Iván Espeche Gil, el actor argentino que protagoniza la miniserie sobre José Artigas, el caudillo del Río de la Plata, que Canal Encuentro y la TV Pública estrenaron en octubre, fue entrevistado por el sitio uruguayo "De una folklore". En un extenso reportaje explica sus vivencias, su aprendizaje antes y durante el rodaje, "el artiguismo te deja una enseñanza, un legado, una persistencia" reflexionó.
Esta serie será también presentada en "TV Ciudad Montevideo".
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(*) Entrevista de EDUARDO NOCERA
−Artigas vivió por y para. Hay una gran diferencia entre componer a un auténtico conductor de pueblos que buscan su libertad y a un ser ficcional –dice Iván Espeche Gil, como examinando su interpretación–. Con Artigas la vara está mucho más alta; uno tiene que hacerlo lo mejor posible por uno, pero también por respeto a la gesta del artiguismo.
Es por esa gesta de los Pueblos Libres que “Artigas” es una bienvenida rareza para empezar a ponernos al día con las producciones nacionales sobre el federalismo revolucionario y su mentor. No pasa muy seguido que un relato histórico sea al mismo tiempo didáctico. “Artigas”, en cuatro capítulos de 40 minutos: “El señor que resplandece” (aludiendo a una definición del historiador uruguayo Gonzalo Abella); “El dulce grito de la libertad”; “El país de los artigueños” (como los denominaba el doctor Francia en Paraguay); y “El supremo parricidio” (correlación con el papel que le cupo a Francisco Ramírez en el desenlace del ciclo artiguista), cuenta la historia como si fuera un sueño de nuestra memoria colectiva (de ahí la insistencia del humo atravesando escenarios de batallas fantasmagóricas), utilizando como soporte documental un encadenamiento de mapas del itinerario de Artigas, desde Las Piedras hasta Candelaria, para ilustrar la continuidad de la acción propuesta por un narrador en off.
El eje del relato es la pesquisa de John Roberts (clara referencia a los célebres hermanos Robertson), un ex espía y comerciante escocés que, haciendo negocios y recaudando información para el Foreign Office, quedará deslumbrado por la figura carismática del Jefe de los orientales; en consecuencia, veinte años después de la derrota militar del líder de los Pueblos en armas (“la revolución dentro de la revolución”, como subraya la miniserie), acosado por las fuerzas del entrerriano Pancho Ramírez y las divisiones de Buenos Aires proveídas por Sarratea (las cláusulas secretas de los Tratados del Pilar, a las que la miniserie remite en sus minutos finales) que lo empujaron a un obligado asilo en la selva del Paraguay, Roberts entrevista a enemigos, familiares y colaboradores del padre de la Liga Federal; así conversa con el general San Martín y el sacerdote Dámaso Larrañaga, el secretario Miguel Barreiro, su hermana Martina Artigas, hasta sentarse ante el caudillo santafesino Estanislao López o frente el mismísimo virrey Elío: he ahí el recurso argumental que hilvana la acción, donde cada personaje muestra su idiosincrasia.
Además, Roberts se interna en la villa de Curuguaty, detrás de la huella paraguaya de Artigas, para encontrarse por última vez con él y vis a vis dilucidar las razones de su lucha por el igualitarismo social, por la unidad nacional contra las políticas centralistas y contra el avasallamiento de la Provincia Oriental por el Imperio portugués.
−En nuestra región rioplatense y en nuestro litoral, Artigas fue el primero en querer aplicar el sufragio universal y popular –prosigue Espeche, ahora enfocado en la trascendencia de la empresa artiguista–. Los criollos, los indios del campo, los negros fugados de la esclavitud, eran su familia, sus compatriotas, y a quienes en realidad él seguía porque compartía su identidad y sus sueños de soberanía; no es que lo seguían a él, sino que Artigas era un emergente de ellos. Quise interpretar a Artigas para poder tender puentes, para pensarnos los latinoamericanos como residentes de una ‘Patria grande’, para traer a Artigas de vuelta al presente. Porque como decía él en 1815, ‘naides es más que naides’, nadie es más que nadie, una frase eterna y actual, histórica y necesaria, en la cual creo absolutamente.
