El viernes 19 de junio fallecía en nuestra ciudad el artista plástico José María Troncoso, un maestro de la abstracción y del color, compartimos aquí un análisis de parte de su obra.
Por JÉSICA HEIT, GIMENA HUCK y OSCAR ARDAIZ del Colectivo Artístico de Gestión Cultural “3 gatos locos”.
Pepe trabajando en su taller (Video de Esteban Alba).
Se despidió de este mundo el artista plástico uruguayense José María Troncoso. Simplemente “Pepe” para sus amigos (Ver El Adiós a José Troncoso, destacado...).
Un hombre que vivió entre pinceladas de colores, nos dejó una tarde de otoño gris. Mucha tristeza se observa entre quienes compartieron con él, momentos, experiencias artísticas, muestras, talleres, salones, charlas, comidas…todos sus allegados coinciden en sus valores más preciados, bondadoso, buena persona, humilde, callado, sereno, amable, generoso, buen amigo. Todas palabras con connotaciones positivas y una carga emotiva inmensa. Es que es así como se mostraba al mundo.
La familia Heit Ardetti, entre tantas palabras maravillosas que le dedicó, se refirió a él como “un mago de la abstracción” y vaya coincidencia de percepción, que hasta se lo solía ver por las calles de nuestra ciudad, tranquilo, en su bicicleta o caminando por las veredas, con su maletín negro cuan valijita de mago, imaginando uno que allí transportaba sus elementos de artista, para transformar la realidad de la que somos parte, en magia de formas y colores.
Conociendo al artista a través de su obra
Hay quienes dicen que uno puede conocer al artista a través de su obra. Que las obras de arte son como ventanitas en la historia que nos permiten indagar a cerca del momento en que fueron creadas.
El artista plástico contemporáneo, Luis Felipe Noé en su libro Noescritos sobre eso que se llama arte, nos habla del principio de interioridad. “¿Qué es pintar hoy en día? Es ir pensando a través de la pintura sin tener prejuicio sobre lo que ella debe decir y lo que debe ser (tanto sean esos prejuicios figurativos o abstractos) y por encima de todos los códigos particulares y con la experiencia de todos ellos. El único objetivo del acto de pintar es la manifestación del “principio de interioridad.”
Es justamente ese principio de interioridad lo que podemos percibir en la basta obra que nos deja José Troncoso, sin dudas podríamos conocer al gran maestro a través de su obra. De formación autodidacta y curioso, incursionó en más de un lenguaje plástico, el dibujo, la pintura y el grabado, expresando mediante ellos su manera de ver el mundo.
El color como identidad
El color es uno de los elementos más característicos en la obra del artista, el uso de paletas vivas, donde predominan los colores primarios, los ocres, los anaranjados, los verdes y los violetas.
En su obra se observa la influencia de varios movimientos artísticos de vanguardia de principios del siglo XX. En lo que al color respecta, se evidencia las influencias del expresionismo y del fauvismo, dos movimientos que utilizan este elemento plástico como principal protagonista de la obra para expresar ideas, sentimientos, sensaciones y emociones rompiendo muchas veces con la relación color-objeto para lograr tal fin.
En sus lienzos, el color aparece a través de mezclas pictóricas, pero también, en reiteradas ocasiones, abandona dichas mezclas, para convertirse en un factor independiente de la obra.
José Troncoso, no solo utilizaba los colores como medio de expresión sino que los llevaba consigo mismo, como parte de su identidad. Siempre se lo veía vestido con colores alegres, algo que siempre llama la atención en una sociedad donde la mayoría de los habitantes visten con paletas limitadas.
Las raíces formales
Eligiendo el lenguaje de la abstracción, como medio de expresión, en sus obras podemos ver rasgos de la abstracción geométrica, el suprematismo y constructivismo ruso, y el cubismo.
Vanguardia artísticas de principios del siglo XX, que se propusieron la creación de una nueva realidad alejada de las representaciones concretas de la realidad tal cual la conocemos, lo que en arte, se denomina figuración.
Se dice que José María Troncoso no tuvo el lugar que se merecía dentro del mundo del arte, que es una deuda pendiente de los museos y galerías darle ese lugar.
La meticulosidad de la mano del artista se hace presente al observar las composiciones formales de sus obras. Particiones del plano, simultaneidad en las formas, repeticiones rítmicas, transparencias, la presencia de la línea con sus variantes, hacen de la superficie del cuadro una especie de mapa cartográfico, de rompecabezas, donde se invita al ojo a mirar cada detalle y su totalidad para poder comprender la obra como un todo que va más allá de la suma de sus partes.
También podemos establecer una analogía de su obra, con la de los artistas Paul Klee y Joaquín Torres García en cuanto a la calidad estética, formal y cromática.
Se dice que José María Troncoso no tuvo el lugar que se merecía dentro del mundo del arte, que es una deuda pendiente de los museos y galerías darle ese lugar.
Mientras tanto, deseando que así sea, nos quedamos con su obra como legado, con su forma de ver, con su caminar tranquilo, con su mirada sonriente, con sus colores, con su alegría, con su magia. ¡Gracias!, por regalarnos tanta belleza y por mostrarnos que los verdaderos artistas y maestros son los que se quedan ahí cerquita, para que los podamos ver y compartir con ellos, mucho más que momentos.
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