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Daniel junto a sus compañeros Lautaro y Raúl, trabajadores en el sistema prehospitalario.

Coronavirus: cómo llevan el día a día quienes trabajan en la salud pública

Para ellos no ha habido cuarentena ni confinamiento: al contrario, han tenido que redoblar sus esfuerzos cotidianos. Son las personas que trabajan en el sistema de salud, son agentes sanitarios, médicas y médicos, enfermeros y enfermeras, choferes de ambulancia, instrumentadoras quirúrgicas, psicopedagogas. En esta nota, estos dieciséis uruguayenses que cada jornada deben preocuparse por su propia familia pero también por el resto de la comunidad, cuentan cómo es su día a día, qué esperan de las autoridades... y también de sus vecinos y vecinas.

 

Por A.S. de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Colaboraron: M.A.G., J.R.D., M.A.B. y V.B.

 

Para estas dieciséis personas no ha habido cuarentena ni confinamiento: al contrario, desde hace tres semanas han tenido que redoblar sus esfuerzos cotidianos. Son las personas que trabajan en el sistema de salud, son agentes sanitarios, médicas y médicos, enfermeros y enfermeras, choferes de ambulancia, incluso administrativos.

Tienen las mismas preocupaciones y problemas cotidianos que el resto de la comunidad, pero en lugar de quedarse en sus casas para cumplir con el distanciamiento social decretado en el marco de la pandemia por el Covid-19, estas personas tienen el desafío de redoblar su labor diaria porque son quienes sostienen el sistema de salud. Ese mismo cuyo colapso se quiere evitar con las medidas decretadas.

En esta nota, estos uruguayenses que cada jornada deben preocuparse por su propia familia pero también por el resto de la comunidad, cuentan cómo ven la infraestructura del sistema, opinan sobre lo que hay y lo que falta, narran su día a día. Y también hablan sobre lo que esperan de las autoridades... y de sus vecinos y vecinas.

Un dato central, que quizás habla bien de quienes no estamos lidiando de manera directa con las dificultades de trabajar en el ámbito de la salud: de manera unánime, todas las personas consultadas aseguraron que no han recibido ningún tipo de rechazo u hostilidad de parte de vecinos o del entorno comunitario. Al contrario: reivindican el apoyo y la simpatía que reciben. Con una salvedad que marcó una de las entrevistadas: “Quizás porque todavía no hay casos locales confirmados”.

Con ustedes: Omar, Johanna, Lucrecia, Soledad, Renée, Silvana, Daniel, Andrea L., Felipe, Gabriela, Claudio, Andrea T., Carlos, Agustina, Carlos P. y Paola.

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“De esta no se sale solo” (Omar)

Omar es médico y tiene 53 años. Su trabajo en salud está en el área cardiovascular, tanto en el sector público como privado. Dice que la infraestructura local, provincial, nacional e incluso mundial, siempre puede ser poca frente a una pandemia. “Hoy por hoy en nuestra ciudad tenemos, a base de haber tenido la información con anterioridad, la infraestructura preparada. Pero no se va a saber si es suficiente hasta que termine la pandemia”. En lo personal, asegura que no ha sentido ningún rechazo o distanciamiento de parte de la sociedad, aparte del distanciamiento obligatorio. “Mi día a día, por el momento, es el de trabajar y hacer la cuarentena. Tengo tres hijos que se encuentran en casa estudiando sus carreras universitarias virtualmente. Nos las arreglamos con mi mujer haciendo, aparte del trabajo habitual, el trabajo de la casa”. Del Estado, en sus tres niveles, solo espera “que esté a la altura de las circunstancias”. Y de la comunidad: “mayor responsabilidad y respeto por los demás. De esta no se sale solo”.

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“Ahora que todo gira alrededor del covid-19, no hay que olvidar que sigue habiendo personas con necesidades esenciales insatisfechas” (Andrea L.)

 Andrea L. es enfermera de planta permanente del Hospital Urquiza, desde hace casi 15 años. Actualmente está en el sector Maternidad y Ginecología. “Hasta acá, la infraestructura local está trabajando muy bien, preparándose para la eventualidad de que empiecen a aparecer casos. Nos está faltando unificar criterios, tal vez. Bajar protocolos claros para que todo el mundo en la institución los siga. Algunos servicios están mejor equipados, otros no tienen más que lo básico, y no en gran cantidad tampoco”. Sobre la actitud de vecinos y entorno, dice que no solo no ha sentido rechazo, sino que “mis vecinos, que lo son desde hace muchísimos años, me piden algún que otro consejo para manejarse”. Andrea tiene hijos “ya grandecitos. La mayor está aquí con nosotros, su hermano no pudo venirse, y quedó sólo en Buenos Aires. Mi preocupación es él, aunque sé que se maneja meticulosamente, me da temor no poder ir si le sucede algo. No tenemos problemas en el día a día, pero salimos solo un par de veces a la semana, concentramos las compras para no circular en exceso”.

