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CONCEPCIÓN DEL URUGUAY ABRAZÓ A LA NIETA 126

El abrazo a Adriana Garnier: “Yo necesitaba compartir esta alegría con todo mi pueblo”

La nieta 126 fue recibida en la sede de AGMER Uruguay por una enorme cantidad de personas que desbordaron el lugar. El encuentro fue emocionante y atravesado por un sentimiento de felicidad. “Esta alegría que siento me queda grande a mí, yo necesitaba compartirla con todos ustedes”, dijo Adriana.

 

A.S.

Fotos: Clara Chauvin y Valentin Bisogni

 

La noche calurosa no fue obstáculo para que una multitud se diera cita en la sede del gremio docente, en calle Almafuerte. La convocatoria había sido tan sencilla como poderosa: “Nieta 126, Adriana: Cdelu te abraza”. Y así fue. “Toda la ciudad estaba esperando este momento para abrazarla… Y quiero agradecer especialmente a la familia Lepratti, está acá presente la mamá del Pocho, otro de nuestros mártires, de nuestros luchadores uruguayenses, que justamente hoy le contaba a Adriana su historia… “, dijo Silvia Garnier, “la tía de la 126”, como se definió.

La intensidad de las emociones vividas en el patio del gremio docente –colmado de personas que se acercaron a “abrazar a la nieta 126”, tal como lo proponía la convocatoria– atravesó edades, generaciones, pertenencias partidarias y orígenes geográficos. La multitud que se dio cita pasó sin límite ni pausa de las lágrimas a las risas, de los aplausos emocionados a las expresiones de júbilo: Adriana Garnier Ortolani, la nieta 126 restituida por las Abuelas de Plaza de Mayo, es una persona luminosa, encantadora, sencilla, transparente. El final de la jornada fue igual: Adriana tomándose fotos con decenas de personas que celebraron su restitución, que se estremecieron con su historia, que hicieron propia la inmensa alegría de ganarle a la muerte, al odio, a la violencia.

“Con tantas noticias dificiles, con tantas cosas que pasan, ésta es la mejor manera de terminar el año”, dijo a este cronista una docente jubilada, en cuyo rostro (al igual que la mayoría de los presentes) las lágrimas se mezclaban con una gran sonrisa de felicidad.

A las 20, al caer el sol del anteúltimo día del año, se realizó la presentación de Adriana Garnier Ortolani, la nieta número 126 que a comienzos de diciembre –poco menos de un mes atrás– recuperó su identidad y su familia, gracias a la ejemplar lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo que preside Estela de Carlotto.

LA ALEGRÍA DE LA JUSTICIA

Con un patio colmado, y una concurrencia que sobrepasó por mucho las previsiones de los organizadores, el primero en hablar fue el saliente secretario general de Agmer Uruguay, Gustavo Blanc. En lo que sería la coincidencia más persistente de la noche, destacó la alegría que despertó en esta ciudad la noticia de que Adriana es la hija del uruguayense Edgardo Roberto Garnier, quien permanece desaparecido al igual que su esposa, Violeta Graciela Ortolani. Pero Blanc también celebró que a apenas semanas del reencuentro ya no se pueda referir a Adriana como “la última nieta recuperada”, porque tres días atrás Abuelas anunció la restitución de la nieta número 127.

Gustavo Blanc explicó además que la felicidad es mayor para el sindicato docente porque Adriana es la sobrina “de nuestra compañera Silvia Garnier, reconocida militante que fuera secretaria general de esta Seccional y que hoy integra el Tribunal de Calificaciones y Disciplina del CGE en representación de los trabajadores”.

