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Décimas entrerrianas

El poeta y narrador Juan Manuel Alfaro realiza en esta nota una sucinta y eficaz descripción de la décima, esa particular forma literaria que ha florecido en todo nuestro continente con notable vigor. Y a la vez, proporciona una deliciosa antología de décimas de autores entrerrianos. 

 

Por JUAN MANUEL ALFARO (*)

 

Dice Octavio Paz que “Un soneto no es un poema, sino una forma literaria, excepto cuando ese mecanismo retórico… ha sido tocado por la poesía” (1) Lo mismo puede decirse de la décima, que es -como el soneto- una de las pocas sobrevivientes de las formas clásicas.

La décima es una estrofa constituida por 10 versos octosílabos, con rima consonante. También se la denomina espinela, en reconocimiento al poeta español Vicente Espinel, quien a fines del siglo XVI fijó la estructura de sus rimas en el esquema abbaaccddc, como puede apreciarse en la siguiente que Atahualpa Yupanki le dedicara a nuestra provincia:

Hermosa tierra entrerriana,
símbolo de rebeldía,
vas curando el alma mía
con el sol de tus mañanas.
Te admiro fresco y lozana
en las orillas del río,
amo tu monte bravío,
amo tus campos sembrados,
amo tus yuyos mojados
con el vapor del rocío. (2)

Este esquema de la rima aparece alterado en algunas décimas, como por ejemplo en la Décima entrerriana, de Marcelino M. Román (1908-1981) (abbaacdcdc):

Que nadie me dé changüí,
pues tampoco changüiseo;
ando, voy, vengo, vuelteo,
porque mi vida es así,
pero no ando porque sí,
ni me lleva el ventarrón,
ni a la tormenta le temo,
ni pierdo la orientación;
en el fuego en que me quemo
se alimenta mi canción. (3)

El empleo de esta estrofa ha tenido tanta aceptación en la poesía “culta” como en la poesía “popular”. Bástenos recordar, por ejemplo, las décimas de la tan conocida Leyenda del Mojón, del autor y cantor popular uruguayo Juan Pedro López (1885-1945):

Llovía torrencialmente
y en la estancia del Mojón
como adorando al fogón
estaba toda la gente.
Dijo un viejo de repente:
"Les voy a contar un cuento
aura que el agua y el viento
traen a la memoria mía...
cosas que naide sabía
y que yo diré al momento”.

o las no menos recordadas de la versión culta del mítico Santos Vega, de Rafael Obligado (Buenos Aires, 1851-1920)

Cuando la tarde se inclina
sollozando al occidente,
corre una sombra doliente
sobre la pampa argentina,
y cuando el sol ilumina
con luz brillante y serena
del ancho campo la escena,
la melancólica sombra
huye besando su alfombra
con el afán de la pena.

De gran arraigo en los ambientes rurales, la décima es una de las formas predilectas de la milonga pampeana e, incluso, aparece en el canto improvisado de los payadores, aunque en esto último hay algunas discrepancias entre los estudiosos. Mientras algunos dicen que “no fue usada por los antiguos payadores gauchos, en razón de que les resultó impracticable” por “su forma exigente y difícil”; otros como Mario A. López Osornio –citado por Marcelino M. Román, en su Itinerario del Payador- dice que “Cuando los payadores se encontraban frente a frente y en franca competencia, usaban de cuatro diferentes formas poéticas para expresar su pensamiento en esas justas: las sextinas, las octavillas, las cuartetas y las décimas.” Estas décimas tenían la particularidad de ser “improvisadas en media letra, o sea de dos en dos versos por cada cantor. Lo que no ocurría siempre ni con mucha frecuencia, sino en determinadas circunstancias, corresponde aclarar” (4), como señala Marcelino. En cierto modo, esta forma tradicional de improvisar en media letra, es observable, en la actualidad, en la estrofa que cierra una payada.