 “Una vez que pase esto, que el Estado en los tres niveles abra el diálogo para mejorar las condiciones laborales y salariales para los laburantes de salud” (Andrea L.).

 Del gobierno nacional, provincial y municipal, “espero ante todo que provean los elementos fundamentales para la protección del personal de salud, seguridad y tareas esenciales. Que garanticen que tendremos lo necesario para protegernos ante la aparición de casos. También me parece necesario no olvidar otras necesidades esenciales de la gente, ya que hoy todo gira alrededor del covid-19, y nos olvidamos que siguen habiendo necesidades esenciales insatisfechas. Que no pierdan el foco”. Y añade, unos segundos después: “Agregá que, una vez que pase esto, el gobierno nacional, provincial y municipal abra diálogo para mejorar las condiciones laborales y se discuta mejoras salariales para los laburantes de salud”.

A la comunidad, le pide paciencia: “A los vecinos, les diría que por favor, sigan teniendo paciencia y sigan guardados. Es absolutamente seguro que estar en casa es lo que evita que propaguemos el virus. Me gustaría que nos cuidemos entre todos. No me gusta la idea de denunciar a nadie por no guardar la cuarentena, pero me da muchísima rabia que haya gente que aún no entienda que es lo único que podemos hacer todos para cuidarnos y para que nos cuiden a nosotros, porque al momento de enfermarse, los que vamos a estar peleándola, somos nosotros. Espero que entiendan la importancia del cuidado, sin entrar en el terror paralizante”.

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“A nivel local el sistema de salud, público o privado, está hablando el mismo idioma y muy coordinado para los posibles casos” (Daniel)

Daniel junto a sus compañeros Lautaro y Raúl, trabajadores en el sistema prehospitalario.

Daniel tiene 41 años y trabaja en el sistema prehospitalario: emergencias, urgencias, enfermería domiciliaria. A nivel de salud pública provincial trabaja en un hospital. Asegura que “a nivel local el sistema de salud está trabajando de manera conjunta, privado y público. Como así también en los centros de atención primaria de la salud, municipales o provinciales, y el Hospital Urquiza. Se está hablando el mismo idioma y está muy coordinado para la atención de futuros casos, casos dudosos o casos potenciales”.  Dice que siente “un compromiso muy grande, ya que mucho depende de nosotros, los que trabajamos en salud, que los compoblanos no entren en pánico y sepan las medidas correctas de protección personal. Siento la necesidad de ayudar y por eso hago un voluntariado con el área de salud municipal para control de las personas que están en aislamiento por haber estado en zonas de riesgos de contagio”. Daniel asegura que no ha sentido rechazo: “De la población recibo solo buenos augurios para la labor y estímulos para continuar con el trabajo que se viene realizando”.

 “Del gobierno provincial no espero mucho, espero no seguir decepcionándome. Del gobierno municipal, que siga como viene haciendo: somos hasta el momento la única ciudad de la costa del Uruguay sin casos” (Daniel)

 ¿Y en lo personal, cómo es el día a día? Daniel sigue contando: “Es un desafío ya que debo estar atento exhaustivamente a los cuidados personales para salvaguardar la salud de mi familia y la mía propia. Como la de mis compañeros de trabajo y la población toda. Por suerte mi compañera de vida es el pilar en que puedo apoyarme para el cuidado de mi hijo y es la que acompaña mi proceder diario”.

¿Qué esperas del Estado? “Del gobierno nacional, que acomode las piezas que están faltando para que esto realmente funcione como debe. Del gobierno provincial la verdad no espero mucho, prefiero no esperar y sorprenderme a esperar y seguir decepcionándome. Y del gobierno municipal, que continúe como lo viene haciendo, ya que somos hasta el momento la única ciudad de la costa del río Uruguay sin casos y con un control estricto de los casos potenciales”. El mensaje final es para la comunidad: “Lo que está faltando es mayor responsabilidad ciudadana, hay personas en algunos barrios que no están respetando el aislamiento y eso es un problema potencial ante la probabilidad de la circulación local del virus. A la comunidad, pedirle que sea más respetuosa de las pautas de aislamiento y que entiendan que es solo para el bien de todos nosotros. Gracias por el apoyo, a respetarnos y aislarnos”.

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“Pasé por todos los estados de ánimo. Mi aplauso es para mi terapeuta” (Lucrecia)

Lucrecia es médica, tiene 41 años y está en el área de nefrología. “En el ámbito público, veo que cada servicio tanto clínica médica, como UTi Hemodiálisis, se está preparando con protocolos e insumos. En el ámbito privado, con más tiempo de anticipación nos están instruyendo sobre cómo actuar frente a los posibles casos. No faltan insumos. En ambos lugares, trabajo tranquila”, dice ante la consulta. “En lo personal, creo que pasé por todos los estados de ánimos: angustia, mucho llanto, incertidumbre, ansiedad. Tengo mi terapeuta una vez por semana, vía teléfono. Y mi aplauso es para ella”. Lucrecia trabaja en Concepción del Uruguay pero es de Colón. Cuenta que a su familia la ve solo mediante videollamadas.

Sobre la relación con el entorno dice que siempre ha sentido mucho apoyo de todos. “Tengo dos hijos, de 16 y de 9 años. Trabajo mucho... doy clases en la Facultad de Medicina. Y últimamente me he convertido en maestra de cuarto grado, y limpio y desinfecto todo el tiempo mi casa, tengo protocolos de entrada para mí y mi esposo que seguimos trabajando”. En relación con el Estado, cree que se han tomado todas las medidas a tiempo. “Creo que el aislamiento debería seguir. A nivel municipal deberían ser más estrictos en el control de los transeúntes”. ¿Qué les dirías a los vecinos y vecinas? “Que hemos hecho mucho esfuerzo ... que no podemos relajarnos”.

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“Cuando esto pase, que el reconocimiento al personal de salud sea el que nos merecemos” (Soledad)

 Soledad es enfermera en el servicio de diálisis y tiene 37 años. “Creo que el Hospital (Urquiza) está preparado para la atención de los pacientes con sospechas de coronavirus. No sé si podrá sobrellevar la demanda y responder a los pacientes críticos que den positivo, porque UTI y UCO cuentan con cierto numero de respiradores y camas y el recurso humano disminuyó en general en todos los servicios, o en su mayoría, por las licencias especiales que decretó el gobierno. En verdad desconozco esa parte. En nuestro servicio nos hemos equipado con protección especial en caso de tener que dializar pacientes agudos en unidad cerrada”.

¿Cómo afecta en lo personal? “Me afecta en el punto de no poder ver a mi familia que está en otra ciudad. Extraño muchísimo pero entiendo la situación. Tengo todo su apoyo y cariño a la distancia, tengo mi pareja  que me sostiene y da aliento para no aflojar y mis dos hijos que por ellos me cuido el triple para no llevar ningún tipo de germen a casa y día a día nos arreglamos para que estén cuidados las horas que nos toque trabajar”. Del Estado espera que no afloje con las medidas sanitarias y “que sea más duro con los que no cumplen la cuarentena, porque estoy exponiendo mi salud y la de mi familia yendo al Hospital a trabajar cuando hay personas que salen a pasear…”.

También espera que una vez que pase la pandemia, “el reconocimiento al personal de salud sea mejor que el actual, que sea el que nos merecemos”. A la comunidad le diría “que no tengan miedo, que cumpliendo con el ‘Quedate en casa’ suman muchísimo para lidiar y enfrentar este virus. Ante cualquier síntoma llamen, no se queden con la duda así evitamos más contagios”.

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“De mis vecinos recibo respeto, solidaridad y empatía" (Paola)

Paola tiene 39 años y es enfermera y vacunadora del centro de salud Tomás de Rocamora. "La infraestructura a nivel local y en base a mi lugar de trabajo es bastante precaria. Teniendo en cuenta que es primer nivel de atención, y por lo tanto es la base, la promoción de salud y prevención de enfermedades. Carece de varios detalles importantes a nivel estructural, como un box de observación, o una salida de emergencia, la iluminación, el acceso. Hay que tener en cuenta que frente a la situación mundial que estamos viviendo, la prevención es el mejor tratamiento". ¿Cómo lo vivís desde lo personal? "Muy ocupada y comprometida con la situación, tanto para mi familia como mis compañeros. Tratando de informarme con noticias fehacientes, pero sin incurrir en el pánico. Ocuparnos ordenadamente y sin pausa. Mi familia se compone de dos hijos menores a mi cargo, soy total responsable de provisiones y todo en este momento. Es difícil la convivencia en cuarentena. Pero se puede llevar con normalidad. Ellos son muy conscientes y me hacen respetar estrictamente las normas de higiene al ingreso y egreso del domicilio". Sobre las relaciones interpersonales, Paola cuenta que vive en un complejo de departamentos y sus vecinos "son solidarios para conmigo y mis dos hijos menores a cargo. Incluso con donaciones de materiales como barbijos. Siento de ellos una actitud de solidaridad, respeto y empatía".

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“No hay personal suficiente para paliar un desborde, ni tampoco lugar físico” (Renée)

 Renée es enfermera y tiene 37 años. Dice que en general el personal de salud “está preparado, pero no hay suficiente para paliar un desborde, ni tampoco lugar físico”. Sobre la infraestructura añade que no hay que pensar solamente en el respirador artificial “sino también en quién lo maneje. Por eso es tan importante cuidar al personal de salud”. Dice que está viviendo todo “con mucha angustia por lo que pueda pasar, no solo por mi familia sino por todos”. No ha sentido rechazo ni temor, sino todo lo contrario: apoyo de amigos y familiares. “El día a día es con mucho estrés y tensión por lo que se escucha y se piensa que puede pasar. Tengo una hija pero por suerte tengo solucionado su cuidado”. ¿Qué espera del gobierno? “Solo que se ponga a la altura de la situación y que valore a los que trabajamos poniendo el cuerpo. Y a los vecinos solo que tomen consciencia y se pongan en el lugar del otro”.

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“Falta educación, faltan insumos y falta equidad en la distribución” (Silvana)

Silvana es enfermera y tiene 37 años. Asegura que el Hospital no cuenta con suficiente infraestructura “porque contiene la ciudad y alrededores, y las clínicas privadas no cuentan con espacios de aislamiento adecuados para estos casos. Creo que a nivel país no estamos preparados, y falta educación, tanto social como profesional, faltan insumos y falta equidad en la distribución”. ¿Cómo afecta en lo personal? “Pienso en mi familia, tanto la que me rodea como la que no puedo ver. Se superpone la profesión con el ser madre. Por ahora no he sentido rechazo de mis vecinos, quizás porque no hay casos confirmados”. ¿Y la vida cotidiana? “Cumplo con mis ocho horas de trabajo, luego tengo las actividades del hogar más ayudar a mi hijo con las actividades escolares. Me ayuda el papá de los nenes y cuento con una niñera”. A la pregunta ¿qué esperás del Estado?, Silvana enumera varios puntos: “Falta más dureza para hacer cumplir la cuarentena; distribuir insumos, luego ver si se puede dar un incentivo; habilitar negocios de ropa, porque se viene cambio de estación; salvo personas de riesgo, el personal administrativo que fueron a sus casas que colaboren con las fuerzas de seguridad, ya sea para distribución de alimentos o productos de limpieza e insumos”. Y finalmente el pedido a los vecinos: “Que se queden en sus casas, hagan las compras para la semana, aprendan a usar aplicaciones para pagar los servicios, cuiden los niños, adolescentes y abuelos, sean solidarios. Quédense en casa, yo no puedo”.

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“Hay gente que no cumple el aislamiento y después son los primeros en quejarse” (Johanna)

Johanna es enfermera, y dice que a nivel local la infraestructura “la veo escasa, para mí no está preparada para lidiar con una pandemia. Están faltando instrumentos materiales como también también infraestructura humana como enfermeros, doctores, bioquímicos, etc”. Johanna también es de otra ciudad y en lo personal, “sentimentalmente me siento afectada porque no puedo ver a mis familiares, por el distanciamiento social obligatorio”. Con los vecinos “no he tenido ningún tipo de inconvenientes, son muy comprensivos y simpáticos a la hora de reconocer mi función”. ¿Cómo es el día a día? “Cuando vuelvo de trabajar me saco todo en la puerta, me voy derecho a bañar, y recién después empiezo a hacer las cosas de la casa. No tengo hijos”. Sobre el Estado, dice que “se tomaron las medidas a tiempo para poder parar esto, lo que espero es que siga siendo responsable en sus actos y que simplemente cumpla con sus funciones”. ¿Y de la comunidad? “Uf, de la comunidad, realmente hay gente que cumple y hay gente de la que me siento muy decepcionada, que no respeta el aislamiento, pero después son los primeros que se quejan a la hora de tomar medidas más estrictas”.

