El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos
El Vaticano ha sido estricto: La bendición de la Iglesia a las parejas homosexuales no se permiten. Para la Iglesia existen dos modos de conflictos. El primero es cuestionar la doctrina, lo que implica caer en herejía. La segunda y más sencilla es el pecado que los hay graves y veniales.
Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Los primeros conducen al infierno si es que no hubo absolución previa. Bendecir una pareja del mismo sexo no está permitido porque esa relación es pecaminosa. Recibir una bendición, o cualquiera de los sacramentos en pecado es una cuestión grave cuando se hace dolosamente.
La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, que fue la antigua Santa Inquisición, dejó en claro que la unión de personas del mismo sexo es pecado y por lo tanto no puede ser bendecido por la Iglesia, sin caer en una contradicción entre la teología y la práctica.
Al comienzo de su papado, Francisco había tirado algunas líneas que sonaron a apertura hacia los sectores que eligieron una sexualidad y una convivencia no tradicional. En una suerte de conferencia improvisada en uno de sus viajes lanzó la expresión que él no era quien para impedir que dos personas que se aman tengan un proyecto de vida propio.
Llegó el tiempo de las definiciones y la apertura sugerida se vino abajo. Se retrocedió a tal punto que el propio Papa, al parecer estaba un pasito adelante, debió guardarse sus opiniones para más adelante, que en la Iglesia puede ser un siglo y hasta un milenio.
El matrimonio
La Iglesia Católica tiene un hueso durísimo de roer en el tema matrimonial. El argumento más interesante surge de aquella expresión de Jesús: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Todavía forma parte de los debates entre teólogos. Algunos opinan que Jesús dijo en verdad que hay un ámbito público (el César) y un ámbito privado (Dios). El matrimonio se incluye dentro del ámbito divino y por lo tanto fuera de la autoridad civil.
La Congregación para la Doctrina de la Fe es un órgano colegiado de la Santa Sede cuya función, custodiar la correcta doctrina católica en la Iglesia, está definida según el Artículo 48 de la Constitución Apostólica sobre la Curia Romana Pastor bonus, promulgada por Juan Pablo II el 28 de junio de 1988.
Hasta bien entrado el siglo 19 el matrimonio fue una actividad exclusiva de la Iglesia, sustentada en que se trata de un sacramento y por lo tanto lo administra la iglesia.
Nuevos tiempos
Las últimas décadas fueron muy difíciles. El divorcio, la homosexualidad, el matrimonio igualitario pusieron a los teólogos en dificultades. La Biblia está plagada de machismo y, sobre todo, la noción que la femineidad como fuente del mal.
No es el caso explayarse sobre estos asuntos que exceden el propósito de estas líneas.
Lo cierto es que como siempre ha ocurrido la Iglesia opta por los conceptos más conservadores. Un teólogo dirá que la Iglesia tiene como objeto fundamental la salvación de las almas. Ello justificó la Inquisición y la tortura para extraer la verdad.
Los nuevos tiempos han tenido a bien revisar conceptos tan profundos como las relaciones sexuales entre seres humanos. Perder ese control es en definitiva una importante pérdida de poder sobre las personas.
La iglesia no puede aceptar, tolerar ni bendecir el pecado porque contradice la voluntad de Dios. De allí que los divorciados, los concubinos, las uniones homosexuales, son almas que -así como están las cosas- no alcanzarán la eternidad, o cualquier cosa que ello signifique.
La Iglesia tardó más de cinco siglos en pedir perdón por su torpeza en el caso Galileo Galilei.
Hoy, la Inquisición, con otro nombre sigue en pie. Los católicos deben acatar y no hay debate posible. El ojo avizor de Torquemada no descansa.
rubengallay@hotmail.com
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