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Recibiendo el diploma.

A 40 años de la desaparición de Dina Nardone

El 10 de noviembre se cumplieron cuatro décadas de la desaparición forzada de Dina Ana María Nardone Yrigoyen, una de las víctimas uruguayenses del terrorismo de Estado. La homenajeamos publicando por primera vez una investigación sobre su vida realizada en 2005 por tres estudiantes de la "EPNM 110 América" bajo la tutoría de la profesora Araceli Traverso.

 

Una de las cartas de Dina.

 

Por PATRICIO GONZÁLEZ, LEONARDO GOUDARD Y PABLO MEDIZA

 

En 2005, un grupo de estudiantes de la Escuela Provincial de Nivel Medio 110 América investigaron la vida de Dina Ana María Nardone Yrigoyen, una de las víctimas uruguayenses del terrorismo de Estado. Su trabajo fue premiado en un concurso organizado por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia. El premio consistía en la publicación del trabajo, pero eso nunca sucedió, hasta el día de hoy, en que sus autores decidieron darlo a conocer a través de El Miércoles Digital.

La investigación fue realizada bajo la tutoría de la profesora Araceli Traverso, quien además realizó el prólogo con el que encabezamos la presente publicación, dado que sus conceptos tienen total vigencia (sólo que Pablo, uno de los estudiantes que realizó el trabajo, ya es profesor de historia; y que la mamá de Dina ha fallecido).

El trabajo fue titulado por sus autores “Una lucha por la libertad con aroma de azahares”, y dedicado in memoriam a la propia Dina (nacida en 1955 y detenida-desaparecida en 1978, en la Capital Federal). Los autores de la investigación fueron los entonces estudiantes Patricio González, Leonardo Goudard y Pablo Mediza, contando como docente tutora con Araceli Traverso, profesora de Historia y Educación Cívica. Está fechado el 31 de octubre de 2005.

El texto se publica en forma completa, salvo el capítulo introductorio que analiza y contextualiza la situación que se vivía en nuestro país antes y durante la última dictadura militar, aspectos que a esta altura resultan conocidos por el público.

 

PRÓLOGO

Por Araceli Traverso

 

Resulta para mí una múltiple satisfacción prologar el trabajo de mis alumnos de la EPNM Nº 110 “América”. En principio porque surgió de ellos transitar el camino de la investigación histórica recuperando la vida de una joven de nuestra ciudad: Dina Ana María Nardone Yrigoyen.

Por otro lado me permitió compartir con ellos espacios nuevos: momentos, mates, charlas, diferentes criterios y sus deseos. Además en estas tardes tuvimos la oportunidad de conocer y querer a la mamá de Dina, la artista plástica Ana María Yrigoyen de Nardone, una mujer singular, llena de vida y con un temperamento especial que le permitió y permite luchar por la verdad sin llenarse de odios. Conocimos a su hermano Pepe, artista popular profundamente comprometido con la verdad y justicia.

Descubrimos en Dina Nardone, a una joven paradigmática de los años 70, donde la frescura, la inteligencia, la responsabilidad, el afecto familiar y su compromiso personal con su vida y estudio la hacen, verdaderamente un ideal a seguir para muchos.

Toda la familia.

Es por estas y otras razones, quizás más personales, que compartir este camino con mis alumnos: Pablo, futuro profesor de historia, Leonardo y Patricio, resultó gratificante y enriquecedor.

Y porque como dice don Arturo Jauretche: “Interrogamos al pasado para obtener la respuesta del futuro, no para volver a él en melancólica contemplación o para restaurar formas abolidas, sino para que nos enseñe cuáles son los métodos con que se defrauda el presente e impedirlo”.

 

INTRODUCCIÓN

 

Corren los días de la primavera del año 2005 y se hace necesario una vez más correr el velo tenue de la historia para recuperar la presencia de una entrerriana por adopción, la de una hija dilecta de Concepción del Uruguay, Dina Ana María Nardone Yrigoyen.