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 “La mayoría de la gente ha entendido que a esto lo vamos a superar de forma colectiva, unidos, y ojalá que eso nos deje esta pandemia de enseñanza” (Felipe)

Felipe es bioquímico y está a cargo del centro de salud Bartolomé Giacomotti. “Creo que la infraestructura a nivel local es buena. Tenemos muy buen recurso humano trabajando las distintas área de la salud, y varios centros de salud distribuidos a lo largo de nuestra ciudad, tanto provinciales como municipales. En nuestro caso particular, somos responsables de alrededor de 14.000 en un primer nivel de atención, es decir que hablamos de individuos sanos, nuestra tarea es de promoción y de prevención. Ante una pandemia, nosotros debemos detectar casos que se consideren sospechosos y derivarlos al segundo nivel de atención que es el Hospital Urquiza, que muy completo y cuenta con un gran recurso humano”.

“Esta es mi segunda pandemia, la primera fue la del 2009,  ahí tuve experiencia en laboratorio y en un centro de segundo y tercer nivel de atención. Hoy en otro rol, en lo personal estoy muy atento, estamos formando equipo de trabajo tanto en enfermería como equipos médicos y psicólogos para atender, sobre todo, a personas en estado de vulnerabilidad”.

Sobre la relación con la comunidad, destaca que en Concepción del Uruguay la gente tiene respeto y cariño por quienes están en salud. “Y en lo personal, mi señora es bioquímica, de modo que entiende perfectamente mi trabajo y haciendo el rol social que uno cumple en esta situación. El gobierno provincial va bajando directivas y nos va dando las resoluciones. Nosotros hacemos reuniones grupales, reuniones con diferentes áreas, hemos hecho dos charlas con un comité de emergencia, también un simulacro, con mucha tranquilidad para afrontar lo que viene, pensando que hay diferentes escenarios pero con mucha concientización y mucho estudio por parte de todo el equipo, y muy unidos y fuertes. Trabajamos con ilusión y con conciencia, y nos preparamos para lo peor, esperando lo mejor”.

Felipe tiene dos hijos, de 11 y 9 años, y además es docente universitario, así que le toca supervisar también tareas y clases a través de las TICs. “Tratamos de que nuestros chicos estudien y lleven una vida lo más normal posible dentro de la cuarentena. Creo que los chicos se adapta mucho más que los grandes... Yo tengo padres mayores y obviamente estoy preocupado porque sé que es un grupo de riesgo”. Sobre el Estado en sus tres niveles, Felipe se muestra seguro: “Creo que se están haciendo las cosas bien, tanto la Nación como la Provincia, y eso a mí más allá de ser un efector de salud, como ciudadano me quedo tranquilo y conforme de que las autoridades se están encargando de hacer las cosas bien”. Respecto de la comunidad, cree que “en su mayoría la gente ha tomado conciencia, por supuesto uno ve algunos casos aislados que no cumplen con la cuarentena o que no sigue los consejos, pero son mínimos. Y en general la gente ha entendido que a esto lo vamos a superar de forma colectiva, unidos, y ojalá que eso nos deje esta pandemia de enseñanza”.

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“La infraestructura edilicia del Hospital no es la óptima para tener pacientes aislados” (Gabriela)

Gabriela tiene 44 es licenciada en enfermería. “Estamos bien parados en cuanto a formación y conocimientos. En datos y en cómo viene la cuestión epidemiológica. Pero no tanto en los materiales, si bien no tenemos faltantes porque siempre en el Hospital sacamos de donde no hay, y si no lo tenemos lo inventamos. Lo que no nos ayuda es la infraestructura edilicia. La distribución del servicio no es la óptima para tener pacientes aislados, de hecho hay un único pasillo central en la que todas las habitaciones dan a ese pasillo y no tenemos habitaciones o una sala aislada completamente. El hospital está organizado para pacientes agudos, con enfermedades comunes que no necesitan aislamiento y ante la pandemia la verdad es que se complicaría”, advierte. Gabriela está de licencia porque pertenece a un grupo de riesgo: “No he salido de mi casa desde que esto empezó. Es difícil, es raro estar de este lado del mostrador, generalmente estoy al lado de mis compañeros tratando de que las cosas se solucionen y en este caso me toca quedarme adentro. Vivo en un barrio de gente grande. No he tenido problemas porque sepan que yo trabajo en salud”.

