Bolsonaro triunfó contra el vaticinio y el deseo de muchos, la subestimación fue su mejor aliado. Una derecha brutal, directa, impúdica, marca la política de estos tiempos, Brasil sólo fue un capítulo más.
(*) Por LETICIA MARTÍNEZ
Se subestimó a Donald Trump y también a Jair Messias Bolsonaro. Se creyó que ambos personajes eran simplemente eso, el estereotipo de la peor cara de los empresarios avaros o de un ex-militar nostálgico de la mano dura. Parecía algo anecdótico. Ni Hillary Clinton, ni Fernando Haddad eran los candidatos favoritos, pero en ningún momento se pensó que un político que dijera que los mexicanos son violadores u otro que se mostrara a favor de la tortura iban a poder ganar una elección. No supimos darnos cuenta que estamos en la era de líderes como el Presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, capaz de mandar a matar a su propio hijo. Ofrecen militarización, xenofobia y misoginia y reciben el apoyo de gran parte de la población, incluso de aquellos que podrían ser víctimas de sus políticas de exclusión.
BRASIL
Hasta último momento dentro del Partido de los Trabajadores (PT) hubo cierta negación a la posibilidad de que el líder brasileño, Lula Da Silva, terminara preso por un departamento ubicado en San Pablo, que habría recibido como parte de un soborno de una constructora. Más que cierta negación, no se creyó que la Justicia pudiera ser tan injusta y castigar con una pena de 12 años, mucho más de lo que recibe un homicida en Argentina, por un apartamento que ni siquiera estaba a su nombre y, de esa manera, dejar fuera de la carrera presidencial al hombre que sacó de la pobreza a más de 28 millones de brasileños.
Ofrecen militarización, xenofobia y misoginia y reciben el apoyo de gran parte de la población, incluso de aquellos que podrían ser víctimas de sus políticas de exclusión.
Al ver en estos últimos días que el delfín de Lula, Fernando Haddad, no podría alcanzar al ultraderechista del Partido Liberal Social (PLS) comenzaron algunas especulaciones, acerca del tiempo que se tardó para posicionar a alguien que pudiera reemplazar en la campaña al dos veces presidente de Brasil. Debido al fuerte crecimiento que tuvo el exgobernador de San Pablo, que de un 29% del apoyo del electorado el 7 de octubre pasó a un 44,9% de los votos en el balotaje, esto nos lleva a pensar que con más tiempo podría haber obtenido la victoria. Pero esto generó más tensión que alegría dentro del PT.
Lo cierto es que Bolsonaro, que ocupa una banca de diputado desde hace tres décadas y que en su despacho tiene imágenes colgadas de los distintos dictadores que gobernaron Brasil, se consagró mandatario del país más relevante de la región y socio principal de la Argentina. Mauricio Macri lo felicitó antes de que se conociera el 100% de las mesas escrutadas y la vicepresidenta, Gabriela Michetti ya invitó a su par, Antonio Hamilton Mourao (un militar retirado que amenazó en más de una ocasión con dar un golpe de Estado), a “trabajar juntos para buscar caminos de encuentro y desarrollo”.
¿POR QUÉ?
Cuesta creer que un hombre capaz de decir aún más barbaridades que Trump, pueda lograr captar a esa misma población que según las encuestas hubiera elegido a Lula Da Silva. En diálogo con esta cronista, el dirigente del Partido de los Trabajadores, Valter Pomar, señaló que la derecha logró correr del eje el malestar social por las políticas económicas aplicadas por el todavía mandatario, Michel Temer, poniendo el foco en algunos sectores de la sociedad, como los homosexuales o los extranjeros, y señalándolos como responsables de la situación del país.
