Gerard Vinkers es un ciudadano del mundo: holandés de nacimiento, criado en el Uruguay y en la Argentina (hizo su primaria y secundaria en Concepción del Uruguay), residió también en España y Estados Unidos, y hoy está radicado en su país de nacimiento. Esta semana votó en Holanda, por primera vez. No solo autoridades: también se votaba por el agua. Y en estas líneas cuenta su experiencia.
Por GERARD VINKERS, especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL
“Tengo 50 años y voté en Holanda por primera vez. Llegué a Holanda –mi país natal– el 24 de octubre de 2018, y desde el momento en que me registré con una dirección holandesa, estoy incluido en el padrón de votantes. Una semana antes de las elecciones me llegaron dos credenciales para poder votar, junto con el pasaporte o alguna identificación.
“Acá no hay quince o veinte boletas de cada partido sino una sola planilla donde figuran todos los candidatos, y uno debe marcar por cuál vota”.
Una de las cosas novedosas, fue que voté en una antigua escuela, que es ahora un campo de tenis, ubicado en Schipborg. A 20 kilómetros de la ciudad de Groningen. Específicamente voté en la cantina. Me recibieron un presidente y tres personas más en la mesa de votación, quienes me dijeron “buenas noches” en castellano, seguramente porque vieron mi pasaporte otorgado en el consulado de Madrid. Yo les agradecí con un “gracias” la cortesía de que me saludaran en uno de mis idiomas.
No había ningún policía cerca; estaban dos personas votando en gabinetes tipo cabina de teléfono, improvisados con madera. Un lápiz rojo atado con una piola y una planilla con unos diez partidos diferentes. Acá no hay quince o veinte boletas de cada partido, como en la Argentina, sino una sola planilla donde figuran todos los candidatos, y uno debe marcar por cuál vota. Como en el Uruguay. Eso se conoce como boleta única, es un sistema tan sencillo como seguro, y que por razones que ignoro, en Entre Ríos todavía no se aplica, según me cuentan.
Haber votado en Holanda me sorprendió un poco, porque creí que era todo más tecnológico. Es un país en que la tecnología está muy avanzada, en donde los niños pueden jugar con la tecnología del futuro: pizarras digitales, computadoras y banda ancha. Y Holanda fue el primer país en incorporar el voto electrónico. Pero luego leí que se volvió al papel por seguridad: el voto electrónico puede manipularse, en cambio el voto en la planilla única de papel, no se puede alterar.
“También se votaba, en otra planilla, otra cuestión muy importante: quiénes administran el agua”.
En Holanda todo el mundo tiene una agenda, de tres meses por delante como mínimo. Creo por esa razón se hacen las elecciones un día de trabajo, para asegurarse que cada uno esté en su región y que no se tomaron un avión y se fueron de vacaciones a Francia, por ejemplo. Votar no es obligatorio, pero votan todos, o casi todos. Yo trabajo en una planta de biogas. En Holanda un gran problema es qué hacer con la bosta de vacas, gallinas y residuos orgánicos. Y se produce gas con ellos en un proceso de fermentación no muy complicado pero con grandes instalaciones. En mi trabajo, por ejemplo, votaron todos. También mis familiares, mi tía y primos.
Se elegían autoridades provinciales. Pero no solamente eso: también se votaba (al mismo tiempo pero en otra planilla) otra cuestión muy importante: quiénes administran el agua. Aquí en Holanda hay como un ministerio del agua. Es muy importante. En Uruguay o Argentina se habla de mucho fútbol. En Holanda se habla mucho del agua, porque en gran parte de Holanda las ciudades más grandes están debajo del nivel del mar. Y desde hace muchos años se hacen obras con las que todo el tiempo se intenta “ganar” tierras al mar. Administran el nivel del agua, y por ejemplo se discute a qué se le adjudicará las nuevas tierras ganadas al mar: si a nuevas granjas, o a la industria, o al ocio o a viviendas. Es todo un tema territorial. De hecho el día de las elecciones trabajé y en el descanso consideramos si apagar o no las bombas de agua de la planta que bombean el agua del subsuelo hacia los canales para hacer unas zanjas y pasar unos tubos con cables. Por eso era una elección importante, ya que aquí en Holanda no hay tantos referéndums o consultas populares, como sí en otros países, el caso de Suiza.
Era mi primera elección en Holanda, y no conozco aun a los candidatos, así que confieso sinceramente que voté lo que me dijo mi tía que votara. Al centro. Porque hay buenas personas en todos lados. Y éste me pareció el más tolerante con los inmigrantes, el tema que me parece más importante en un mundo en el que resurgen discursos xenofóbicos, racistas e intolerantes. Luego, habrá que ver si hacen lo que dicen. Pero lamentablemente, ganó un partido populista, llamado Foro por la Democracia. Algo así como el fenómeno de Trump, pero holandés. De todas formas, con el voluntario que colabora conmigo en enseñarme holandés, que es militante político, hablamos de eso y me dijo que fue un voto castigo al actual gobierno. Y que así es la democracia.
“Lamentablemente, ganó un partido populista, llamado Foro por la Democracia. Algo así como el fenómeno de Trump, pero holandés”.
Así fue mi primera votación en mi país natal. Antes había votado, en España, pero no para las elecciones locales sino para las europeas. Esa vez sí la tuve más clara: el idioma y los años que viví allí me ayudaron a informarme mejor. En España voté en una oficina del ayuntamiento de Málaga por la representación española en el Parlamento europeo. En la Argentina no voté ¡ni para delegado del Colegio! Y en Uruguay sí, en algunas elecciones universitarias.
Fue lindo votar en mi país natal. Que es uno de mis países queridos, como Uruguay y la Argentina. Espero que a ustedes, que leyeron esta narración, les haya parecido interesante”.
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |