que se considera que “los negros no pueden gobernarse solos”, y por eso los “ayudan” gobiernos imperiales, con apoyo de decadentes con aspiraciones de grandeza, como la Argentina.
REALIDAD Y HORROR ACTUALES
Desde 2004, las Naciones Unidas, por iniciativa estadounidense, creó la Minustah, Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití.
Así, TODOS los países de Abia Yala (o sea, la manera en que los pueblos originarios llaman a América) tienen fuerzas militares y médicas destacadas en Haití, supuestamente para ayudar a estabilizar el país.
Cuando el terrible terremoto de 2010, supuestamente la Minustah encabezó las acciones para reconstruir Haití.
En realidad, se trató de un gran negocio para algunas pocas empresas constructoras de origen multinacional, y de una gran excusa para cometer atrocidades contra el desdichado pueblo haitiano.
Por ejemplo, muchos militares violaban mujeres, muchas niñas, con impunidad casi total. El único caso que salió a la luz fue el de unos soldados uruguayos, y ello ocasionó que Pepe Mujica prometiera que el Uruguay se retiraría de lo que es una simple y llana ocupación de un país hermano. No sé si ello se concretó.
Todo sirve para que los ricos hagan negocios, y se destruya la cultura popular haitiana.
Pese a todas las promesas, la verdad es que la pobreza haitiana es atroz. Y no cesa ni disminuye.
LO QUE ESTÁ PASANDO
En 2011, y luego de un proceso electoral unánimemente sospechado, Michel Martelly, quien hasta entonces era sólo un cantante popular haitiano, se alzó con la Presidencia.
Por supuesto, nada ha hecho en bien de su pueblo.
Su mandato termina en estos días. El Parlamento ya cesó en su actividad. Sin embargo, Martelly, quien recientemente compuso y difundió por los medios públicos de comunicación una canción groseramente obscena contra una periodista independiente, intenta perpetuarse en el poder por los medios más insólitos. Cuenta par ello con el apoyo de los EE.UU., las empresas multinacionales actuantes en Haití, y por supuesto, los ricos haitianos.
Se le opone una numerosísima unidad de organizaciones y movimientos populares, que están hartos del dominio de los sucesores de “Papá Doc” Duvalier.
VERGONZOSA ACTITUD ARGENTINA
La actitud argentina respecto a Haití ha sido de constante desprecio. Últimamente, el ignoto embajador argentino apoyó al neoduvalierista Martelly, en una intromisión en asuntos internos de otro pueblo que sólo puede merecer repudio e indignación.
Eso, es el hoy machista.
Pero con el kirchnerismo la Argentina avaló la ocupación militar de Haití, y con el kristinismo la continuó y aumentó.
O sea: esta política racista, entrometida en asuntos internos de otro país, soberbia, no es patrimonio de nadie, sino de la horrible clase dirigente argentina.
Así, honramos a quienes dieron el primer paso para que los pueblos de Abia Yala nos independizáramos de Europa. Damos vergüenza.
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