Luego hablaron los representantes de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de Concepción del Uruguay, quienes señalaron la importancia del hecho no sólo para esta ciudad, sino para todos los argentinos que luchan por los derechos humanos en tiempos donde se vienen sucediendo políticas estatales y fallos judiciales regresivos en la materia, luego de lo cual compartió unas palabras con los presentes José Schulman, secretario nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre quien viajó a Concepción del Uruguay para estar presente en esta jornada. Schulman recordó un texto de Borges en el que el escritor hacía referencia a la dignidad de la derrota, “que la ruidosa victoria no merece”, y propuso una analogía: “los infames, los victimarios, no conocen ni merecen una alegría como la que vivimos nosotros con la restitución de Adriana”.

HERMANADOS EN LA LUCHA

El encuentro incluyó además la entrega de diversos presentes de parte de Agmer, de la Comisión y de diversas organizaciones de derechos humanos, tanto para Adriana como para sus familiares. También llegaron a la sede de Agmer familiares de desaparecidos de Gualeguaychú, en nombre de quienes dio un emocionado saludo Hugo Angerosa, que concluyó con la frase “el amor vence al odio”.

Llegado el momento, Silvia Garnier hizo referencia a la alegría que le producía ver a tanta gente acercarse para compartir este momento de felicidad, pero destacó de manera especial la presencia de Dalis Bel, la madre del militante social uruguayense Claudio “Pocho” Lepratti, asesinado por la policía el 19 de diciembre de 2001. Silvia remarcó que sus familias se sienten hermanadas en la lucha por los mismos valores.

Luego llegó el momento más esperado: Adriana, luego de abrazar a su abuela Blanca, tomó la palabra y se mostró muy emocionada por el recibimiento en la ciudad de su papá y de su familia. Hizo hincapié en el hecho de que hoy tenemos una democracia gracias a la lucha de aquellos miles, muchos de ellos “apenas unos muchachos”, entre los que se encontraban sus padres. También reconstruyó la experiencia que significó para ella enterarse de que era hija de desaparecidos y la importancia que tuvo el arduo trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo para devolverle la identidad que le habían robado. Además se explayó sobre la importancia de la verdad como sanadora, y aseguró que la alegría por lo que está viviendo la desborda, y por eso precisaba compartirla. Pero sobre todo, explicó las dos razones por las que quiso dar la cara y que se conociera su historia: por un lado, para compartir la alegría con todo el pueblo argentino (alegría que, contó, sintió ella “del otro lado” cuando fue restituido el nieto de Estela de Carlotto); y por el otro, crear conciencia: solo la verdad sana, por dura que sea.

HABLA ADRIANA

“Voy a hablar sentada porque se me aflojaron las piernas”, dijo Adriana para comenzar. “Me dejaron sin palabras, la emoción que estoy sintiendo es algo único. Les agradezco a todos por este momento que me hacen pasar a mí y a mi familia. A través de ustedes voy conociendo a mis padres y estoy sintiendo cada vez más orgullo por las personas que fueron. Mis viejos pertenecieron a esa generación de pibes que siendo tan jovencitos, tenían bien claro cómo eran las cosas y luchaban por un país mejor. Estamos en democracia y gracias a la lucha de ellos es que podemos hoy tener un país en democracia”.

“A pesar de no haber conocido a mi papá y mi mamá, yo siento en mí su lucha, su dolor y su amor”.

“A nivel personal, desde que me pasó esto de haber recuperado mi identidad y conocido a mi familia, todas las mañanas me despierto y pienso ‘Es verdad, no lo soñé, pasó de verdad’, es muy fuerte todo. Y ahora que apareció la nieta 127 una entiende también el hermetismo, el respeto y el cuidado que tienen las Abuelas, porque cada historia es diferente, y la mía si bien tuvo algunos toques diferentes a otras historias más fuertes de recuperación de nietos, la verdad es que tengo la cabeza que me explota”, confesó.

