El fiscal, responsable de acordar la mitad (o menos) de la pena que le hubiera correspondido a Wagner, culpó en la TV nacional al “garantismo” por la libertad del violador.
Por A.S. y M.B. de EL MIÉRCOLES DIGITAL
El fiscal uruguayense Diego Young dijo por TN que “el garantismo” era el culpable de lo que ocurrió con Micaela García. Pero no fue “el garantismo” sino él, quien acordó apenas 9 años para un doble violador probado y confeso, a quien le podrían haber correspondido más de 20 años. Este mismo funcionario judicial, además, fue quien decidió no acusar a todos los imputados en el impune crimen de Flavia Schiavo.
"Esto es gracias a las doctrinas que enseñan en la universidad pública y en la universidad privada, el señor Zaffaroni y toda la banda", dijo Diego Young al canal TN, para sacarse de encima la parte que le corresponde.
La consistencia pétrea del rostro del fiscal Diego Young es, a esta altura, un caso que debería ser estudiado por las ciencias. Es, además, un caso público de doble moral, de hipocresía, pocas veces visto.
“Estas cosas son un cachetazo al prestigio de la institución judicial. Salen y matan y la justicia es la que los liberó. Para la sociedad es la Justicia, no es (el juez Carlos) Rossi, es la Justicia la que liberó a este personaje, y es el prestigio de la Justicia el que no se sostiene por las decisiones de unos pocos”.
Bien. Ahora veamos los cachetazos que Young le ha dado a esa señora ciega.
Porque no fue “el garantismo de Zaffaroni y la banda” el que acordó solo 9 años para Sebastián Wagner. Fue Diego Young, como fiscal. Él consensuó con la defensora oficial Alejandrina Herrero solamente 9 años de prisión efectiva, en el juicio abreviado realizado en 2012 en la Cámara Penal de Concepción del Uruguay.
El hipócrita fiscal dijo a TN que Wagner “tiene una perversidad natural”. ¿Cómo explica la condena leve, de solo 9 años, que acordó él mismo como fiscal en el juicio abreviado?
A Wagner le podrían haber dado una condena mucho más severa. Como explicó a El Miércoles Digital un experimentado penalista, “al tratarse de dos hechos graves, absolutamente demostrados y admitidos por el reo, claro que podría haber sido mayor la sentencia”. El máximo de cada uno de esos hechos, añadió, tiene 15 años como pena.
–¿Al ser dos hechos se puede aumentar la sentencia?
–Sí. Podrían haber concurrido. Se podrían haber sumado los dos máximos, como máximo, es decir podrían haber sido 30 años. Es una escala, no es rígido. Los temas de concurso son discutidos, pero sin forzar ningún análisis podría haber superado los 20 años: la máxima por un hecho, y un porcentaje por el otro. Pero nueve, por esos dos casos que están entre los más aberrantes, es terrible.
– ¿Hay antecedentes?
–Por supuesto. El año pasado a Jorge Martínez Poch por violar a sus dos hijas le dieron 37 años. En marzo de este año, a Fabricio Álvarez Albarracín le confirmaron 50 años de prisión efectiva. En 2013 a Edmundo Manríquez le dieron 30 años. Claro que hay antecedentes.
Es decir, pasando en limpio: gracias a Young, si Wagner no salía por decisión de Rossi en 2016, iba a salir en 2019. Este funcionario judicial hipócrita fue quien decidió eso. No el “garantismo de Zaffaroni y la banda”.
Fue Young el que confirmó la absolución de Wagner por un tercer caso, surgido cuando ya estaba preso, porque aunque el estudio de ADN lo señalaba, se desligó acusando a su hermano gemelo que tiene el mismo ADN. Fue Young, y no “el garantismo de Zaffaroni y la banda”, el que desvinculó a Wagner (¡y también al hermano, los únicos dos poseedores de ese ADN!) alegando que sólo un estudio carísimo en Alemania podía dar un resultado más certero.
Pero hay más.
No fue “el garantismo de Zaffaroni y la banda” el que dejó libres a todos los acusados por el crimen de Flavia Verónica Schiavo, que sacudió a Concepción del Uruguay en 1999 y permanece impune. Fue Diego Young, en una actuación que fue cuestionada por la propia Corte Suprema en 2006. Como escribimos en El Miércoles por aquellos años: “La única actuación de Young en el caso Flavia fue dejar libres a todos los acusados. Nunca investigó nada. Nunca impulsó ninguna acusación”.
Este hipócrita fiscal Young, pieza clave en la nula investigación y determinante para la absolución de todos los imputados, fue premiado por la justicia entrerriana. Fue ascendido a fiscal de Cámara Coordinador antes de su retiro.
A nadie le importó que la resolución de la Corte de 2006, considerara absurda y sin motivos su valoración de las pruebas, y ordenara volver atrás con el resultado de su pobre actuación. En otras palabras: nunca se le reprochó que su única actuación en el caso Flavia consistiera en solicitar la absolución de todos los acusados. En su momento, Jorge Escalante, uno de los abogados querellantes aseguró que pedirían un jury de enjuiciamiento contra el fiscal Young, a quien consideraban el más cuestionado por la resolución de la Corte. Nunca se concretó.
Por aquellos días, ante la consulta periodística de El Miércoles, el fiscal Young se limitó a tirar la pelota hacia la cancha de los fiscales anteriores y la policía, a quienes acusó de investigar defectuosamente. Como se ve, no es nuevo lo de buscar otros culpables. “Si no hay pruebas en la causa no puedo hacer otra cosa que pedir la absolución”. Pero, ¿no es el fiscal el principal responsable de impulsar la investigación? Además, la Corte Suprema entendió otra cosa: al anular la decisión absolutoria, cuestionó la “absurda valoración probatoria”, y señaló que “merced a esa misma prueba, pero despojada de la viciosa interpretación” permitiría “tener por acreditada la participación de los imputados en los hechos que el tribunal tenía a su consideración: homicidio y privación ilegítima de la libertad”.
Ése es el fiscal que luego fue ascendido por la administración de Injusticia entrerriana. Éste es el fiscal que se da el lujo, en la cumbre absoluta de la hipocresía, de acusar a “el garantismo de Zaffaroni y la banda” por lo que él hizo y no hizo, por lo que irresponsablemente posibilitó que pasara, al permitir que Sebastián Wagner tuviera apenas 9 años de condena.
Un fiscal hipócrita, que es parte del entramado de la justicia machista, injusta, de clase, que permitió el peor final para Micaela García.
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