Hace poco un cineasta argentino independiente le confesó muy extrañado a un artista mexicano, que no entendía por qué en México no querían al 'Chavo del Ocho'. El cineasta quería referirse en realidad a Roberto Gómez Bolaños.
(*) Por SALOMÓN REYES
Si esta pregunta se la hubieran hecho al mismo Gómez Bolaños, habría contestado con un encogimiento de hombros, se hubiera reído y habría agregado que no quería sonar a blasfemia pero en Perú por ejemplo, es considerado el cómico más importante del milenio.
Son varias las razones por la que Gomez Bolaños cargó con una fama ambigua y polémica en su propio país pero la principal, responde a un fenómeno social que se repite en muchos países con diferentes matices. La influencia de Chespirito en la vida diaria del mexicano es abrumadora. Quizá no existe una persona nacida en México, después de los años 40, que no lo use como referencia. Si es así, entonces ¿por qué no se le reconoce un impacto similar al que tuvo por ejemplo Cantinflas?
En la vida de Bolaños aparecieron dos circunstancias que abonaron a su condena social. A finales del siglo pasado, se reunió un grupo de intelectuales mexicanos para analizar el fenómeno creciente de los personajes creados por Chespirito y su influencia en la sociedad mexicana. Las conclusiones fueron lapidarias. Se dijo que su humor era demasiado bobo y que no alcanzaba la elaboración creativa ni la trascendencia que tenían otros cómicos. Se afirmó también que era un promotor de la violencia gratuita, en cada capítulo aparecían varios tortazos de Don Ramón al Chavo, de Quico al Chavo, de Doña Florinda a Don Ramón, etc.
La última conclusión, quizá la más discutible es que hacía una representación de la pobreza mexicana que no correspondía a la realidad. La realidad era peor.
Ante tales argumentos, la clase media ilustrada y los que querían parecerse a ellos, le tomaron tirria y mala voluntad a Chespirito. A horas de conocerse su muerte abundaban en la redes sociales comentarios descalificadores de su trayectoria. Los 'snobistas' se llenaron la boca para atacar el legado del cómico mexicano. Incluso puedo decir que hubo quienes casi, celebraron su muerte.
Lo curioso es que aquellas conclusiones 'sesudas' parecían no contener un análisis más profundo sobre la obra Chespiriana:
La comicidad se ha basado históricamente en situaciones ingenuas y bobas. El Payaso Augusto es por definición el maestro de las catástrofes al echar a perder las iniciativas de los otros. Usando al máximo este recurso, han triunfado cómicos tan influyentes como El Gordo y El Flaco, Jerry Lewis, Chaplin, El Gran Gustav o Capusotto para hablar de cómicos locales.
También los golpes y la violencia son y seguirán siendo la estrategia favorita en la construcción del humor. A Chespirito se le acusó de usar, lo que en México se llama 'el pastelazo' que son golpes gratuitos y sin justificación dramática. Sí, los golpes del Chavo venían en cascada, uno tras otro, pero también otros cómicos menos criticados los usaron como en las interminables escenas de caídas y tortazos de Buster Keaton y Harold Lloyd.
Y por último el tema de la pobreza. 'El Chavo' es un niño de vecindad que vive en un barril y que busca, debido a su extrema pobreza, llenarse la panza con una torta de jamón. Es una descripción de personaje brillante y sintética que incluye circunstancias creativas para disparar situaciones humorísticas. Chaplin en 'The Kid' llevó al Sumun casi la misma situación y realizó uno de los mejores retratos de la sociedad de la época. 'La Torta de Jamón' (refuerzo o pebete) es una metáfora cruel de las clases sociales escolares en México. Los que llevaban tortas de jamón podían considerarse privilegiados y 'de arriba' y los que no podían ponerle jamón a la torta, debían conformarse con tortas de huevo o frijoles (porotos) y además esconderse a la hora del recreo para no sentirse avergonzados.