Su madre, Ana María de Nardone y su hermano, el músico, Pepe Nardone nos desgranaron, en conversaciones al amparo de un grabador y una calidez siempre presente, retazos de una historia de vida que están en cada rincón de su casa familiar y en cada relato que recupera su presencia-ausencia.

Dina Nardone es una de las victimas del terrorismo de estado, es una joven de Concepción del Uruguay que forma parte de los miles de ciudadanos argentinos detenidos-desaparecidos. Es una más de las ciudadanas argentinas que sufrieron: represión, persecución, detenciones ilegales y torturas nunca antes concebidas en la historia de nuestro país. Este terror aplicado en nuestra o sobre nuestra sociedad y las vergonzosas desapariciones de personas que nos hicieran tristemente “famosos” en el mundo tuvieron precedentes en los gobiernos anteriores a la dictadura militar.

Este trabajo tiene una misión: no olvidar y no perdonar a quienes fueron responsables, cómplices y aberrantemente también argentinos.

Dina en familia.

Dina Ana María Nardone Yrigoyen

En medio de los terribles días y al finalizar el año 1978, más precisamente el 10 de noviembre, desapareció en la ciudad de Buenos Aires, la joven estudiante de quinto año de medicina, ya casi una médica, la entrerriana por adopción, Dina Ana María Nardone.

En los últimos albores del gobierno peronista y previo al terrible golpe de estado, más conocido como la Revolución Libertadora, encabezado por el general Eduardo Lonardi, que el 20 de septiembre de 1955 derrocó al gobierno de Perón, el 17 de abril de 1955 nació en el Sanatorio Luna de Flores, en la Capital Federal, una niña, la segunda hija del matrimonio compuesto por Ana María Yrigoyen y Elio Nardone, a la que llamaron Dina Ana María Nardone Yrigoyen. A poco de nacer se mudaron a San Justo, en provincia, por necesidad de un lugar más amplio para la familia que había crecido.

Dina nació en el seno de una típica familia de clase media trabajadora. Su padre, Elio, era empleado del Banco Nación, tenía un carácter duro y hasta algunos rasgos –propios de la época– de autoritarismo familiar. Su madre, profunda cristiana, era un ama de casa que criaba y era feliz con sus hijos a los que amaba profundamente. Tuvo dos hermanos, Antonio, el mayor y Alfredo, más conocido como Pepito o Pepe el menor. Dina fue una niña alegre, vivaz, amante del deporte y muy cariñosa con sus hermanos.

Sus primeros estudios los realizó en una escuela religiosa de Capital, en el Instituto “María Ana Mogas”, dirigido por Religiosas Terciarias Franciscanas. Allí año tras año aprobó con excelentes calificaciones todas las materias. En su libreta de 1er grado Inferior, amorosamente conservada por su madre, se puede leer todavía: “Tu aplicación y conducta merece mi felicitación. Eres una excelente alumna” firmado por su maestra Sor Juana Álvarez. Así ocurre lo mismo con su libreta de 1ro Superior  y 3er grado.

Más tarde es alumna del Instituto Privado Mariano Moreno poco antes de instalarse en Concepción del Uruguay. Al finalizar el año 1964 su familia decidió trasladarse a la ciudad de Concepción del Uruguay, donde una vida más tranquila y afectos familiares esperan a la familia Nardone.

Dina comenzó el año 1965 cursando en el turno mañana de la Escuela Normal Mixta Mariano Moreno y viviendo en la nueva casa de la calle San Martín de la ciudad de Concepción del Uruguay. Una vez más Dina fue una excelente alumna que estuvo continuamente en el Cuadro de Honor como lo atestiguan sus libretas de grado de aquella época. En 1967 Dina egresó de la Escuela Normal. Para esos días Dina era además de una excelente alumna, una preadolescente con inquietudes varias: era alumna de Audicana, donde aprendió sus lecciones de inglés, y del Conservatorio “Ibero Americano” donde conoció los secretos del piano y obtuvo calificaciones de sobresaliente y medallas en consecuencia.

