Después del debate que se dio en el Congreso de la Nación por la ley de interrupción voluntaria de embarazo, vuelve a tomar impulso en todo el país la campaña por la separación de la Iglesia del Estado.
Por MARIO ROVINA de EL MIÉRCOLES DIGITAL
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Identificada con el pañuelo naranja, la campaña federal por la separación de la Iglesia y el Estado estuvo presente en las plazas durante la lucha por el aborto legal y es la próxima batalla en las calles entre quienes pelean por la laicidad desde hace años.
Si bien hace tiempo que distintas organización ciudadanas como la Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL) vienen trabajando baja el tópico de la separación de la Iglesia y el Estado, el tema volvió a instalarse con fuerza en la opinión publica de la mano de la lucha de los feminismos por la interrupción voluntaria del embarazo.
El manifiesto protagonismo que asumió la Iglesia Católica y también las iglesias evangélicas, tanto en la calle, como durante el debate parlamentario por la legalización del aborto, dejo en claro la urgente necesidad de separar las creencia religiosas de las decisiones políticas.
Un Estado laico supone la autonomía de lo político ante lo religioso, que el poder civil no se recueste en símbolos y poderes religiosos para obtener legitimidad en sus decisiones.
El Estado debe ser laico para que tanto los funcionarios, como nosotros los ciudadanos, podamos tener libertad de conciencia, elegir nuestros destinos y no vernos afectados por la presión y el condicionamiento moral religioso, que hace que la discriminación, la exclusión, la violencia institucional y también social, sean moneda corriente.
El artículo 2 de la Constitución Nacional establece que el Estado argentino está obligado a sostener "el culto católico apostólico romano", lo que define que, aunque el Estado sea laico y garantice la libertad de culto, existe una responsabilidad estatal por cuidar de las necesidades de la Iglesia. Las tres leyes que regulan el dinero que se deriva a la Iglesia fueron decretadas durante la última dictadura militar, entre los años 1979 y 1983.
Pero más allá de lo meramente económico, la campaña hace hincapié en la necesidad de una real igualdad en la ciudadanía, para poder crecer sin dogmas impuestos, por lo que una educación laica y sacar los objetos religiosos de las instituciones públicas serán pasos fundamentales para el cambio cultural que se necesita para crecer como sociedad.
Otra cuestión que ayudo a poner en agenda la campaña federal por la separación de la Iglesia y el Estado son los crecientes casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y miembros de diferentes instituciones religiosas no solo en Argentina, sino en todo América Latina. Y que lamentablemente cuentan con el deliberado encubrimiento por parte de las máximas autoridades religiosas, lo que lo hace más grave aun, ya que la mayoría de las victimas son menores de edad.
Estas son algunas de las cuestiones que hacen que una frase se repita cada ves más "saquemos a Dios de la Constitución". El Estado es de todos, por eso no puede ser de ninguna religión en particular.
Un Estado Municipal laico
En nuestra ciudad el Grupo Ciudadano por un Estado Laico en Concepción del Uruguay hace ya más de dos años que trabaja en una campaña tendiente a lograr 1.500 firmas en apoyo al proyecto de Ordenanza por un Estado municipal laico, con el objetivo de presentarlo para su tratamiento en el Concejo Deliberante.
Se trata de una iniciativa totalmente ciudadana, basada en la convicción de que -al igual que en todos los niveles- el Estado local debe ser totalmente neutral en materia religiosa.
"El Estado municipal tiene la obligación de representarnos a todos los/las uruguayenses, más allá de que unos sean católicos y otros sean judíos, evangélicos, musulmanes, agnósticos o ateo", resumen los impulsores del proyecto.
Fuentes: Explícito / CAEL / Proyecto erre
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