Este libro ayuda a descubrir los primeros tiempos de la colectividad judía que ha dejado un significativo legado y claramente su impronta en la ciudad, y reconstruir nuestra historia con voces lejanas y postergadas, que forman parte del entramado complejo de nuestra sociedad y de nuestra cultura.
Nota relacionada: Presentaron el libro “Los Judíos en Concepción del Uruguay”
Por BETINA SCOTTO
Este trabajo de Gustavo Sirota, al que respeto como historiador, un amigo con quien hemos compartido durante mucho tiempo espacios de trabajo, proyectos y por el cual tengo un profundo cariño.
Los judíos de Concepción del Uruguay. Una construcción comunitaria en un espacio urbano, es un minucioso trabajo de investigación sobre los orígenes de la organización comunitaria judía en nuestra ciudad. Investigación a la que dedicaron mucho tiempo, Gustavo y su padre, Benito Sirota.
Aparte de la bibliografía consultada, han realizado una búsqueda exhaustiva en periódicos, en bibliotecas, en archivos particulares y en esas fuentes invalorables que representan para nuestra historia los testimonio orales. Testimonios de aquellas personas que aportan sus historias de vida, sus recorridos personales. Y que quedan aquí, para que todos podamos conocer y apropiarnos de ellos.
La primera presencia judía , data de la época de Urquiza, quien diera un gran impulso a la colonización, posibilitando la instalación de un importante número de colonias agrícolas en la provincia. Se trata de Mardoqueo Navarro, Secretario y encargado de negocios de Justo José de Urquiza. A partir de aquí, recorremos la historia de los que -finalizando el S. XIX- venían huyendo de persecuciones y condiciones de vida inhumanas, tratando de encontrar un lugar de paz donde desarrollarse, donde poder conservar sus tradiciones, cultura y religión.
Los comienzos siempre son difíciles, aún más lo fueron para estos inmigrantes judíos que, al llegar a estas tierras, tuvieron que superar también el rechazo de ciertos grupos intolerantes y de alguna parte de la prensa tanto nacional como local, que alertaba sobre el peligro de las colonias judías, con costumbres y religión diferente que podían, según ellos, formar una nacionalidad aparte en el país. También estaban en contra de la red de escuelas hebreas, considerándolas antipatrióticas y antinacionales.
El criollo y el gaucho también rechazaron al comienzo a todo inmigrante recién llegado. Y aquí surge una cita inevitable: Alberto Gerchunoff, primer escritor judío en castellano moderno de la Argentina, que en su célebre “Los gauchos judíos”, y a través de sus 25 cuentos y relatos describe las costumbres de las colonias, las tradiciones y las dificultades que vivieron los primeros colonos judíos en Entre Ríos. Estos colonos y sus hijos fueron trasladándose a los distintos centros urbanos, como el caso de Concepción del Uruguay, donde pudieron desarrollar sus profesiones y oficios.
Superaron las muestras de intolerancia y lograron adaptarse rápidamente a una sociedad que estaba construyéndose.
Representa un valioso aporte para descubrir los primeros tiempos de la colectividad judía que ha dejado un significativo legado y claramente su impronta en la ciudad.
Podemos apreciar en las páginas de este libro los importantes aportes que la colectividad judía ha hecho a la ciudad y a la región. Hombres y mujeres que se dedicaron a la actividad filantrópica, cultural, comercial, política. Crearon escuelas, hospitales, bibliotecas, cooperativas, centros culturales, instituciones de beneficencia. Por los institutos de formación que ya existían en nuestra ciudad en el S. XIX, el Colegio del Uruguay, la Escuela Normal, la Escuela Nacional Profesional de Mujeres y La Fraternidad, pasaron alumnos y profesores que habían llegado principalmente de Europa del Este y de Rusia, con una sólida formación.
Gustavo nos narra cómo se creó en Concepción del Uruguay, el primer Centro Cultural Israelita Kodimo, a comienzos del S. XX. La importancia que tuvo esta entidad comunitaria para el desarrollo de la colectividad judía. Les brindaba la posibilidad de vivir en esta nueva tierra, conservando sus preceptos religiosos y sus tradiciones. Y cómo desarrollaron sus actividades, en convivencia con otras colectividades de la ciudad. Cómo nació el Cementerio judío, las escuelas hebreas y el Centro Social Israelita Argentino. Cómo conservar la identidad judía a través de organizarse como comunidad, ha sido uno de los principales desafíos que emprendieron estos inmigrantes. Aferrados a su fe como frontera de fuego, nos dice Sirota, para poder sobrevivir, para conservar la memoria.
Porque este libro nos habla de la memoria, la que forma parte de nuestra identidad. De la memoria que lucha permanentemente con el olvido, su fuerte antagonista siempre acechando. Es un viaje al pasado para conservar la memoria colectiva, la suma de las tradiciones orales y escritas, de las expresiones artísticas y culturales y de todo aquello que forma parte de lo cotidiano.
Gustavo utiliza una prosa despojada, precisa, aporta datos, fechas, nombres de aquellos primeros inmigrantes judíos que llegaron a estas tierras. Menciona apenas la incertidumbre, las miserias y los sacrificios que tuvieron que soportar cuando llegaron a esta parte del mundo. Lugar que muchos ni siquiera habían escuchado nombrar, del cual desconocían el idioma y sus costumbres. Nos deja librado a nuestra imaginación lo que representaban esos viajes en barcos, el asombro y el miedo, la angustia y la esperanza, la nostalgia y la ansiedad.
Un libro para consultar, para encontrarse, para conocer. Representa un valioso aporte para descubrir los primeros tiempos de la colectividad judía que ha dejado un significativo legado y claramente su impronta en la ciudad. Nos ayuda a construir y reconstruir nuestra historia, nuestra memoria colectiva. A escuchar voces lejanas, postergadas, a descubrir y a comprender las historias de los que formaron y forman parte del entramado complejo de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Cómo sus costumbres, valores, creencias, cosmovisiones, ritos y prácticas modelan una red, un entramado del cual se alimentan y alimentan a todos los que formamos parte de ella.
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