Durante 1968 Dina comenzó a transitar su escuela media como alumna del entonces llamado Colegio Superior del Uruguay Justo José de Urquiza, más precisamente de la Sección Comercial Anexa del turno tarde. Una vez más fue una excelente alumna como nos dejan constancia sus notas en las libretas.

Pero era Dina también una adolescente que sufrió lo que consideraba una injusticia. Nos relata su madre que cuando Dina cumplió sus quince años, quería una fiesta en su casa con sus amigos, pedido que no prosperó y que encontró la negativa de su padre, quién pensó que lo mejor sería una fiesta familiar de personas mayores y no con adolescentes. El día de la fiesta familiar, estaban todos los parientes en la casa, ella lucía un vestido especial que le había realizado su mamá, entró al comedor familiar, preciosa como estaba, saludó a todos, tomó sus cuadernos y se fue a estudiar inglés. Nos dice su mamá que se enfrentaba al padre cuando consideraba que éste era injusto a pesar del inmenso afecto que le tenía.

Dina egresó en el año 1972 del Colegio Justo José de Urquiza como Perito Mercantil pero ya había rendido el examen complementario para Bachiller, ya que había decidido seguir estudiando la que había sido la carrera elegida por su padre, pero que no había podido estudiar por problemas económicos: la carrera de medicina.

El lugar elegido fue Buenos Aires, donde ya se encontraba su hermano Antonio estudiando ingeniería. Dina se alojará en una Residencia Universitaria Católica de las Damas Vicentinas, llamada “El Centavo” en Juncal 1264 que se encontraba a tres cuadras de la Facultad de Medicina.

Dina con papá Elio en el baile de egresados.

Desde el comienzo fue una alumna disciplinada y estudiosa, como ya lo había sido antes y no sólo se dedica a la medicina sino también aprendió alemán según nos cuenta su madre.

Todo el tiempo mantiene contacto con sus padres a través de cartas y mensajes que se enviaban con conocidos que viajaban a Concepción del Uruguay o través del correo. Su madre la visitaba frecuentemente, se quedaba con ella en la Residencia Universitaria, que tenía según nos cuenta su mamá, un hermoso comedor y habitaciones individuales. Hemos leído parte de sus cartas y en ellas se observa una tremenda responsabilidad en sus estudios, en el cuidado del dinero y una fuerte añoranza por su gente en Concepción del Uruguay.

En una carta con fecha 17/6 pero sin año, Dina, muy contenta les comenta a sus padres “una noticia”: que es parte del Coro de la Universidad de Buenos Aires. Les cuenta que los ensayos son martes y domingos, los martes en el Colegio Nacional Buenos Aires y los domingos en la Basílica de Santo Domingo. Su pasión por la música no la ha perdido nunca y por el contrario les comenta a sus padres que la Basílica “tiene un órgano que es una barbaridad”. Dinita les cuenta que ingresó al coro de inmediato: “Lo más lindo que ni me probó y en cuanto llegué me dio una partitura y a cantar ahí no más”.

Aquí también le pide algunas ropas a su mama para que le envíe: la camisa de corderoy celeste y el chaleco de gamuza, y que si puede también “naranjas y limoncitos (jajajaj)” y que le alargue el tapado que le ha quedado corto. Les cuenta que el fin de semana ha estado practicando tenis y softbol en la ciudad universitaria. También dice que la materia que más le gusta es Química, sin dudas, y “por suerte la entendí de entrada y con una ayudante que es bárbara, sabe mucho y explica muy bien”. Se despide pidiendo que le escriban todos.

En otra carta a sus padres, fechada el 8/7/1976 les comenta que no consigue todavía el libro de Patología, que tiene el dinero para pagarlo pero que piensa que lo utilizará para abonar el reajuste del alquiler del pensionado donde vive, a su vez piensa que quizás cuando llegue el libro no tendrá el dinero y que no sabe qué hacer al respecto. Les cuenta que con Blanquita, una familiar que no ha estado bien de salud, no ha podido estar porque se lo ha pasado estudiando y que había estado un día con ella y les dice: “Me defendí bien como enfermera y no hubo mayores problemas”. También les dice que tiene muchas ganas de ir a Concepción pero que las fechas de exámenes no le dan respiro y se pasa todo el día estudiando. En esta carta les pide a sus padres que les envíen leche en polvo, ya que su tío y tutor, el médico Ovidio Nardone, le ha indicado una dieta estricta: nada de café, mate, té, salsa y cosas fritas. Su problema gastrointestinal no le da tregua, y su tío aconseja una dieta basada en leche, tendrá que sacarse “radiografía de estómago y vesícula”. Ella hace su autodiagnóstico y piensa que su problema es de origen nervioso, ya que todos los días anda “de acá para allá” y que Patología la tiene estudiando todo el tiempo. Con respecto a la dieta, les comenta que la salva una sopa, llena de zanahorias y zapallo, que le dan en el pensionado. Les pide a sus padres que junten monedas de $ 1 para el teléfono.

Una de sus últimas cartas de fecha 26/09/1978 la encontró preparándose para comenzar a estudiar la materia Otorrinolaringología y haciendo un curso sobre Urgencias en Medicina Interna que organizaba el Laboratorio Bagó en el Sheraton. Para noviembre de 1978 pensaba hacer también un curso de Bagó, Urgencias en Pediatría, lo cual según ella le vendría muy bien ya que en la guardia se presentaban muchas urgencias con niños. En esta última carta hace mención al incremento del costo de la pensión donde residía y reflexiona que en comparación con otras la misma era barata y dice sobre el fenómeno del incremento de precios, una afirmación qué realizarán muchos argentinos a lo largo de los años: “¡Esta inflación no va a parar jamás”. Les cuenta a sus padres que ha visitado el Planetario y que fue a ver ‘La vía láctea’ y al respecto dice: “¡Es muy interesante y barato! “. Les pide a sus padres que le envíen jabón, té en saquitos, colonia, algodón, etc., y hojas para hacer los apuntes. Quiere saber por el viaje de Pepito a Bariloche y pide que éste le escriba para contarle sus impresiones.

La última carta que guarda su madre de Dinita antes de su desaparición, está fechada el 29-09-1978 y allí le cuenta que rendirá al día siguiente, el final de Cirugía, esperaba que le vaya bien porque era una materia muy larga. Ese día terminaba el curso de Urgencias en Medicina Interna de Bagó.

Dina estudiaba y trabajaba en una salita de primeros auxilios de provincia según nos relata su madre.

 

La desaparición

“Dina Ana María desapareció el 10 de noviembre de 1978 en circunstancias de disponerse a ingresar al Pensionado Universitario de la Asociación ‘El Centavo’, Juncal 1264, de acuerdo a lo manifestado por compañeras que la vieron por última vez. Había aprobado un examen parcial la mañana del día 10”, según el terstimonio de Elio Nardone en febrero de 1979. Un día después de que desaparecería su novio Francisco Natalio Mirabelli, quien según nos cuenta la mamá de Dina era ingeniero y tenía una fuerte participación política. Ambos fueron llevados a la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada, tristemente conocida por las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar. Hoy es Museo de la Memoria).

La última carta de Dina a su familia.

Su madre nos relata: la directora del establecimiento llamó a una tía de Dina, el día lunes, ella había desaparecido el viernes. Llamó porque estaba preocupada, la directora decía que Dina era muy cumplidora, que nunca había faltado y ahora no estaba. Al otro lunes llaman a los padres de Dina para avisarles que no estaba. Los mismos al recibir la noticia fueron a Bs As para hablar con distintos contactos y sustraerles información, pero nadie sabia nada al respecto.