“Que reconozcan a enfermeros y enfermeras, somos quienes están las 24 horas con la gente” (Gabriela)

¿Qué espera del Estado? “Que nos reconozcan. Porque siempre la enfermería estuvo vista como los limpiaculos o los que pinchan, siempre somos el último orejón del tarro. Nuestra actividad, el trabajo y responsabilidad de ser enfermero no se condice para nada con lo que cobramos. En el caso de que llegaran a pagar un dinero extra debería ser incluido directamente en el sueldo y no como un bono extra porque si pagaran 5 o 10 mil pesos en cuotas, como están diciendo, por enfrentarnos a algo así, a veces sin los insumos ni la infraestructura necesaria, la verdad es que prefiero quedarme en mi casa y no exponerme a morirme. Que nos reconozcan, porque ni siquiera el médico pasa tantas horas con la gente, es enfermería la que está las 24 horas. Sabemos si comen o no, si les duele algo o no, si están preocupados, si duermen, si el tratamiento está dando resultados, y un montón de cuestiones que el resto del equipo de salud no los ve. Estamos al lado de los pacientes y de sus familias, los que les avisamos al médico o avivamos a los pacientes o los familiares en ciertas cuestiones. Y todo eso parece invisible”. Finalmente, “a mis vecinos y la comunidad, que se queden adentro. Insistir con el lavado de manos. Que no se saturen de información, y que seamos solidarios”.

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 “Hay que ser protagonistas todas las partes, dialogar y denunciar solo cuando es necesario” (Claudio)

Claudio tiene 38 años, trabaja en equipos de salud pública. Es licenciado en Salud Ambiental y especialista en Salud Social y Comunitaria, ambas carreras realizadas en la UNER. ¿Cómo ve la infraestructura de salud a nivel local? “Del 1 al 10, le pondría un 7. En nuestra ciudad contamos con un hospital regional, dos centros de salud provinciales y siete municipales, no todos los municipios tienen efectores de salud, siendo además el único que tiene funcionando en un CIC un laboratorio y dos veterinarios que realizan castraciones por una tenencia responsable de mascotas. ¿Qué falta? Presupuesto para más profesionales y dignificar el sueldo a quienes trabajan. El personal de enfermería de dependencia provincial tiene mejor sueldo que la municipal. Nuestro municipio abrió dos centros de salud en plena crisis de recortes: programas de remedios y otros nacionales y provinciales. Reactivando eso junto a la participación de la población tendríamos un excelente sistema”.

¿Cómo te afecta esto, en lo personal? “Yo tengo un familión y amistades de soporte. Tengo una hija en otra ciudad, a 210 kilómetros, ayudo con las tareas por internet y hablamos todos los días. Con la actividad diaria, trato de no mezclar emociones y ser lo más profesional posible, cuando a veces nos faltan el respeto por falta de vacunas o te mandan un mensaje por facebook exigiendo que vayas a lo del vecino de alguien porque tiene mosquitos. Nadie puede golpearle la puerta a un vecino y decirle ‘vengo porque me dijeron que tiene sucio el fondo de su casa’… Si hay problemas entre vecinos necesitamos que se hablen, hay que ser protagonistas en serio todas las partes, dialogar y denunciar solo cuando es necesario”.

¿Qué espera del Estado? “Que nuestros decisores sean coherentes con cada situación. Si dicen que no hay plata, desde el discurso de alguien que cobra 100 mil pesos por mes… espero racionalidad y que las promesas no queden sin acciones. Que quien está en un puesto público se haga cargo”. ¿Y de la comunidad? “A nuestra querida población le digo constantemente que participe y que ocupemos las herramientas que tenemos para reclamar. Y también saber de nuestra responsabilidad como buenos vecinos, mantener la distancia, no solo con estas medidas frente al coronavirus, sino en todo, usar el cinturón de seguridad, saber que somos parte: podemos tener un centro de salud cada dos cuadras, pero la estructura no hace al 100 por ciento”.

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 “Tengo confianza de que le vamos a ganar a este virus” (Andrea T.)

Andrea T. tiene 41 años, es instrumentadora quirúrgica y trabajo en el Hospital Urquiza. “La infraestructura ha quedado chica para enfrentar una pandemia como la que estamos viviendo, si bien venimos mucho mejor que otras ciudades pero no estamos exentos de que pase. Tenemos buenos médicos y personal como para enfrentar este virus pero no así material. Nos faltan insumos varios, más que nada protección para el personal: barbijos, camisolines, máscaras, alcohol, guantes y medicación, cofias y botas”.

En lo personal, “estoy tranquila pero con mucho cuidado de tomar las medidas antes de llegar y luego de salir del trabajo hacia mi hogar. Cuido que mi familia no tenga contacto conmigo antes de una higiene personal. Es todos los días. No he sentido rechazo, si he visto y escuchado que mucha gente no toma en cuenta lo grave que puede ser si uno se contagia. Hay un desinterés de la información que se maneja, como que le echan la culpa a la política y gobiernos en sí. Pero también hay gente que si ha tomado conciencia y ha hecho caso a lo dispuesto por el intendente y por el Presidente”.

