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CAUSA PC

Con tres declaraciones cerraron las testimoniales en el juicio al “Moscardón verde”

Este jueves por la mañana se desarrolló la segunda jornada del juicio por la “Causa PC” en el Tribunal Oral Federal (TOF) de Concepción del Uruguay.  Se investigan la denuncia de tres militantes del Partido Comunista (PC) en La Histórica, en los ‘70: haber sufrido detención y privación ilegítima de la libertad, y torturas  físicas y psicológicas. Declararon tres testigos. El 19 de noviembre serían los alegatos de las partes.

 

Informe: JORGE RUBÉN DÍAZ de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Fotos: VALENTÍN BISOGNI

 

La causa es por tres militantes activos del PC en la década del 70. Carlos Julián Stur, Juan Bautista Echeverría y Eladio Bochatay denunciaron que los habían golpeado en diferentes ocasiones pero lo peor fue en enero de 1978 tras una detención ilegal, en una noche en Banco Pelay, fueron llevados a una casa en las afueras de la ciudad. Allí  fueron sometidos a golpes de puño y con “manoplas de acero”, picanas eléctricas, simulacros de fusilamiento y, tras sus liberaciones, un permanente hostigamiento por su accionar político.

Acusan por esto al ex efectivo de la Policía Federal Julio César Rodríguez, a quien apodaban Moscardón Verde, y a José Luis Palacios, ex integrante de las Fuerzas Armadas (ya fallecido). En las declaraciones de dos de las víctimas señalaron que una casa ubicada cerca de la Ruta 14 –hoy autovía-, cerca de Concepción del Uruguay, funcionó otro centro clandestino de detención de personas (Ver nota: Cerca de La Histórica: denuncian que una casa funcionó como centro clandestino de detención de personas ).

El tribunal está compuesto por los jueces Jorge Sebastián Gallino (presidente de la causa), Mariela Emilce Rojas de Di Prettoro (presidenta del Tribunal) y Osvaldo Facciano. La caratula está denominada “Gómez del Junco Néstor Alfredo y otros S/ privación ilegal de la libertad agravada e imposición de tortura (art. 144 ter)”.

La representación legal de Rodríguez está a cargo de la defensora oficial Julieta Elizalde; la fiscal que interviene es María de los Milagros Squivo. Los abogados querellantes son Lucía Tejera y Marcelo Javier Boeykens.

Hoy declararon Jorge Clemente Impini, Luis Alberto Díaz y Gabriela Alejandra Montesino.

 

IMPINI: “ENTRARON HACIENDO SONAR LAS LATAS”

El primero en declarar fue Jorge Impini, de 69 años, jubilado, apicultor. Él se encontraba en casa de Roberto Montesino el 14 de mayo de 1977 celebrando un cumpleaños cuando fueron “levantados” por la Gendarmería: “Entraron los milicos haciendo sonar las latas, como dijo (José) Hernández”, citó. “De ahí nos llevaron en un camión a Gendarmería”, prosiguió, y recordó que en la casa “le pusieron el caño (de un arma de fuego) en el estómago a la nena de Montesino” (en referencia a Gabriela, quien luego declaró en la causa).

Jorge Clemente Impini.

“Éramos ocho los detenidos. Después nos llevaron a la UP4, donde estuvimos presos hasta el 26 de mayo de 1977”. Con él estuvieron detenidos Echeverría, Bochatay, su hermano Raúl Impini, Roberto Montesino y Raúl Jauregui.

Aclaró que a él no lo torturaron en ningún momento, “pero a Carlos Stur sí”. “Cuando llegó a la cárcel tenía la espalda marcada”, aseveró. Luego amplió: “Varios meses después volvieron a allanar la casa de mis viejos, revolvieron todo, pero yo no estaba porque estaba trabajando. No se llevaron nada”.

Ante la pregunta de Gallino, dijo no saber nada de que hayan estado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional o de algún juez durante su detención.

Cree que todo sucedió por su “militancia en la Partido Comunista. “En ese momento tenía 27 años, hoy tengo militancia de jubilado”, graficó.

 

LUIS DÍAZ: “PERDÍAMOS LA NOCIÓN DEL TIEMPO”

Tiene 64 años y es apicultor. Su testimonio refuerza la existencia de la supuesta casa donde funcionó el centro clandestino de detención a pocos kilómetros de Concepción del Uruguay. Explicó que fue apresado en  un par de oportunidades en aquellos años, pero en la segunda ocasión se encontraba “bajo bandera”. Los llevaron a la Jefatura de Policía, frente a la Plaza Ramírez. En enero y febrero de 1978 los detuvo Gendarmería, que los traslado a Paraná, donde los tuvieron parados dos días. “Habíamos perdido la noción del tiempo”, contó. “Llevábamos cuatro o cinco días, mi madre viajó a verme, y nos dicen que nos llevan a la cárcel de Coronda”, relató. En Paraná se enteró de lo sucedido con Stur y Echeverría porque se lo hicieron saber en los interrogatorios. “Siempre estábamos encapuchados porque el terror de ellos era que le vieras la cara”, explicó, y dijo que cuando salieron les hicieron firmar un papel que los identificaba como militantes del PC.

Luís Díaz.

Después fueron “levantados” del bar que tenía su mamá y llevados a la casa fuera de la ciudad: “Eran como diez o 15 minutos en un camino que va a Colón. Yo calculo que era hacia la zona de la estancia San Joaquín, más o menos”, comentó. Allí, tanto él como su hermano –quien se llevó la peor parte de las torturas-  estuvieron también detenidos.

Reconoció a Rodríguez en la sala: “Sí, le decían Moscardón Verde porque siempre andaba en un Falcon verde. Mi vieja le había puesto  de apodo Cara de Caballo”, manifestó al finalizar.

 

GABRIELA MONTESINO DENUNCIÓ ROBOS DURANTE LOS ALLANAMIENTOS

El testimonio de Gabriela Montesino, hoy de 45 años y artesana, fue sobre los hechos ocurridos a mediados de julio de 1977 cuando, en su casa paterna y mientras se celebraba un cumpleaños, efectivos de Gendarmería irrumpieron para llevarse a su papá Roberto Montesino, a Stur y a Echeverría.

“Yo era muy chica, andaba corriendo por todos lados cuando eso ocurrió. Lloraba porque veía como se llevaban a papá, y a mi mamá le decían que si no paraba de llorar me iban a disparar, mientras me apuntaban con el arma”, reconstruyó con lágrimas en los ojos. Después recordó que durante días no supo nada del padre: “Estábamos presos en la casa porque no podíamos salir. Vivíamos en una quinta, ya que mis padres eran productores de verduras y hortalizas que se vendía en la ciudad, teníamos animales. Cada vez que mamá iba a darles de comer, al lado de ella iban dos o tres gendarmes. Estaban en la puerta custodiando”, detalló.

Gabriela Montesino.

Reconoció que todo eso repercutió en la familia con consecuencias graves: “Después, durante mucho tiempo mi mamá escuchaba el motor de un Falcon y se estremecía”. Posteriormente agregó un hecho que era muy habitual en las fuerzas represivas: el robo. “Cada vez que llegaba Gendarmería revolvían y se llevaban cosas materiales. No sólo buscaban material político, se llevaban cosas que consideraban que les servían. A mi mamá ‘se le perdieron’ cosas de oro, prendedores, lo que sea”.

Tras su testimonio de 15 minutos, aproximadamente, el Tribunal dio por terminada la jornada y la ronda de declaraciones. Citó para el 19 de noviembre a las 10, cuando se leerán los alegatos de las partes.

 

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