“Efectuada la denuncia correspondiente en la comisaría 17ª. De la Cap. Fed. por las autoridades de la Asoc. “el centavo” y la señora Ana M. De Nardone.- Igualmente efectuaron la denuncia ante el jefe de Área 124 con asiento en C. del Uruguay Tte. Coronel Noé el padre señor Elio Nardone, el Dr. Miguel Angel Gonella y el Sr. A. Ruiz Díaz, abogado y gerente de la suc. Del Banco de la Nación Argentina en C. del Uruguay donde el Sr. Nardone se desempeña como jefe del área”,  así expresa el papá de Dina, en 1979.

Regresaron a nuestra ciudad y antes de navidad un militar se comunica por teléfono al domicilio del Dr. Ovidio Nardone, tutor y familiar de Dina, diciéndole: “Mire, Dina esta acá, la vamos a dejar en libertad a fin de año”. Con este comunicado los padres regresan otra vez, con la esperanza que la iban a dejar en libertad, pero nunca llegó. Ellos estuvieron pegados al teléfono durante 15 días y nada.

Ana María, mamá de Dina.

Siguieron haciendo gestiones, concurriendo a Plaza de Mayo, pero sin novedades. La madre un día se dirige a la señora Graciela Fernández Meijide, que ya estaba vinculada con los derechos humanos, para hablar con ella. Ella misma le dice que había recibido una carta de Norteamérica de una chica que estaba en la ESMA con Dina. En la misma decía que la llamaban “la médica”, que estaba bien, no la trataban mal y atendía las urgencias que ellos le pedían. También que a Dina la iban a dejar en libertad pero ella puso condiciones, que lo soltaran al novio.

Su mamá reflexiona al respecto: por esas condiciones Dina no se encuentra más entre nosotros. Lo ultimo que se ha escuchado de la voz de Dina fue cuando habla (supuestamente de la ESMA) con una prima de su padre, la cual le dice y le pregunta: “Hola Dinita ¿como estas?”, a esto Dina responde: “Bueno acá estoy, lo único que no puedo hablar. Dales saludos a todos”.

Aquel fin de año de 1978 fue el más triste para la familia Nardone. Su madre viajaba constantemente a Buenos Aires, ella nos cuenta que todo el tiempo tenía la sensación de ser vigilada en su casa, en los viajes a la Capital Federal.

Su esposo Elio la acompañó algunas veces pero como era el sostén familiar debía seguir en el banco. Su hermano Antonio, aterrorizado dejó su carrera de ingeniería y huyó a Brasil radicándose en San Pablo; nunca regresó salvo para visitar a su familia. Alfredo o Pepito terminaba su secundaria, no tuvo acto de colación ni fiesta de egresados y desistió pese al deseo de su padre de realizar la carrera militar. Años más tarde falleció su padre. La familia prosiguió por todos los canales correspondientes con los recursos jurídicos para saber la verdad de la desaparición de su hija Dina. El cambio de las condiciones históricas y políticas –que surgen como consecuencia de la decisión del presidente Néstor Kirchner de avanzar en la lucha contra los crímenes perpetrados por la dictadura militar– permitieron en parte que el Congreso sancionara la nulidad de las funestas Leyes de Obediencia Debida y Punto Final del gobierno del presidente Raúl Alfonsín. Más tarde la Justicia dictó la inconstitucionalidad de los indultos a los militares del gobierno de Carlos Menem. La Corte falló más tarde que el punto final y la obediencia debida son inconstitucionales, en consecuencia que las leyes no tienen ningún efecto. Ahora podrán ser juzgados sin trabas y condenados por su participación en el terrorismo de Estado. “La Corte Suprema decidió [...] saldar una enorme deuda institucional al declarar la inconstitucionalidad de esas normas. También reconoció la validez de la ley del Congreso que las anuló hace dos años. El máximo tribunal dejó sentada la obligación estatal de investigar y sancionar los crímenes cometidos durante la última dictadura tal como establecen los tratados internacionales sobre derechos humanos que la Argentina suscribe históricamente. Nada, advirtió, puede oponerse a esa tarea. Y cualquier amnistía, señaló, es inadmisible”, se informó.

