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Borges, la Constitución y el atroz profeta Sergio Urribarri

"Cuando escribo estas líneas, se cumplen seis años de la jura de la nueva Constitución. Y en verdad sería satisfactorio que se hubiera cumplido alguna (¡una sola!) de las muchas-bellas disposiciones que incorporamos a la Carta Magna y sobre las que tanto sacó pecho el seudoprogresismo gobernante. Una sola", dice en esta columna de opinión el ex convencional constituyente Américo Schvartzman.

Convención(mia)

Por AMÉRICO SCHVARTZMAN (*) 

 

"Yo lo vi a Lazarus Morell en el púlpito y escuché sus palabras edificantes y vi las lágrimas acudir a sus  ojos. Yo sabía que era un adúltero, un ladrón de negros y un asesino en la faz del Señor, pero también mis ojos lloraron." (Borges, “Historia Universal de la Infamia”)

 

En “El atroz redentor Lazarus Morell”, Borges cuenta la historia –basada en un personaje real– de una "curiosa variación de un filántropo", un falso predicador, un truhán que en sus días de gloria prometía a los esclavos negros la liberación para después revenderlos. Recordé al atroz redentor al releer los párrafos que a continuación reproduzco, a modo de acertijo para lectores avispados, a ver si aciertan quién los dijo.

 

 

“Luego de dos gestiones de 4 años, el gobernador en ejercicio finalizó su mandato. Poco se sabe de su futuro puesto que la Constitución Provincial de 2008 le impide desempeñar cargo público provincial alguno”.

 

“Cierran una empresa por incumplimientos reiterados en materia ambiental, tal como lo exige la nueva Constitución de la provincia”.

 

“Un plebiscito determinó en Entre Ríos la destitución del gobernador en ejercicio. El llamado fue producto de la acción de organizaciones civiles que lograron reunir el mínimo de firmas exigido por la Constitución Provincial de 2008 para tal fin”.

 

“Se fijó la fecha para las elecciones desdobladas para gobernador e intendentes, tal como lo permite la constitución reformada de la provincia. El voto electrónico permite hacerlo con facilidad y bajo costo organizativo”.

 

“Los intendentes de la región centro sur formaron un consorcio destinado a ofrecer a la provincia los servicios de mantenimientos de caminos, escuelas y servicios de agua y cloacas. La autonomía municipal consagrada en la Constitución de 2008 así lo permite”.

 

“Luego del proceso previsto en la nueva Constitución Provincial, el Consejo de la Magistratura removió a un magistrado del Poder Judicial y llamó a concurso público para cubrir el cargo”.

 

“El gobierno se vio obligado a recortar los denominados Gastos de Funcionamiento puesto que su nivel superaba la pauta máxima establecida por la Constitución Provincial reformada”.

 

“La Legislatura de Entre Ríos se vio obligada a tratar una iniciativa popular de acuerdo a los términos previstos en la nueva Constitución luego de que organizaciones civiles de la comunidad lograran reunir las firmas necesarias para tal cometido”.

 

“Éstas podrían ser, perfectamente, las noticias de los diarios de 2015 ó de 2020”.

 

Imagino que ya lo habrán descubierto. Así inició su discurso el gobernador Sergio Urribarri –atroz profeta– al inaugurar en 2007 las deliberaciones para la reforma de la Constitución Entrerriana. “Podrían ser” las noticias de 2015. Pero no. Porque el segundo gobierno del atroz profeta que formuló este ejercicio de la imaginación, se ocupó de soslayar, impedir u obstaculizar cualquier avance en ese sentido.

 

Cuando escribo estas líneas, se cumplen seis años de la jura de la nueva Constitución. Y en verdad sería satisfactorio que se hubiera cumplido alguna (¡una sola!) de las muchas-bellas disposiciones que incorporamos a la Carta Magna y sobre las que tanto sacó pecho el seudoprogresismo gobernante. Una sola.

