El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos
La Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género calculó el valor de las horas dedicadas a las tareas del hogar que habitualmente no reciben paga, y concluyó que supera a la Industria y el Comercio.
Por CLARA CHAUVÍN de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Es decir, es el sector de la economía que más aporta al PBI y representa casi un 16%. Dentro de ese ámbito, las mujeres aportan "tres veces más" que los hombres.
Históricamente, las tareas domésticas y de cuidado fueron y continúan mayoritariamente realizada por mujeres.
Mercedes D’Alessandro, titular de la Dirección de Economía, Igualdad y Género, explicó que según los cálculos “las mujeres argentinas le dedican más de 96 millones de horas diarias a estas tareas, sin ningún tipo de remuneración pero con un gran costo en términos de tiempo”.
El estudio se titula “Las brechas de género en la Argentina” y está disponible on line (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/las_brechas_de_genero_en_la_argentina_0.pdf). El mismo explica que las mujeres son las que sufren los mayores niveles de desempleo y precarización laboral. Ganan, en promedio, un 29% menos que sus pares varones, brecha que se amplía para las asalariadas informales, alcanzando un 35,6%. La mitad de quienes no consiguen empleo son jóvenes de hasta 29 años y, entre estas personas, son las mujeres quienes enfrentan las tasas más altas de desocupación de toda la economía con un 23%.
Y para entender esta cuestión económica es necesario retomar la forma en que los roles de género implican una desigualdad de derechos dentro de la sociedad capitalista y patriarcal para lo que se refiere a la división sexual del trabajo. Es en esa división histórica que las mujeres fuimos recluidas al ámbito del hogar y la familia para realizar las tareas domésticas y de cuidados, tanto de hijes como de adultos mayores o cuidados de familiares enfermos. Tareas que luego son heredaras hacia las hijas mujeres y así a través de las generaciones que ha naturalizado este imaginario de “el lugar de la mujer es la casa”.
Volviendo a los números, el mencionado informe también arroja que según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo (EAHU-INDEC, 2013) las mujeres realizan el 76% de las tareas domésticas no remuneradas. El 88,9% de las mujeres las realizan y dedican a este tipo de labores un promedio de 6,4 horas semanales. Mientras tanto, sólo el 57,9% de los varones participa en estos trabajos, a los que les dedican un promedio de 3,4 horas semanales.
El trabajo doméstico fue transformado en un atributo natural en vez de ser reconocido como trabajo ya que estaba destinado a no ser remunerado
En el caso de tener presencia de niños y niñas en el hogar, se amplía la brecha en la distribución del trabajo no remunerado: las mujeres sin niños/niñas menores de 6 años a cargo realizan el 72,7% de estas tareas, mientras que quienes tienen 2 o más se hacen cargo del 77,8% de ellas. A todo esto se suma que las mujeres con mayor carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, repercute en mucho menos tiempos para su desarrollo personal, productivo, profesional y económico.
Al no poder contar con los tiempos suficientes para, por ejemplo, estudiar alguna capacitación laboral o estudios universitarios, esto la imposibilitará luego para acceder al mercado laboral y ser mano de obra calificada o a poder alcanzar un lugar de jerarquía dentro de los trabajos. A menos formación, más precarios serán los trabajos a los cuales se puedan acceder y que repercutirá en menor calidad de vida. En ese sentido, el informe explica también que la tasa promedio de la participación de las mujeres en el mercado laboral es de 49,2%, 21 puntos porcentuales más baja que la de los varones (71,2%).
Martes 22 de septiembre: intervención completa de Clara Chauvín en su reflexión sobre temáticas de género en el programa radial "En La Víspera" que se emite por LT 11, y es producido por El Miércoles Comunicación y Cultura Cooperativa de Trabajo Ltda.
A su vez, las mujeres con mayores recursos económicos pueden contratar a alguien para realizar las tareas domésticas y de cuidado. Y en su enorme mayoría, las personas que realizan esas labores son mujeres que muchas veces se encuentran trabajando de manera informal y con bajos salarios.
La autora feminista Silvia Federici, que mucho ha escrito desde hace décadas sobre el trabajo reproductivo, definió: “La diferencia con el trabajo doméstico reside en el hecho de que este no solo se le ha impuesto a las mujeres, sino que ha sido transformado en un atributo natural de nuestra psique y personalidad femenina, una necesidad interna, una aspiración, proveniente supuestamente de las profundidades de nuestro carácter de mujeres. El trabajo doméstico fue transformado en un atributo natural en vez de ser reconocido como trabajo ya que estaba destinado a no ser remunerado. El capital tenía que convencernos de que es natural, inevitable e incluso una actividad que te hace sentir plena, para así hacernos aceptar el trabajar sin obtener un salario”.
En la Argentina, ha sido más que relevante el aporte en este sentido de economistas feministas para así ampliar la noción de economía y comprender las formas específicas de explotación hacia las mujeres y cuerpos feminizados. Fue una manera de establecer números y estadísticas a las desigualdades que denunciamos desde los feminismos, con datos concretos tomados de la realidad, dentro de la enorme gama que abarcan los estudios de género y que han permitido la construcción de nuevos conocimientos críticos, poniendo foco en la perspectiva de género.
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