La grabación de la miniserie se extendió durante cuatro semanas en las ciudades de Córdoba, Gualeguaychú, Buenos Aires, Tacuarembó, Salto y Montevideo, con participación de un centenar de actores oriundos de provincias argentinas y departamentos uruguayos. Lo que pretende esta nota no es la crítica de la producción audiovisual, sino referir la conversación con un actor protagónico, cómo construyó su Artigas, que puede ser reconocido por algunas características externas, alto, de enormes ojos cristalinos y claros, voz grave y dramática, que toca la guitarra y canta durante los fogones políticos en una suma de guiños artiguistas para expertos. Un Artigas hombre, en definitiva el de Espeche Gil, más que el Protector de los Pueblos Libres articulando su Sistema, es decir, la confederación artiguense. En este caso con la ventaja de la similitud de su rostro con la versión clásica, tal como se imagina en la Argentina y en el Uruguay la cara y la compostura de José Gervasio Artigas a partir de la recreación decimonónica del pintor Juan Manuel Blanes. Un Artigas cercano, que tiene miedos, dudas e iras profundas, y un arco emocional que convulsiona su espíritu durante la década de compromiso con la democracia gaucha: este Artigas que pregunta, cuestiona, filosofa, y hasta por momentos lo ronda la idea de la derrota.
El actor detrás de Artigas
Iván Espeche Gil está a punto de cumplir 49 años, la edad de Artigas en el crucial 1813. Director, locutor y cantor, de sus treinta años de trayectoria en obras de teatro off, teatro infantil y comedias musicales, además de sus personificaciones de “el Mudo” Carlos Gardel y del escultor francés Auguste Rodin, destacamos sus actuaciones en “La señorita de Tacna” y “Parque Lezama” (teatro); “Juan y Eva” y “Yo soy así… Tita de Buenos Aires” (cine); y “Cibersix” y “La casa del mar” (televisión). Políglota consumado, habla castellano, inglés, italiano, portugués y alemán. Ha obtenido, entre otros reconocimientos, la Beca Fulbright y el ACE al mejor actor latino en Nueva York por su labor en las tragedias de Shakespeare. Como cantante de tango, realizó giras por Europa, India y Estados Unidos.
Proviene de una familia tradicional de Catamarca, de dilatado recorrido en funciones diplomáticas. Es sobrino de Juan Carlos Espeche Gil, autor del mítico libro "Federación o muerte, ¿orientales o uruguayos?", donde escribió que “el Proyecto Nacional Artiguista y de sus Pueblos Libres Federales, está confirmado por las declaraciones del Jefe, su conducta y la sangre de sus paisanos. Jamás soñó el general Artigas con una ‘República Uruguaya’, ni con la desmembración de Entre Ríos, Cuyo o Córdoba para convertirlas en ‘naciones’ ajenas a la Nación”. Con trazo firme, el tío Espeche Gil también fue un dibujante que resolvía sus obras con una sola línea, sin levantar el brazo. Sus Artigas son imágenes que hablan. Y el singular Artigas de su sobrino Iván también es como el dibujo de un trazo, de recorrido propio; y nos encontramos con él precisamente en la sala de videoconferencias del Comité Intergubernamental Coordinador de los Países de la Cuenca del Plata (CIC), para una emisión de radio-tv digital “De Fogón en Fogón”.
EN: Reviendo la miniserie, pensaba en la idea de unificación regional que pueden producir estos materiales, que yo veo como “reparaciones”. ¿”Artigas” podría ser una apuesta en tal sentido?
IEG: Te diría que la serie tiene un nivel de factura que ojalá haga que la gente reflexione, se emocione y conmocione. A mí Artigas me transformó mi propia versión de la región, me dio la posibilidad de repensar muchas cosas de la integración, lo argentino, lo uruguayo y lo rioplatense, te diría que hasta el Mercosur. Lo que produce el artiguismo es muy fuerte. Yo transité la región litoral y rioplatense como una patria común. En el mal llamado interior hay una gran proximidad entre la orientalidad y las identidades provinciales litoraleñas. Creo que entendí el regionalismo de ese hombre que pretendió consolidar un espacio geofísico que conforme un Estado-nación indivisible. Para los uruguayos es su prócer nacional, y en el caso nuestro es un prócer uruguayo, cuando en realidad en el origen de la Revolución ambas orillas del Plata planteaban una sola patria. Comprendí el valor que les daba a los Pueblos. Cada región debe autogobernarse. Es lógico. La autonomía de los pueblos. Elegir. Lo comunitario. En ese sentido, el triunfo de Artigas es rotundo. Prevalece y permanece, y va a seguir dándonos luz. Iluminando un posible camino. Es la llave para encontrarnos con nosotros mismos.
