El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos
Desde Nueva Zelanda, Pamela Luberiaga -sanducera y ex estudiante del Colegio del Uruguay-, comparte estas reflexiones sobre la reciente desaparición del ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez.
Por PAMELA LUBERIAGA (Especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL)
Fotos: P.L.
Nunca estamos preparados para la muerte de un ser querido. Aunque hayamos estado esperando la noticia , durante días, que nos confirme que no está físicamente, cuando sucede es como una espada que nos atraviesa, nos invade una sensación de impotencia, rabia y desolación y es imposible evitar las lágrimas.
Es lo que me pasó con la muerte del presidente Tabaré Vázquez. Llevábamos días de tensa vigilia, sabíamos tanto como él de la gravedad de su enfermedad, pero aun así cuando leí el mensaje de una amiga “murió Tabaré”, quede petrificada. Como si no tuviera el derecho a descansar en paz y terminar el ciclo de la vida.
Médico por vocación y devoción – siguió ejerciendo durante su primer mandato – político por convicción, inauguró desde el casi anonimato, un período de gobierno de la izquierda que llegaba a la Intendencia de Montevideo en el año 1989, y que desde esa fecha sigue gobernando la capital uruguaya.
Profundamente humanista, supo integrar el sentir uruguayo de fútbol, murga y política, más su profesión, lo que lo hicieron un político distinto, querido por su pueblo y reconocido por su trabajo social y médico. Fue el primer presidente en seguir viviendo en su casa durante los años que gobernó.
Tabaré tuvo la hazaña de llevar adelante el primer gobierno frenteamplista luego de 150 años de gobiernos blancos y colorados, donde sólo cambiaban los colores de los partidos pero la política seguía siendo la misma.
Fue reelecto en el tercer período consecutivo del Frente Amplio, caracterizándose por ser un político serio, responsable, un estadista.
Entre sus principales logros está el Plan Ceibal, donde cada niño y niña tuvo su computadora con la que podía acceder al mundo cibernético, haciéndolo extensivo a la familia, pues por primera vez muchos hogares se vieron con la posibilidad de usar una computadora por primera vez.
Tabaré ha continuado con el legado del general Líber Seregni, quien como el mismo decía, de “perseguir el paradigma de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice”.
“No te rindas” nos ordenó con como cuando recetaba una medicina. No te rindas nos recordó cuando sabía que le quedaba poco tiempo de vida, y luego de haber perdido las elecciones, realizó reuniones en Facebook, por zoom, impulsando y colaborando con la campaña electoral de los diferentes departamentos.
Nos queda una gran pena que a la vez nos da fuerza para seguir adelante. El legado que nos deja es no rendirnos aunque el frío queme.
Ante nada en la vida.
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