El decano de la Facultad Regional de la UTN advirtió sobre la dificil situación que enfrentan las universidades nacionales.
Por A.S.
A comienzos de julio, el Consejo Superior Universitario (CSU) de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) manifestó su preocupación por el retraso en la transferencia de fondos para gastos de funcionamiento, por la suspensión de obras y exigió “paritarias realistas” para que docentes y no docentes no pierdan el poder adquisitivo de sus salarios. El decano de la Facultad Regional Concepción del Uruguay de la UTN, Ingeniero Néstor “Yuyo” García, en diálogo con el programa En la Víspera que la cooperativa El Miércoles pone al aire en LT11 y en Radio UNER (los martes, desde las 21.30), se explayó sobre las dificultades que afrontan las casas de estudio.
Pocos días atrás desde el Consejo Superior de la UTN hicieron público un documento a raíz de la preocupación que generan los recortes en los presupuestos, con universidades que no saben si podrán comenzar el segundo semestre. ¿Cuál es la situación que están atravesando?
El Consejo Superior es el órgano que conduce a la UTN a nivel nacional, y está formado por 61 personas: quince docentes, cinco no docentes, cinco graduados, cinco estudiantes y los treinta decanos, además del rector. La declaración que se hizo fue en apoyo a algunas gestiones que se venían haciendo en algunas facultades, en relación con algunas posturas que había tenido el rector al respecto. Los sueldos son lo único que se está pagando en término, pero están congelados, no hubo aumento. Y en lo que hay demora es en los fondos para el funcionamiento. Hasta el segundo semestre del año pasado, como Facultad hacíamos un pedido de fondos, por gastos ya realizados, y a los 30 o 45 días el Rectorado nos enviaba los fondos que el Ministerio de Educación los enviaba. Eso se empezó a cortar a partir de septiembre de 2017, los fondos correspondientes a septiembre los cobramos en enero. Así se empezó a dilatar, y hoy estamos con cinco meses de demora, que es la preocupación que tenemos.
¿En dónde impacta en lo cotidiano?
En todo aquello que no sea sueldos. La factura de la luz, útiles, insumos, papel higiénico para el baño, artículos de limpieza, todo lo que forma parte de la actividad diaria. Y el dinero que viene no alcanza. Con el aumento de tarifas, lo que viene destinado a pagar los servicios no nos alcanza absolutamente para nada. En la Facultad hicimos un programa de recambio de lámparas LED que nos va dando buen resultado. El Centro de Estudiantes compró un calefón solar, si bien la solución no es tan de fondo pero el mensaje vale más que el paliativo. Hay dos termos que están alineados uno en planta baja y el otro en el primer piso, y con eso calentamos agua para mate para todo el estudiantado casi sin gastar electricidad. Con el cambio de lámparas hicimos un pequeño ahorro, que lo veníamos haciendo de antes, pero aún así no alcanza. Hay que tener en cuenta que la UTN está distribuida en todo el país, la situación no es la misma acá que en Tierra del Fuego, ni lo mismo que en Chubut, ni en Resistencia, porque los consumos son diferentes: en el sur si no calefaccionás no se puede dar clases, ni habilitar un laboratorio. Acá el frío lo aguantamos un poco y se puede, pero en otros lugares es imposible. El dinero que vino no alcanzó para nada, de manera que la situación presupuestaria está complicada.
“Estamos con cinco meses de demora, y el recorte impacta en toda la actividad cotidiana”
¿Cuál es el recorte en el presupuesto total?
Para este año 2018, todas las universidades nacionales, sumadas, tenemos 3 mil millones de pesos menos que en 2017. En valores sin actualizar, es muy grave, porque es evidente que hoy no hacés lo mismo con esa plata que lo que hacías el año pasado.
Es decir, en términos nominales, no en valores constantes...
Claro. El presupuesto total para las universidades nacionales es de 80 mil millones de pesos.
Para tomar como referencia, el presupuesto de la UNER alcanza unos mil millones de pesos, es decir que a modo de ilustración, es como que hubieran suprimido tres universidades como la UNER.
Sí.
Y el dinero que era para sostener 54 universidades nacionales ahora es para 51, pero se la deben repartir entre 54.
Así es. Y hay otras cuestiones que en los números no inciden mucho pero sí en la intencionalidad.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, nos financiamos para determinadas cosas con programas particulares que abre la Secretaría de Políticas Universitarias. En un principio de la UTN se abrían dos presentaciones por universidad, pero nosotros somos treinta facultades regionales ¿cómo hacemos para que sean dos? Después se logró que para la UTN sea una por facultad regional. Empezamos a participar en el programa Nexos, que te obliga a hacer un proyecto, a presentarlo y ganar para llevarlo adelante. Bueno, son las reglas de juego y uno debe adaptarse. Pero ahora ese programa Nexos se abrió a las universidades privadas, con lo cual a pesar de tener menos presupuesto desde los recursos públicos estamos financiando a empresas privadas.
Y encima deben competir contra universidades privadas.
Sí. El proyecto nuestro compite contra proyectos de universidades privadas.
Ahí se revela una cuestión ideológica ¿no? Es una privatización encubierta de fondos públicos.
Claro.
Ese tipo de medidas ¿no deberían, como mínimo, pasar por el Congreso de la Nación? Porque implica cambiar una política general del Estado hacia la Universidad.