EN: Por lo que estaríamos ante la recuperación del artiguismo como un movimiento emancipatorio, transitando el bicentenario de su apogeo y su caída.
IEG: A Artigas podemos rescatarlo hoy para construir un mejor futuro. El Artigas de bronce está, el humano no. Artigas es coraje. Hasta que hay un momento en que acepta que su sueño de libertad es un imposible. Acepta que perdió. Acepta la traición. Sin las traiciones otra hubiera sido la historia. El acepta eso. No da el brazo a torcer pero lo acepta, y a mí me interesaba que se viera eso. Su fragilidad. Su capacidad de lucha contra viento y marea, ir a capa y espada en pos de sus ideales, ese seguir adelante y desechar cualquier otra opción, todo eso me parece admirable, maravilloso. Yo lo tomo como ejemplo para cualquier generación. Entiendo que pude conectar con Artigas, que pude recibir ese “permiso” para interpretarlo.
EN: Al interpretarlo, ¿sentiste la intransigencia de Artigas como una virtud?
IEG: (Se emociona) Me conmueve la coherencia, la consecuencia y la constancia en el hombre que fue Artigas. Absolutamente considero que su intransigencia fue su gran virtud, pero también su idealismo, el pujar por el establecimiento de su doctrina, su Sistema, la creación de la Unión de los Pueblos Libres; en definitiva, es lo mejor de él y también es su talón de Aquiles. Esa coherencia hasta sus últimos días. Coherencia ejemplar para cualquier líder, para cualquier gobernante. Conocerlo fue un hito en mi vida y en mi carrera. Tengo respeto y amor por Artigas. En el Artigas humano es donde yo me anclé para interpretarlo. (Pausa) Acá Artigas es un tapado y en hora buena ve la luz. Todavía no puedo creer que a los tipos de mi generación no nos hayan enseñado Artigas en las clases de Historia del secundario.
EN: ¿Cómo trabajaste lo físico y lo intelectual en aras de representar a Artigas?
IEG: Desde lo físico, además de buscar el parecido o el acento y tocar ciertas cuerdas con el debido uso del lenguaje, decidí tomar clases de equitación, porque necesitaba que mi Artigas fuera creíble. Leí mucho, sobre todo biografías. Por ser hijo de un diplomático, pude identificarme con su asilo en Paraguay, con esa sensación de tal vez sentirse un desterrado. Realmente me preparé lo mejor que pude, viendo documentales y buscando entender sus dichos desde una coherencia y un mensaje que había en sus palabras. Ahí es donde más me encontré con él, mucho más en sus palabras que en el dejarme crecer las patillas o teñirme el pelo. Lo más importante era la conexión con el alma de Artigas, era generar esa empatía como actor. Artigas para un actor tiene todos los condimentos. Fue un honor interpretar a alguien tan importante para nuestra historia. Todas las escenas fueron muy conmovedoras. Todo el equipo de filmación estuvo hombro con hombro con el objetivo de compartir con el público este personaje trascendental para la historia de los argentinos y de los uruguayos. Artigas te lleva a la acción solidaria. El artiguismo te deja una enseñanza, un legado, una persistencia.
EN: Este material, por cierto, se confeccionó de forma federal.
IEG: La productora es federal porque tiene base en Córdoba y Santa Fe. Y el personaje es federal, vaya si es federal. Quiero formar parte de esa transformación hacia una Argentina más hermanada, saludable, cooperativa, federal. Me importa que este material nos haga repensar toda la historia para atrás, pero sobre todo la historia que viene.
(*) La entrevista es reproducida textualmente gracias a la gentileza de su autor.
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