Estas medidas abren una luz de esperanza para que, a pesar del irreparable paso del tiempo, se sepa la verdad. Hoy la familia Nardone prosigue su búsqueda de verdad y justicia. La consigna: “Con vida se los llevaron, con vida los queremos” sigue vigente, hoy más que nunca.

 

CONCLUSIÓN

Podemos manifestar al concluir esta investigación que hemos sido testigos privilegiados de una ciudadana argentina ejemplar, cuya vida y lucha tan falta nos hace en este presente que vivimos; donde los valores humanos que ella manifestaba los intentaron opacar en la sociedad de nuestro país.

Pero diremos que aunque hayan querido socavar a nuestro pueblo hasta nuestra actualidad, siempre hubo una luz en las tinieblas de nuestra historia, esa luz de la generación que quisieron exterminar.

Pero nosotros al haber conocido e interpretado los caminos de una de nuestras desaparecidas, hemos concebido sus huellas para que en el día de hoy podamos revivirla y aumente esa llama que comienza a iluminar nuevamente en nuestro país. Con esto queremos decir al respecto que cuanta enseñanza y ejemplos de solidaridad; para nombrar una de las tantas actitudes que ella brindaba, nos ha legado Dina Nardone.

Logramos apreciar la excelente personalidad que congregaba en si misma, siempre exigiéndose, superándose día a día, pues se puede comprobar que al haber finalizado una meta intachablemente, se exigía más para la próxima.

Sus notas, sus logros; la forma en que aludían a ella sus maestros o quienes tuvieron la dicha de intercambiar vivencias en su vida, nos demuestra que clase de persona se ha querido acallar. Como su hermano Pepe Nardone, u otros que vivieron esos años oscuros de Argentina y que hemos conocido a lo largo de esta investigación nos remarcaban fervientemente ¡que triste y llanamente han logrado sepultar a una generación de jóvenes pensantes, concientes, desinteresados, para que heredemos un país y una sociedad desunida.

BIBLIOGRAFÍA

Canessa, Serrano, Paura. Historia Polimodal.Nro 7 La Argentina: ¿un país a la deriva? Desafíos y alternativas (1930 hasta la actualidad) Editorial Longseller. 2002 Buenos Aires

Dussel, Inés, Finocchio, Silvia y Gojman Silvia. Haciendo memoria en el país de nunca más. Eudeba. Buenos Aires, 2003.

Enciclopedia Planeta De Agostini, Edición 2004.

Historia de las Madres de Plaza de Mayo. Editora Página12 s/fecha de edición.

Historia Universal de Clarín. Fascículo 18. Ediciones 2004.

Kimel, Eduardo y Ruiz, Ma del Carmen. 20 años de historia política argentina. RR Ediciones SRL. 1988.

Nunca Más. Informa de la CONADEP. Eudeba, 1997. Buenos Aires

Ravina, Aurora. Directora. Historia Argentina. Editora Página12 2000. Buenos aires.

Internet:

http://www.cidh.oas.org/countryrep/Argentina80sp/Cap.3b.htm Informe de país Argentina 1980 Capítulo IIIb.

www.clarin.com.ar

www.viva.com.ar

www.desaparecidos.org

www.pagina12.com.ar

Vídeos: Mala Junta

 

Agradecimientos:

  • A la Sra. Ana María Yrigoyen de Nardone y su hijo Pepe Nardone, familiares directos de Dina Ana María Nardone por abrirnos su casa y aportarnos valiosa información testimonial, fotos, documentos, etc.
  • El Sr. Carlos Martínez Paiva, por sus aportes en las entrevistas realizadas y estar siempre dispuesto a colaborar con sus conocimientos.
  • La Profesora Araceli Traverso, por el acompañamiento y las horas brindadas en el transcurso de esta investigación.
  • El Prof. Javier Lescano por el material periodístico.
  • A la mamá de Pablo que nos brindó las horas de la siesta para hacer el trabajo y a todos los que de alguna u otra forma nos alentaron en el mismo.
 

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