La crítica de la realidad a través de humor es una de las funciones sociales de los comediantes. Si lo que hacía Chespirito parecía simplón y poco profundo era por una necesidad de formato televisivo. Su programa se transmitía en horarios familiares y la tv mexicana siempre fue mogijata. Si 'El Chavo' hubiera hecho lo que hacen hoy Eugenio Derbez o Andrés Bustamante no hubiera durado ni 10 capítulos. Hay por otro lado, capítulos memorables que merecen estudios más cuidadosos en donde aparecen veladas criticas sociales, temas políticos y hasta algo de poesía humorística.
La segunda circunstancia que afectó la reputación de Gómez Bolaños, tiene que ver con su eterna vinculación a Televisa. Una relación que por un lado le dio todo el respaldo creativo y económico para desarrollar su carrera, lo cual no es menor pero por otro lado, le construyó una imagen tiránica, ambiciosa y conservadora. Sobre todo cuando se suscitaron los pleitos judiciales con Carlos Villagrán el intérprete de Quico y María Antonieta de la Nieves, La Chilindrina. El pueblo en general vio mal que Chespirito no dejará trabajar a sus dos ex compañeros y ahí se agregó otra rayita al tigre.
Chespirito fue innovador en muchísimas áreas de la realización televisiva. Uso recursos novedosos y sistemas de producción inéditos. Pero en un terreno, que sin querer queriendo, también fue un precursor fue en el área de los derechos de creación de personajes. ¿A quien le pertenecían los personajes de su serie? ¿A quién los había escrito y diseñado o a quién les había dado vida y con su talento personal los había hecho tan entrañables?
Cuando se dice que Chespirito demandó a Quico y a La Chilindrina para evitar que representarán por cuenta propia a sus personajes hay un dato que falta. Aunque Roberto Gómez Bolaños fue el creador, el que los escribió, los derechos legales de la serie pertenecen a Televisa, así que los juicios se llevaron a cabo con el respaldo y asesoría legal de ellos para defender sobre todo los intereses económicos de la empresa y de paso, sentar antecedentes judiciales sobre el derecho de interpretación de los personajes en pleitos futuros. Televisa ha ganado desde que se dejó de realizar la serie en 1995, la cantidad de 1.700 millones de dólares por conceptos de derechos de retransmisión mundial de los 1.300 capítulos que compone la serie completa. Es mucho dinero como para dejar que Quico y La Chilindrina anduvieran por ahí representando y ganando plata así nada más.
Ambos juicios fueron ganados por el tandem Chespirito-Televisa pero el mecanismo resolutivo en cada caso fue distinto. Carlos Villagrán perdió el derecho a utilizar el nombre de 'Quico' pero como no contaban con su astucia, decidió cambiar el nombre a 'Kiko' y siguió adelante con su circo en distintos países de Latinoamérica. La Chilindrina en cambio argumentaba que le estaban quitando su fuente de trabajo y de ingreso. Ella también explotaba el personaje en circos y espectáculos privados. Televisa encontró para su caso una salida salomónica. Le pidió que no representara más a 'La Chilindrina' y a cambio, le ofrecería trabajo de actriz en sus producciones en condiciones privilegiadas. Cuando Televisa habla de privilegios, estos pueden ir desde un sueldo fijo por ser artista exclusivo, la posibilidad de obtener una casa, un auto, personajes protagónicos, pensiones vitalicias, etc. María Antonieta de las Nieves aceptó.
La relación de Chespirito con Televisa se mantuvo en magníficas condiciones hasta su muerte. La misma televisora organizó su despedida en el Estadio Azteca a donde acudieron algunos miles de personas. Aunque muchos se preguntaron si no merecía una despedida más glamourosa.
La muerte de Chespirito ha revuelto las conciencias. Muchos seguirán pensando que era bobo y banal, para otros, su muerte es un duro golpe para sus recuerdos de vida familiar. Chespirito en todo caso, no fue profeta en su tierra pero sí fue un pequeño genio prolífico que revolucionó la televisión mexicana, el humor y modificó el lenguaje de millones de personas, incluyendo el de los intelectuales que lo siguen juzgando y los que aún muerto, lo seguirán criticando.
(*) Director y guionista
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