UN BEBÉ DE 40 AÑOS

“Estoy contenta, estoy feliz, por eso quiero compartir todo esto con ustedes, pero es dificil procesar toda la información que voy recibiendo, de mis padres, de su lucha, de mi familia, de los vinculos que estamos construyendo, porque después de 40 años tenemos que empezar de cero… Hoy justo hablabamos con la tía y me decía: ‘Vos sos un bebé de 40 años para nosotros’. Asi que a mi me viene bien, porque justo cuando empieza la crisis de los 40, volver a ser un bebé, ¡está buenisimo! (risas). Yo trato siempre de poner un poco de humor, y creo que eso fue lo que me salvó, durante los dos años que yo sabía que era adoptada pero donde me habían dicho que no había compatabilidad en el banco de datros de la Conadi, entonces con esa incertidumbre que me desbordaba, no sabia para dónde ir, había cortado el vinculo genético con mis padres de crianza, pero por el otro lado tampoco podía buscar, no había nada que buscar… Esos dos años de incertidumbre, creo que fue el sentido del humor que tengo lo que me sacó adelante, lo que me salvó… Y así sin saberlo me fui preparando para todo esto que me iba a tocar… Encontrarme con una abuela, ¡y qué abuela! No cualquiera tiene esta abuela. Así como yo soy un bebé de 40, ella es una piba de 86 años!” (risas y aplausos).

“La verdad cura, aunque sea dura y se sufra en el camino, vale la pena, porque no se puede vivir en la mentira, no es sano”.

DOS RAZONES PARA DAR LA CARA

“Les agradezco enormememente este cariño, porque así como no esperaba una abuela, tampoco esperaba este recibimiento… La verdad es que cuando acepté dar la cara, hacer la conferencia con Estela y con mi familia, lo quise hacer, por dos razones: en primer lugar, porque estaba tan, pero tan feliz, que necesitaba compartir esa alegría con todo mi pueblo, con todos los argentinos de bien, los que queremos un país mejor, los que se alegran con estas noticias, que yo sé que son muchos… Lo que me emocioné yo cuando veia la restitucion de otros nietos, en especial el de Estela, estando del otro lado, nunca imaginé que iba a estar de este lado. Por eso tengo que aprovechar esta opoprtunidad para expresar toda esta alegría que siento, porque me queda grande a mí, yo necesito compartirla con todos ustedes. Y por otro lado, para crear conciencia: porque por haber tenido miedos y dudas, y viendo el resultado de todo esto, lo que quiero transmitir es eso, que no tengan miedo, que la verdad cura, que aunque la verdad sea dura y se sufra en el camino, vale la pena, porque no se puede vivir en la mentira, no es sano… Asi que si dudan, sáquense la duda, no es bueno vivir en la mentira y vivir con miedo”.

UN TRÁGICO CUENTO DE HADAS

“Yo quería encontrarme con mi verdad, fuera la que fuera, pero la que me tocó a mí fue muy hermosa”, continuó Adriana. “Yo siento que estoy en un cuento de hadas, a pesar de que el inicio de mi vida fue muy terrible y trágico, y lo que le pasó a mis papas no hay una palabra para definir lo que les hicieron los infames –yo me refiero así a los torturadores y desaparecedores, los infames–. Pero a pesar de todo eso, a pesar de no haberlos conocido, yo siento en mí su lucha, su dolor y su amor, los siento en mí y por eso me emociono tanto”.

“Por eso les decía que a veces siento la cabeza que me explota, y por supuesto que me da mucha bronca que nos hayan robado 40 años, pero como dice la abuela –yo hablo mucho con la abuela– hay que aceptar lo que pasó porque no hay vuelta atrás, y hay que disfrutar esto que estamos viviendo de la mejor manera posible. Y justamente por todo el sufrimiento y por todos los años de espera, disfrutarlo más, porque precisamente por eso tiene más valor… A mí me robaron la vida ¿no? Por otro lado rescato siempre que mis viejos de crianza me criaron con mucho amor, con valores y con libertad. Más allá de su mentira sobre mi origen, que fue su gran error, ellos eligieron eso, que no comparto para nada, pero los comprendo. No todo el mundo piensa lo mismo y ellos hicieron lo que pudieron… y me dieron amor y libertad. Lo que sí es que yo nunca tendría que haberme ido de mi familia, porque a mí me robaron. A mi no me abandonaron ni me dieron. Bueno, todo esto es lo que todavía estoy procesando… y creo que bastante bien (risas). Todo esto, este cariño, este recibimiento, me hacen bien, me ayuda mucho, muchísimas gracias!”

La imagen final fue simbólica y sobrecogedora: Adriana, su tía Silvia y su abuela Blanca, yéndose del brazo, juntas, tan pequeñas de cuerpo como gigantescas en sus almas.

LA EMOCIÓN A FLOR DE PIEL

Para finalizar Silvia anunció que “todo esto trasunta sobre todo alegría, alegría por haberla reecontrado, alegria por querer abrazarla, y qué alegría mayor que compartirlo desde el arte”, dando paso a la presencia de la murga Puntuales pa' la Tardanza, quienes interpretaron un cuplé que hace varios años dedicaron a los desaparecidos uruguayenses, entre ellos a quien en aquel entonces era solamente "la hija de Garnier". La emoción cobró fuerza con la canción de retirada de la murga, que está dedicada a los luchadores sociales: “Ver por cada rincón / Alguna razón para tanta vida / Los sueños se construyen / Con arte, con lucha y alegría”.

Una docente, militante de Agmer, sin ocultar su emoción, dijo: “Cuántos años llorando con esta canción… pero hoy esas lágrimas fueron distintas, porque hoy, ese cartel sin rostro que supimos levantar por muchos años, esa hija de Garnier que nombramos por muchos años, tiene rostro y tiene nombre… Adriana”. Y uno de los murgueros contó: “Fue tremendo estar alli, cantándole a ella, a Adriana, y ademas ver que otras personas lloraban con la retirada. Yo sentí que parecía escrita para hoy… Se me empantanó la garganta un par de veces, y veía a Adriana con una sonrisa gigante mirándonos, siguiendo las canciones… A mi también se me aflojaron las piernas”. Y un integrante de la Comisión de Memoria Verdad y Justicia reflexionó: “Hay mucho para aprender de Adriana. Además de ser una persona encantadora, es admirable la manera en que es consciente de sus propios sentimientos y emociones y cómo los procesa. El mensaje que transmite, el lugar de construcción de la verdad como sanadora, es tan valioso como potente...”

Nadie quería irse. Aunque se anunció como conferencia de prensa, no hubo ya espacio para preguntas y respuestas. Por cierto, quedaba poco por decir. Pero los abrazos y las emociones seguian a flor de piel: todos los presentes querían saludar a Adriana, estrechar a Blanca, apretar a Silvia, sacarse una foto con ellas…

Foto de Jorge Villanova.

La imagen final que pudieron ver quienes se quedaron en la vereda de Agmer hasta la despedida, fue tan simbólica como sobrecogedora: Adriana, su tía Silvia y su abuela Blanca, yéndose del brazo, las tres juntas, tan fuertemente juntas, tan pequeñas de cuerpo como gigantescas en sus almas, caminando despacito hacia la noche, que por fin, ya no es amenaza no recuerdo del horror, la noche que ahora las cobija y las recibe con verdad y justicia, con el cálido y reparador abrazo que sana y restituye.

"Ellas no caminan solas", escribió Jorge Villanova como pie, sencilla y potente, de una foto tomada con su celular. Claro que no caminan solas.

Las tres, gigantes, nunca más solas, juntas en la alegría de haber vencido para siempre al dolor.

 

 

GALERÍA DE IMÁGENES

Silvia con el obsequio de Agmer.
Blanca, la abuela de Adriana, recibe el saludo de Dalis Bel, la mamá de Pocho Lepratti.

 

La concurrencia desbordó la capacidad del patio de Agmer.
Adriana junto a Hugo Angerosa y familiares de desaparecidos de Gualeguaychú.
Adriana y su abuela Blanca.
Los Puntuales cerraron el encuentro a pura emoción.
 

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