El proyecto “Rayadores del río Uruguay” apunta a generar información que permita desarrollar acciones para la preservación de una especie emblemática de la región. Se trata de una especie que utiliza en la época estival los arenales del río Uruguay y algunos del río Negro para su reproducción y que luego se traslada a la costa oceánica.
Las principales amenazas que enfrentan los rayadores son la pérdida del ambiente y las crecientes del río, pero sobre todo la actividad turística, especialmente cuando se desciende de las embarcaciones con mascotas (perros y, a veces, gatos) que perjudican las nidadas y matan los pichones.
En el denominado “Primer Encuentro Binacional sobre Rayadores”, que se llevó a cabo en la Sala 1º de Julio de El Telégrafo, participaron representantes de organizaciones dedicadas a la conservación ambiental, clubes de observación y empresas relacionadas con el turismo de naturaleza que llegaron desde Bella Unión, Paysandú, Colón, Concepción del Uruguay y San Javier. También hubo representantes de entidades gubernamentales, como la Intendencia Departamental y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) y la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) de carácter binacional.
Durante las presentaciones hubo referencias a las particularidades de la especie, que la hacen no solamente una referencia por su belleza estética, sino porque puede servir como “paraguas”, en el sentido que su preservación viene de la mano de la de todo el ambiente de las islas y especialmente los arenales, pero sobre todo está ligada a la de otras especies, como el atí, el chorlito de collar y el gaviotín, con quienes conforman colonias mixtas que pueden tener cientos de ejemplares, con estrategias de defensa comunes frente a sus predadores naturales.
Otra de las ideas que subyace es la de la creación de un parque binacional, una idea que quieren “sacar del freezer” en el que –según sostienen– se encuentra desde hace años. En este sentido se destacó que en la provincia de Entre Ríos se declaró el sitio Ramsar Palmar Yatay, vinculado al Parque Nacional El Palmar y a los humedales cercanos, así como también la reserva de los “Bancos del Caraballo”, en la desembocadura del arroyo de ese nombre, que sería el extremo norte del proyectado parque.
Fuente El Telégrafo
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