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El miedo y el fascismo

Es innegable el avance en el mundo de sectores fundamentalistas de derecha, de nacionalismos y populismos conservadores, e incluso de mezclas raras como la que expresa Bolsonaro, ese neofascista en lo social y cultural que es a la vez neoliberal en la economía y admirador de la derecha populista que gobierna Israel o del capitalismo autoritario chino, los modelos en donde parece querer mirarse.

 

Por A.S.

 

Dice Fernando Savater que es el miedo lo que explica ese avance de sectores y pensamientos retrógrados. Para el filósofo español, las personas somos capaces de cualquier cosa cuando tenemos miedo. Propone esta situación: imaginemos un auditorio repleto, listo para asistir a una ópera, o presenciar una película ganadora de un Oscar. De repente, por los micrófonos se anuncia que hay una alerta por incendio y hay que salir de inmediato del lugar, por una estrecha puerta de salida. No es difícil imaginar la escena ¿verdad? Hombres y mujeres en estampida pisoteando a quienes no alcanzaron la velocidad necesaria para no ser arrollados.

Savater lo presenta como un ejemplo contundente de que las sociedades, así como las personas, cuando sentimos miedo nos volvemos irracionales. No hay forma, asegura, de que podamos contener el torrente instintivo de nuestras emociones y nuestra biología, que nos impelen a sobrevivir, como sea. Savater pareciera estar diciendo algo parecido a una frase conocida, que en las redes se le atribuye al gran Bertolt Brecht pero que yo leí hace décadas en un libro de Dalmiro Sáenz, el escritor argentino: “No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado”. En este caso, tomando la palabra burgués en la última acepción que brinda la Academia: “Persona de mentalidad conservadora que procura la estabilidad económica y social”. Podría decirse que al menos una parte de esa definición (la búsqueda de la estabilidad) incluye a prácticamente toda la población. El miedo más extendido es a la zozobra, es decir a la inestabilidad (que puede tener múltiples caras, no solo la económica).

“Nuestros países deben juntarse no sólo para defender el precio de sus productos, sino también, para defender el valor de sus derechos..." 

 Ese miedo explicaría el crecimiento de las propuestas autoritarias. Esa sería la causa de la cada vez más frecuente aparición de nuevos gobiernos que vuelcan el platillo a la derecha en América Latina, pero también en el Norte, con claras orientaciones populistas de derecha, con discursos nacionalistas, con prácticas cada vez más xenófobas, hostiles a los inmigrantes pobres, con economías y sistemas políticos cada vez más cerrados. Enumerar la lista de los mandatarios inscriptos en esa tendencia, o de los países que gobiernan, da una inquietante verosimilitud a la profecía de Donald Trump en las Naciones Unidas: “El futuro”, dijo “no es de los globalistas. El futuro es de los patriotas. El futuro es de las naciones soberanas e independientes”.

 Un discurso muy agradable a los oídos de los nacionalistas bobos de todo el planeta, pero altamente preocupante para quienes se dan cuenta de que en el mundo contemporáneo no tienen posibilidades los países pequeños y débiles si no coordinan con sus pares, más cercanos o más lejanos. Como dijo Eduardo Galeano: “Nuestros países deben juntarse no sólo para defender el precio de sus productos, sino también, para defender el valor de sus derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás”.

 Galeano decía también algo profundamente filosófico: Que la riqueza se alimenta de pobreza, y la arrogancia se alimenta del miedo. Pero ¿podemos controlar el miedo? ¿Podemos vencerlo? Epicuro, uno de los grandes filósofos de la antigüedad, aseguraba que son los miedos el principal enemigo de nuestra felicidad. Y Jorge Fandermole nos recuerda en una hermosa canción que el miedo “muerde más que una jauría, detiene el pulso, el aliento y la voz”.

 El escritor alemán Ludwig Börne escribió que "el hombre más peligroso es aquel que tiene miedo". Si tenía razón, la pregunta que nos podemos seguir haciendo desde la filosofía es de qué manera podemos conjurar los miedos en una época que se caracteriza precisamente por la inestabilidad, por las transformaciones en terrenos tan lejanos y a la vez tan cercanos como la inteligencia artificial o las relaciones entre las personas. Epicuro dio una receta hace más de dos milenios, que enseñaba a perderle el miedo a lo que por aquella época causaba la zozobra y el temor de las personas. Probablemente algunas de ellas sigan siendo útiles aun hoy. De eso hablaremos la semana que viene. Quiera Dios o no quiera. Pero no teman, seguro que quiere.

 

(*) Esta columna sale los días viernes en la radio de la UNER 91.3, en el programa El Reverso, bajo el título "Filosofía y otras cuestiones que no le interesan a nadie". En esta ocasión se emitió el viernes 29 de noviembre de 2019.

 

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