Pamela De Battista presentó en Concepción del Uruguay su poemario “Cuaderno para Brujas”, premiado con el Fray Mocho de Poesía 2017. El evento, organizado por Editorial El Miércoles, tuvo lugar en el museo provincial Artemio Alisio, con una importante convocatoria de público. Además, la actividad estuvo acompañada de música en vivo a cargo de Romi Blanc y Daniela Velzi.
La edición del poemario estuvo a cargo de Editorial Entre Ríos, tras haber ganado el máximo galardón provincial en letras. Pamela De Battista es oriunda de Gualeguaychú, tiene 33 años y es profesora de Literatura, carrera que estudió en Concepción del Uruguay. Publicó su primer libro de poesía “Cuaderno para el agua”, en 2012, a través de la editorial independiente Singular. Ha obtenido premios locales y provinciales y actualmente forma parte del grupo literario Curanderas.
La presentación de la autora y su libro fue realizada por Clara Chauvín, periodista e integrante de Editorial El Miércoles, que aquí compartimos:
El linaje de las creadoras
La historia de la letras siempre pareció estar dictada por los hombres. Si pensamos en las grandes obras de la literatura universal, seguro lo primero que se nos viene a la mente es algún libro escrito por un varón ¿Y las mujeres? Somos la mitad de la población ¿Dónde quedamos en esa historia? Alguien pensó que el término “musas” era una buena forma de describir nuestro aporte a la creación. Un lugar pasivo, donde éramos idealizadas, juzgadas, hacedoras de un amor puro, único y exclusivo hacia ese gran maestro que podía proyectarnos en su trabajo.
Muchos personajes femeninos fueron creados en nuestro nombre, construyendo imágenes de mujeres inalcanzables que intentaban representar lo que debíamos ser pero no lo que queríamos decir. Afortunadamente, algunas mujeres rechazaron ser musas. Dejar ese rol de objeto de contemplación para ser sujeto creador.
Las creadoras rompieron con la estirpe de las heroínas románticas para asumir el papel odiado: las brujas. Tras ese linaje llegó Pamela De Battista, hechicera de las palabras, quien dice: “Soy la bruja madrina de las buenas jóvenes malas / de las señaladas Evas y Pandoras. / Creo en el instinto, / en el blanco gualicho de la leche, / esos cisnes que se estallan en la punta del pezón, / esa luna derretida en la boca de la cría”.
En una provincia de una gran tradición literaria en poesía, “Cuaderno para brujas” se alzó con el premio Fray Mocho que, tras casi medio siglo, por primera vez fue entregado a una mujer en ese rubro. Nada de esto es casual, en medio de una revolución que durante muchísimo tiempo fue silenciada y que hoy es imposible de callar sus gritos.
Pamela se hace carne de este presente de calles, casas y camas ocupadas por una marea de olas verdes y violetas. A través de su escritura cargada de energía sorora, retrata la fuerza con que las nietas de todas las brujas que no pudieron quemar remueven las estanterías: “Canta la aguja / se clava / sabe exactamente dónde / sabe exactamente cuándo, / gime el rojo retazo / entregado al relámpago puñal / que lo penetra / que lo transforma. / De esta unión ya no se vuelve / ya no / hay vuelta atrás”.
El prólogo del libro, a cargo de Jimena Arnolfi, dice con buen tino: “Este libro hace cuerpo lo que declama. Da paso a esas experiencias, es sostén colectivo frente al oscurantismo. Hay una enorme y singular fuerza en la voz de Pamela De Battista. Su escritura es pura potencia en tanto pone en jaque los códigos restrictivos, la normatividad, lo binario”.
La poesía es uno de los géneros con mayor introspección en la literatura, donde quien escribe se devela ante mundo. Leyendo sus poemas pude conocer un poco más a Pamela, pero también pude encontrarme, a mí y a las compañeras. Cuando hablamos, cuando decimos, nos encontramos y eso lleva a hermanarnos en un mismo aquelarre.
“Esta hija del diablo ríe con todo el cuerpo / con una carcajada / desde la boca hasta el sexo / con los pechos galopantes de tanto carcajeo / porque llueve con sol y va a casarse desnuda / con sus demonios, / con sus amantes”, escribe Pamela con rabia y amor, amor a la vida y la libertad. Eso que muchas veces nos quieren negar como si no fuese nuestro derecho, pero que nos lo apropiamos igual.
Esta autora entrerriana nos invita a leer, a través de poesías, parte de la historia presente y que construimos juntas todos los días. Las letras pasean en un Litoral cargado de un linaje de brujas que no duermen ni durmieron. Madres y abuelas, piqueteras, travas, putas, lesbianas. Las del pañuelo verde que se adueñan de las calles y de sus propios cuerpos para hacer avanzar la historia y también para escribirla. Porque no hay nada más político que el uso de la palabra, que hable, diga y moleste.
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