La décima -una de las formas estróficas de más amplia distribución en toda Latinoamérica- también ha tenido en Entre Ríos notables cultores. Poetas de distintas épocas, de escuelas diferentes, de diversas retóricas, la han usado en sus composiciones, imprimiéndoles las particularidades de sus propias concepciones poéticas. Daniel Elías (1885-1928), Delio Panizza (1893-1965), Guillermo Saraví (1899-1965), Carlos Alberto Álvarez (1917-1986), Luis Sadí Grosso (1921-2008), Jorge Enrique Martí (1926), y muchos otros, son prueba de ello.

Si bien, como dijimos al principio, a veces es sólo una forma literaria, cerrada, sujeta a una métrica y a una rima, donde lo que prevalece es el respeto a la estructura, encontramos décimas “tocadas por la poesía” y es allí donde el ritmo, la musicalidad de este instrumento retórico alcanza su plenitud. Sirvan de ejemplo, ésta de Daniel Elías:

El sauce

Como una fiesta fluvial
de los bochornos de estío,
cuelga en la orilla del río
su fresca sombra el sauzal.
La clara luz de cristal
escribe en la onda una raya,
y la linfa se desmaya
blandamente a la deriva,
como una deidad lasciva
que se desnuda en la playa. (5)

Y esta otra, de Guillermo Saraví:

El hijo

Dióle al hijo cada cual
su pasaporte de luz:
ella un clavel andaluz,
yo un seibo bien federal.
Fundimos nuestro metal
en amoroso crisol,
y ante el risueño arrebol
que el alma nos insinúa,
luce el ébano charrúa
chispazos de oro español. (6)

Lo más común es que las décimas sean utilizadas por los poetas en composiciones extensas (como es el caso de las citadas precedentemente: El sauce y El hijo), en las que se realizan descripciones detalladas, minuciosas, o se desarrollan de manera progresiva determinados temas. También es muy frecuente su utilización en los relatos en verso, donde prima la materia narrativa, que gozan de la predilección de algunos recitadores criollos, como es el caso de las muy difundidas de La vuelta del montonero, de Claudio Martínez Payva (1887-1970):

Güenas noches, Pedro Arguello,
un escapao… no sé cómo,
qu´estando cuasi de lomo
no lo han pasao a degüello;
de un galope sin resuello
me trujo mi doradillo,
soy soldao de mi caudillo
y a fe de güen entrerriano,
pa los amigos, la mano;
pa los otros, el cuchillo. (…) (7)

Pero, también, encontramos –aunque en muchísima menor escala- algunas composiciones de poetas entrerrianos resueltas en una sola décima. Un ejercicio de síntesis que prioriza lo esencial, lo verdaderamente imprescindible: que todo quede dicho en diez líneas octosilábicas. La Décima entrerriana, de Marcelino M. Román, es una muestra cabal de ello. Yupanki, quizás, no debió agregar otra décima a la ya citada, porque todo estaba en esa primera. Lo mismo, tal vez, sucedió con Carlos Alberto Álvarez, que sumó otra -a nuestro criterio, innecesaria- a ésta:

Entrerriano al parecer,
me confesaré de plano:
soy el único entrerriano
que aquí no pudo nacer;
pero en tren de merecer
tan alta ciudadanía
he puesto vida y poesía
ofrecidas a este altar
con la ilusión de llegar
a ser entrerriano un día. (8)

Esta última forma comentada, la de resolver el poema en una décima única, constituye -a nuestro juicio- un modo de expresión que merece ser resaltado, porque la elaboración del texto –que supone una condensación, un acendramiento- exige al poeta la eliminación de todo aquello que no sea realmente sustancial. No hay cabida para lo secundario o meramente decorativo. La síntesis impone la depuración, y el esfuerzo es premiado por la redondez y el efecto que produce una composición donde el contenido guarda una estrecha relación y equilibrio con la belleza y la intensidad expresiva.