Andrea tiene una hija de dos años de edad. Y se levanta de lunes a viernes a las 5 para ir a trabajar de 6 a 12. “No tengo familia acá en Concepción del Uruguay. Ellos están en Rosario del Tala donde nací. Acá solo tengo la familia de mi marido. Así que mi hija se queda con el padre mientras yo trabajo. Hay que pasar tiempo con ella para que no se aburra. Y yo trato de buscar algo para hacer en casa... por suerte me gusta la cocina y cocino varias cosas, miramos tele”. Como corredora, trata de no perder el ritmo: “Hacemos actividad física en el patio de casa como para no perder el ritmo ni fuerzas de lo que hacíamos entrenando todos los días para una carrera”.

“Creo que está correcto lo que se viene haciendo y eso nos dio ventaja de que no tengamos gente enferma acá. Y el intendente es médico, también lo hace a su manera. Tengo confianza de que le vamos a ganar a este virus. A la comunidad le digo que sigamos cuidándonos, que no salgamos a la calle, que evitemos contacto con los vecinos y demás familiares así evitamos contagio. Que cuidemos a nuestros hijos, padres y abuelos. Que seamos conscientes de que la higiene es lo primordial. Y la salud es lo primero. Que debemos cuidarnos”.

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“Somos el país que mejor ha actuado hasta el momento” (Carlos)

Carlos es médico clínico, tiene 48 años. Dice que el Hospital cuenta con capacidad para responder a un cierto aumento de demanda. “En relación a atención critica existe desde hace unos años dos áreas para responder a la atención de pacientes graves-críticos, una de manera general y otra de manera específica. Pero la capacidad de respuesta asistencial va a depender también, en la medida que se empiece a flexibilizar el aislamiento social obligatorio, de la conciencia social y comunitaria en seguir cumpliendo las medidas higiénicas y de contacto preventivas, para evitar aumentar el número de contagios de manera abrupta”.

Carlos cree que lo que está faltando es “un trabajo más transversal entre los distintos niveles de gestión para generar más confianza y seguridad en el personal de salud, generar mayor eficiencia y evitar superposición de acciones laborales y preventivas. Es el momento de aceitar esas interrelaciones porque no hay casos en la ciudad y los que hay en la provincia no son casos graves, por lo tanto no tenemos circulación viral o contamos con escasos riesgo de transmisión por el momento”.

Cuenta que en lo personal “me llevó a profundizar el conocimiento sobre esta pandemia desde fuentes serias y con avales científicos. Es un hecho histórico y no habitual y requiere de un mayor compromiso profesional para estar a la altura”. Carlos tiene un hijo en edad escolar y cuenta que en el día a día, laboralmente, “es casi igual pero con mayor énfasis en las precauciones. Somos los dos padres profesionales de la salud y ambos estamos expuestos permanentemente y a su vez ocupados. Coordinamos los horarios para tenerlo en casa y continuar con su actividad escolar, no contamos con ayuda de otras personas, por la cuarentena”.

Ve con buenos ojos las medidas del gobierno nacional: “una acción oportuna y muy acertada, somos el país que mejor ha actuado hasta el momento a pesar de contar con recursos económicos y sanitarios muy limitados. Los resultados se están viendo por las estadísticas diarias y la progresión de la infección a nivel nacional.  Y a nivel provincial y municipal se ha acatado de manera total, es una muy buena forma de lograr contener la infección en la región”. A la comunidad le pide “responsabilidad, conciencia, colaboración y solidaridad. Cuando se comience a flexibilizar la cuarentena continuar con las medidas de prevención e higiene y de aislamiento social. Tenemos que ser conscientes de que este virus llegó para quedarse y hay saber cómo minimizar su efecto en la sociedad, es una enfermedad nueva y se está trabajando mucho a nivel científico, político y sanitaria para contenerla. Pero se necesita la colaboración de todos en optimizar las medidas que disminuyan la posibilidad de transmisión y contagio viral. Hacer uso responsable de los servicios de salud, saber que todo tiene un costo y los recursos siempre son limitados. Hay que ser solidario con los más necesitados, los abuelos y los enfermos”.

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 “Me pongo a pensar que muchas mujeres tenemos más miedo de morir violadas que por un virus” (Agustina)

 Agustina tiene 35 años, y es psicopedagoga en el centro de salud Giacomotti. “Nosotros nos ocupamos de prevención, no estamos preparados para una pandemia. Si llegara a aparecer un caso, la idea es derivar directamente al Hospital, nos estamos preparando para eso, incluso hicimos un simulacro.  Porque como centro de salud no es para eso, no nos alcanzaría el material ni para un día de recibimiento. ¿Qué nos falta? Insumos, también personal, no está asistiendo todo el personal de salud que debería ir, en parte porque también son grupo de riesgo, gente diabética o hipertensa, o con problemas respiratorios, muchos están trabajando desde su casa. Pero creo que eso es lo que faltaría, personal para el momento que se venga la peor ola”.

