El organismo internacional alerta sobre las desigualdades económicas que se seguirá acentuando en el mundo entre los países que acceden a las vacunas con facilidad y a aquellos que les llega a cuentagotas.
El organismo calcula que si se logra inmunizar al 40% de la población mundial este año y al 60% a mediados del próximo, el PIB mundial aumentaría en más de 7 billones de aquí a 2025.
Una idea fuerza se ha escuchado en mil y un foros desde que se empezaron a pinchar las primeras vacunas contra la covid-19, a finales del año pasado: nadie estará seguro hasta que el último ciudadano en el último confín del planeta esté vacunado, recalca el artículo de El País de España.
Pero el trecho entre la retórica y los hechos es enorme, quizá más que nunca antes: mientras la inmunización avanza a pasos agigantados en Occidente —Estados Unidos ya tiene a casi el 40% de sus nacionales completamente inmunizados, Reino Unido al 30% y Europa a casi el 14%, según la última compilación de datos de Our World in Data—, apenas el 2% de los africanos ha recibido el primer picotazo.
En esta tesitura, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, y la economista jefa del organismo, Gita Gopinath, urgieron este viernes a los países ricos a aportar hasta 50.000 millones de dólares (41.000 millones de euros) para asegurar que las vacunas lleguen pronto a todo el mundo y no solo a quienes se lo pueden permitir.
“Como ya hemos alertado con anterioridad, la recuperación económica está divergiendo peligrosamente”, apuntan Georgieva y Gopinath en una entrada en el blog del organismo.
“Y las disparidades aumentarán más entre los países ricos —que tienen amplio acceso a vacunas y tratamientos— y los pobres, que todavía pugnan por inocular a sus trabajadores sanitarios que están en primera línea”, remarcan al tiempo que recuerdan que un año largo después del inicio de la pandemia las cifras de nuevos casos de coronavirus en todo el mundo son hoy mayores que nunca.
La propuesta desvelada este viernes por el Fondo es una hoja de ruta en la que la vacunación juega un papel clave, con un doble objetivo: que el 40% de la población mundial esté inmunizada antes de que termine 2021 y que el 60% lo esté en la mitad del 2022.
Para lograrlo, los técnicos del organismo con sede en Washington calculan que harán falta 50.000 millones de dólares (41.000 millones de euros): 35.000 millones en donaciones a fondo perdido y 15.000 en préstamos.
Las “buenas noticias”, escriben la directora gerente y la economista jefa del FMI, es que el G20 (el club de las 20 mayores economías del planeta) va camino de aportar 22.000 millones al fondo pedido, una decisión aún por formalizar y en la que la cumbre de salud global que se celebrará este viernes en Roma se considera clave.
Pero aún quedarían pendientes de aportar otros 13.000 millones en donaciones y 15.000 millones en préstamos. Y ahí es donde el llamamiento del Fondo a los países ricos cobra especial relevancia. “Esta estrategia no solo requiere compromisos, sino financiación por adelantado y donación de vacunas para evitar los peores escenarios”, subraya el texto.
Las economías avanzadas, las más interesadas por poner fin a la pandemia
50.000 millones de dólares suena a mucho, y lo es. Pero como toda cifra, hay que ponerla en contexto. Es, por ejemplo, un 40% menos de las ayudas europeas que España recibirá a partir de este año como parte del fondo de recuperación comunitario o de lo que ingresó por la llegada de turistas extranjeros en 2019, el último año en el que el mayor sector de la economía española operó a pleno pulmón.
Pero también es una parte ínfima de los casi seis billones en estímulos fiscales movilizados por un solo país, EE UU, desde que el demócrata Joe Biden llegó a la Casa Blanca.
El Fondo cuantifica los beneficios económicos de esta apuesta por la vacunación global y no solo nacional en el equivalente a nueve billones de dólares (casi 7,4 billones de euros) de aquí a 2025.
Unos recursos que se “inyectarían” en la economía gracias a un final anticipado de la crisis sanitaria y —consecuentemente— una recuperación más rápida de la actividad. “Salvar vidas y el sustento de las personas no necesitaría de mayor justificación (...), pero las propias economías avanzadas, que son las que probablemente tendrán que hacer un esfuerzo mayor [por ayudar a sus pares de renta media y baja], también serían las que obtendrían un retorno mayor, capturando el 40% de las ganancias de PIB y casi un billón de dólares en ingresos fiscales adicionales”, sostiene.
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