 

(Para pasar en limpio, menciono diez, solo diez, de las más sencillas de implementar:

 

1. concursos para elegir directores departamentales de escuelas y de hospitales;

2. creación del Defensor del Pueblo de la Provincia;

3. posibilidad de los municipios de disponer su propia Carta Organica;

4. creación del Ente Ambiental para garantizar la participación ciudadana y las evaluaciones de impacto ante cualquier iniciativa que ponga en riesgo el ambiente.

5. garantía de que el Estado no le pague más en negro a sus trabajadores;

6. acceso a la información pública

7. Consejo Económico y Social

8. mecanismos de democracia directa

9. desconcentración de los entes provinciales

10. entes autónomos de control)

 

Muchas otras iniciativas de enorme trascendencia social fueron incorporadas: la participación de trabajadores y usuarios en las empresas y estructuras del Estado, la igualdad de género, el acceso al agua y a la información como derechos humanos, el ingreso mínimo garantizado… y largo etcétera.

 

El inexorable paso del tiempo agrava la omisión de los mandamases provinciales y locales, siempre inmersos en una carrera de de ambiciones, empezando por el atroz profeta, en su solipsista sueño para 2015 (¿cómo era eso de “luego de dos gestiones, el gobernador finalizó su mandato y poco se sabe de su futuro puesto”?), en lugar de estar cumpliendo con la Constitución o impulsando la legislación requerida para hacer exigibles los derechos incluidos en la Reforma de 2008, que, a 72 meses de la jura, continúan siendo letra muerta.

 

Para el PJ, el incumplimiento de la Constitución no es una omisión o una distracción: es una decisión. Por poner un solo ejemplo, desde 2008 la Constitución prohíbe nombrar sin concursos a los directores departamentales de escuelas y a los directores de centros de salud. Eso no requiere adaptaciones legislativas ni mucho gasto: solo un concurso en cada caso, como los centenares que se hacen en escuelas, universidades o institutos.

 

Pero el atroz profeta no quiere dejar de nombrar a dedo a los 17 directores departamentales de escuelas y a los 65 directores de hospitales. Es más importante disponer de 80 cargos discrecionales que cumplir el artículo 36 de la Constitución.

 

Otro ejemplo: ni una ciudad avanzó en su Carta Orgánica. Porque para el PJ, la autonomía municipal y el federalismo son solo relato, no realidad cotidiana, en la cual los intendentes deben ganar torneos de obsecuencia para conseguir recursos, y las prioridades en obras publicas las siguen definiendo funcionarios desconocidos en oficinas de Paraná o de Buenos Aires, sin explicación a la ciudadanía, como los millones para la cosechadora trucha, el contrato del jardinero de Néstor, los millones de pesos para cineastas o historiadores ajenos a Entre Rios, los cientos de millones para obras faraónicas como el Puente a la Isla en Concepción o el megaestadio en Paraná y tantos etcétera.

 

Será necesario insistir en que se apropien de estos textos quienes creen en el cambio social. Textos aún desconocidos por la mayoría de nuestra comunidad. Será necesario que quienes creemos en la política como herramienta para mayor libertad e igualdad, los traduzcamos a iniciativas legislativas, los vinculemos con los mecanismos de participación popular que ahora sí incluye nuestra Carta Provincial. Para ello se necesita difundir en el seno de los grupos que están fuera del bloque del poder, aún desorganizados e incapaces de operar juntos como bloque alternativo. No hay otro modo de derrotar a los profetas atroces.

 

 

(*) Dirige La Vanguardia del Partido Socialista. Autor de Deliberación o dependencia. Ambiente, licencia social y democracia deliberativa (Prometeo 2013). Convencional en la reforma de la Constitución de Entre Ríos en el 2008. Integrante de la Cooperativa El Miércoles Comunicación y Cultura Coooperativa de Trabajo Ltda.

 

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