¿Cómo afecta en lo personal? “Yo siento que me estoy convirtiendo en mejor persona porque me estoy acercando más a lo que realmente importa, a preocuparme más por las otras personas, hacerle mandados a vecinos que están en los grupos de riesgo, o que tienen un bebé, también veo a mi vieja que está encerrada, muchas otras personas que colaboran con el hecho de quedarse en su casa. Creo que hay mucha conciencia social, por lo menos en el barrio que yo vivo desde que nací. Veo actitudes de muy buena voluntad, por ejemplo de los comercios del barrio. ¿Rechazo o distancia? No, al contrario, mucha gente dispuesta a abrazarse simbólicamente, veo mucha solidaridad, por lo menos a mi alrededor”.

“Mi día a día es muy acelerado, a mí se me juntó todo con el aniversario de Micaela, La Negra, y me movilizó un montón: me pongo a pensar que muchas mujeres tenemos más miedo de morir violadas que por un virus, entonces creo que todo nos está fortaleciendo, porque nos sentimos más seguras en nuestras casas, así que espero que después de la pandemia se haga más en cuanto a eso, a la violencia contra las mujeres”.

¿Qué esperás del Estado? “Ahora que se ven todas las falencias de lo que es la salud pública y que no estamos preparados, espero que haya un reconocimiento a lo que es salud pública, en particular a quienes trabajamos en salud mental. Mi contrato por ejemplo ni siquiera es planta permanente. Ojalá esto sirva como para visibilizar y para que a partir de ahora en adelante realmente se reconozca el trabajo en lo que es salud pública y comunitaria”. ¿Y de la comunidad? “Que por favor se queden en su casa, que podamos hacerle el amague al virus y que pase largo. Porque si llega a haber contagio masivo, como lo que se ve otros países, la salud pública se va a ver en problemas. Esperemos que no, que la gente colabore y que haga cosas para fortalecer, sobre todo, su salud mental: la colaboración, la empatía, el trabajo en comunidad, tratar de respetarnos más entre todos y ser más humanos...”.

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“Que los gobiernos sigan escuchando la opinión de los técnicos, que controlen y se cumplan las decisiones” (Carlos)

Carlos P. es médico clínico en el Hospital Urquiza, tiene 62 años, hace trabajo asistencial y es docente. Cree que la infraestructura sanitaria institucional de la ciudad es considerable para el número de habitantes teniendo en cuenta “los recursos públicos: hospital, centros de salud municipales y provinciales, más los y privados como sanatorios, servicios de emergencias médicas, obras sociales y consultorios”, enumeró.

Por eso se anima a afirmar que la ciudad “está preparada para la etapa que estamos, y se está preparando para la que probablemente vendrá. Es muy difícil prever si es suficiente porque no sabemos exactamente cuál será la evolución en nuestro medio. Si continúa la tendencia actual es muy probable que se la pueda contener adecuadamente”. Sobre si cuentan con los insumos necesarios sostuvo, “hay pero con limitación”. De su rutina diaria contó que trabaja toda la mañana en el Hospital, “nos reunimos frecuentemente a veces durante y otras después del horarios de atención --hoy terminamos 16.30--  y luego respondo mensajes de whatsapp y teléfono con consultas de diversa índole,  procuro resolver cuestiones administrativas como recetarios, y esas cosas”.

Acerca de lo que espera de los gobiernos no dudó: “¡Lo que están haciendo! Que sigan escuchando la opinión de los técnicos, que controlen y se cumplan las decisiones, que procuren adecuada provisión de insumos, y que exijan a los que más tienen que realicen aportes económicos extraordinarios para contribuir a zanjar los gastos prioritarios del Estado”.

Carlos reconoce que toda esta situación la vive “con cierta cuota de estrés e incertidumbre, procurando prever todo lo que esté a nuestro alcance”. Y aseguró que de parte de los vecinos “sólo recibo saludos cordiales y estímulo”. Por eso le pide a la comunidad en general “que sigan teniendo la conducta cuidadosa que mayoritariamente ha habido y colaboren para que los que se ponen en riego comprendan la necesidad de no hacerlo. A los más humildes y a los que están solos un agradecimiento por el enorme esfuerzo que hacen para sobrellevar la situación. A los que tenemos una vida más cómoda, que seamos generosos y solidarios”.

 

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