El presupuesto es aprobado por el Congreso. Pero este tipo de programas llevan una intencionalidad que no creo que sea la que habilitó el Congreso.
Son partidas de la Secretaría de Políticas Universitarias, no fondos que manejan las universidades.
Sí. También hay otras cuestiones. Por ejemplo hicimos proyectos para abrir Ingeniería Industrial, tenemos la aprobación del Consejo Directivo de nuestra Facultad, la aprobación del Consejo Superior, acreditamos la carrera en la Coneau y falta que el Ministerio de Educación autorice los fondos, así hay doce carreras en toda la UTN que estamos esperando –una de ellas con resolución de mediados de 2015– que el gobierno actual desconoce, y carreras que ya empezaron. Acá no la vamos empezar si no tenemos presupuesto. Pero en este gobierno no hubo presupuesto para ninguna nueva carrera. Y el problema va más allá, porque tanto las universidades nacionales como las privadas pertenecemos a la OCEPRE (Oficina Central de Presupuesto) que depende de la Secretaría de Políticas Universitarias. El país en educación superior está dividido en siete regiones, que son donde se analizan las carreras, las áreas de vacancias. Y todos intervenimos en determinar cuáles eran las vacancias en cada una de las regiones y en cada una de las provincias.
“Nos piden que seamos eficientes y cuando lo somos, no nos brindan los recursos para sostener esa eficiencia”
Es decir, ¿las carreras que la sociedad necesita demanda y que no se están cubriendo?
Claro. Y por otro lado no se autoriza presupuesto para carreras nuevas. Entonces ¿quién aprovecha todo el trabajo que se hizo –en gran parte con fondos públicos– para satisfacer esas necesidades de vacancias que hay en la región?
Obviamente, las universidades privadas.
En efecto. Son cosas que no se cuentan demasiado pero uno, que está dentro del sistema, las puede ver claramente.
Y de nuevo, que expresan la ideología de quienes gobiernan: la lógica de oferta y demanda terminan ocupando ese espacio en lugar de la universidad pública.
Claro.
¿Creés que la sociedad argentina no admitiría un ataque directo a la universidad pública, y por eso la forma de avanzar de este gobierno, que claramente no cree en la universidad pública, es a través de medidas de ese tipo, de recortes solapados?
Creo que es así. Y veo cómo se van sumando otros mensajes. ¿Qué se dice de la educación universitaria? Que no es eficiente en la Argentina, que muchos estudiantes se quedan en el camino, que empiezan y no terminan.
Por la baja graduación.
Sí. Que se la puede justificar desde un montón de lugares. Porque muchos de los chicos que estudian en las Universidades Nacionales trabajan, vienen de clases sociales necesitadas. Entonces no es aceptable que se compare con el rendimiento de una universidad de otro lado, donde pertenecen a determinadas clases sociales con una formación, preparación y con un camino en el que, lamentablemente, el sistema a muchos de nuestros chicos los dejó excluidos.
En este contexto, las declaraciones de la gobernadora Vidal parecen preparar una justificación para recortes a las universidades públicas.
Voy a dar un ejemplo. Desde el gobierno me piden eficiencia, dejemos de lado todas las otras cuestiones. En la carrera de Ingeniería, gran parte de los estudiantes abandonan en primer año. El año pasado tuvimos que abrir unas comisiones más en algunas materias que se dan en el segundo cuatrimestre del primer año y no tenemos más cargos para eso. Entonces si vamos a hablar de eficiencia, necesito tener más docentes porque nosotros ya tenemos tres o cuatro comisiones en las materias básicas, cuando pasan a segundo año hay materias que tienen dos comisiones, otras una; cuando llegamos a tercero tenemos una sola. Entonces necesito más docentes, necesito más gastos de funcionamiento, más estructura... Y si está el presupuesto está congelado ¿cómo hago? No hay manera. Entonces el mensaje también es equivocado. Porque desde nuestra facultad lo estamos logrando y sin embargo ¿cómo hacemos?, poblamos las aulas, perdemos calidad académica, porque no es lo mismo tener 50 alumnos sentados en un aula que 40, 100, 120 o 140 como tienen algunas facultades de la UTN, la calidad educativa merma. Nos piden que seamos eficientes y cuando lo somos, no nos brindan los recursos para sostener esa eficiencia.
“En 2018 las universidades nacionales, sumadas, tenemos 3 mil millones de pesos menos que en 2017”
Y por si fuera poco aprovechan el trabajo que se hace junto a las universidades públicas para que eso se transforme en un diferencial a favor de la universidad privada. Es una ecuación perversa.
Sí. Y volviendo al mensaje de la gobernadora, los chicos interesados en una carrera de Ingeniería reciben mensajes de ese tipo desde varios lados. A veces en sus familias les dicen “A vos no te da la cabeza para estudiar eso”, de modo que el chico lucha contra su propia familia, contra los amigos: “¿Para qué vas a estudiar eso? Estudiá otra cosa más fácil, no vas a poder”. Por eso el mensaje nuestro es que estamos ahí para que puedan, para ayudarlos y que ellos puedan. Eso también es una cuestión que a nosotros nos preocupa mucho, porque sabemos que ese mensaje está.
Pero da más bronca e impotencia cuando ese mensaje viene desde las más altas autoridades nacionales.
Exactamente. Eso es lo más grave.
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