Pomar considera que la elección de Bolsonaro será un fuerte retroceso en las libertades democráticas e hizo énfasis en la política económica liberal que aplicará, además de los lineamientos internacionales. El ex-militar es fiel seguidor de la postura del mandatario norteamericano, incluso es conocido como “el Trump brasileño” y hasta se habló de que compartieron al asesor de campaña, Steve Bannon. El electo presidente prometió seguir los pasos de Estados Unidos de trasladar su Embajada de Tel Aviv a Jerusalén, uno de los principales puntos de conflicto entre israelíes y palestinos, y hasta aseguró que cerrará la sede diplomática Palestina en Brasil.
Si Bolsonaro, que sostiene que los palestinos son “terroristas”, continúa con la idea de trasladar la Embajada o de dar marcha atrás con el reconocimiento de Palestina, desde las agrupaciones islámicas ya advirtieron cuáles podrían ser las consecuencias, en un país donde el 45% del pollo y el 40% de carne vacuna que exporta lo hace con el sello Halal, que es lo permitido para los musulmanes. El Presidente de la Confederación Palestina Latinoamericana y del Caribe (COPLAC), Rafael Araya Masry, explica que los países islámicos podrían tomar la decisión de realizar un boicot al país latinoamericano, como lo hicieron con Guatemala después de que siguiera los pasos de Estados Unidos, y dejar de comprarle sus productos.
QUÉ SE VIENE
Muchos especialistas especulan con la idea de que Bolsonaro no avanzará con todas las medidas que prometió, sino que lo hizo con un fin demagógico, para endulzar los oídos de los sectores que lo acompañaron como los evangelistas, efectivos de seguridad y empresarios. Y está claro que fue capaz de cualquier cosa por captar votos. Se bautizó con el nombre de Messias para atraer a los evangélicos, que son casi el 30% de la población, tienen un fuerte peso en el Congreso y fueron clave para la llegada a la presidencia del controvertido Bolsonaro. Fue capaz de decir que se sentía orgulloso de denigrar a las mujeres o de ser un homofóbico para congraciarse con los sectores más conservadores de su electorado.
“Ustedes serán mis testigos de que este Gobierno será un defensor de la Constitución, de la democracia y la libertad. Es una promesa no de un partido, no es la palabra de un hombre, es un juramento ante Dios”, afirmó en un video que publicó en las redes sociales.
Su discurso minutos después de conocer los resultados que lo dieron ganador con el 55,1% de los votos no parece ir en un camino diferente ni da indicios de que vaya a bajar su perfil. En sus primeras palabras como Presidente electo, Bolsonaro criticó a la izquierda y con un tono muy religioso, sostuvo que lo que más quiere es “seguir los lineamientos de Dios al lado de la Constitución brasileña”.
“Ustedes serán mis testigos de que este Gobierno será un defensor de la Constitución, de la democracia y la libertad. Es una promesa no de un partido, no es la palabra de un hombre, es un juramento ante Dios”, afirmó en un video que publicó en las redes sociales, luego de enterarse que había sido electo como nuevo Presidente de Brasil.
¿CONSPIRACIÓN?
Para algunos especialistas y políticos el ascenso de personajes de la derecha en la región, no todos similares entre sí, tiene que ver con una teoría conspirativa para alejar a los líderes de izquierda latinoamericana. Esta versión señala que, bajo el nombre de Plan Atlanta, un grupo de empresarios, políticos y dueños de medios de comunicación habrían planificado en esa ciudad estadounidense los lineamientos de un programa para armar causas judiciales, apoyados en un fuerte operativo mediático, y lograr destituirlos o que no puedan volver a presentarse a elecciones.
La derecha con un fuerte discurso de mano dura, de exclusión de los pobres, homosexuales, mujeres e inmigrantes, un mensaje que no se atrevían, al menos, a decirlo públicamente en las últimas décadas, volvió para instalarse ya no solo en la región, sino en el resto del mundo con personajes como Trump en Estados Unidos o Duterte en Filipinas. Habrá que estar atento y no subestimar a la ultraderecha, todavía no sabemos de lo que es capaz de hacer para lograr lo que quiere.
(*) Periodista especializada en política internacional.
Artículo publicado en La Vanguardia Digital el lunes 29 de octubre de 2018
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