Estas tres décimas (únicas) ejemplifican con claridad el concepto:

El canario

Con su pizca de limón
temblando en la jaula de oro
es el canario un sonoro
pajecillo seductor,
luce como azahar en flor
en la rama., lisonjero,
y agitando el sonajero
de su mínima canción,
nos alegra el corazón
igual que el divino Arquero.

Ernesto Bourband T. (1901-1974)

El pirincho

Un largo do sostenido
en risotada se alarga
y entre burlona y amarga
esa risa es un chiflido.
Es el pirincho, atrevido,
que pretende ser Orfeo
y a su eterno balanceo
lo equilibra con la cola
mientras su ríspida gola
hace trizas el solfeo.

Héctor Jorge Deut (1928 - 2002)

Puerto Ruiz

La estación no tiene tren
ni tiene barcos el río;
tan sólo flota el estío
y los ceibos que se ven;
calles y casas sin quién;
vida que fue y ya no hay;
¿ a dónde vas Gualeguay
tan sereno y tan feliz?
Nadie llora en Puerto Ruiz,
ni ríe, ni se oye un ay.

Luis Sadí Grosso

Por último, señalamos que tanto en el folklore popular y anónimo de nuestra provincia (milongas y estilos), como en el cancionero entrerriano de proyección folklórica, la décima está presente. En este último caso, vale recordar –entre numerosos ejemplos- las musicalizaciones que realizara Miguel Zurdo Martínez, de las Décimas con trinos, de Héctor Jorge Deut, y Destino entrerriano, de Jorge Enrique Martí:

Claro, altivo y vertical,
alto de nube y de cielo,
con esa actitud de vuelo
del pájaro y del puñal;
libre por toda señal
y entrerriano por el canto,
en mi guitarra levanto
los rumores provincianos,
porque me tiembla en las manos
la tierra que quiero tanto. (…) (12)

(*) Juan Manuel Alfaro nació en Nogoyá, en 1955. Poeta y narrador de reconocida trayectoria. Ha publicado «Cauce», «La luz vivida», «El cielo firme», «La piedra azul», «Plena palabra» y «Sonetos» (poesías) «La dama con el unicornio» (Cuentos). Compiló y prologó la Obra poética de Carlos Alberto Álvarez.

NOTAS:
(1) Octavio Paz, El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, 14ª reimpresión, México, 2003
(2) Atahualpa Yupanki, en Capítulo V Entre Ríos, de El canto del viento – Obras Completas, Universidad Nacional de San Luis, 2002/2006
(3) Marcelino M. Román, en La querencia y los caminos, Editorial Nueva Impresora, Paraná, 1961
(4) Marcelino M. Román, Itinerario del payador, 2da. Edición, Editorial de Ente Ríos, Paraná, 1997
(5) Daniel Elías, en Las alegrías del sol, 1929
(6) Guillermo Saraví, en Carne de sueño, 1930
(7) Claudio Martínez Payva, en Lluvia en los cardos, 4ta. Edición, Artexto ediciones, Buenos Aires, 1961
(8) Carlos Alberto Álvarez, en Carlos Alberto Álvarez Obra poética, Editorial de Entre Ríos, 2003
(9) Ernesto Bourband, incluido en Antología, Enciclopedia de Entre Ríos, Literatura T IV, Arozena Editores, Paraná, 1979
(10) Héctor Jorge Deut, en El gozo y la elegía, Editorial de Entre Ríos, 2003
(11) Luis Sadí Grosso, “Poemas inéditos”, en “Obra completa” MC Ediciones, Paraná 1992
12) Jorge Enrique Martí, “Rapsodia entrerriana”, UNER, 1996

Publicado originalmente en la revista "Cuando el pago se hace canto" (31ª Edición Fiesta Provincial), La Paz, Entre Ríos, en enero de 2011. El Miércoles Digital la publica por gentileza de su autor.

 

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