Siete crías de cóndores nacidas en cautiverio fueron liberadas en la Bioestación de Sierra Pailemán, en Río Negro, que comparten el Ecoparque y la Fundación Bioandina, en lo que significó la suelta más grande de esas aves realizada en Argentina. Cuatro de esos animales fueron criados y rehabilitados en el Ecoparque porteño, y de los siete seis llevan nombres mapuches.
Una de las crías es Piuque Wenú (Gran corazón), que fue rescatada por personal del Parque Nacional Nahuel Huapi, en Villa La Angostura, Neuquén, tras ser encontrada gravemente intoxicada por ingesta de balas de plomo.
Tayel (Canto Sagrado) nació en el Bioparque Temaikén, fue incubada artificialmente y criada con asistencia de títeres de látex, al igual que Kume Feleal (Buen Vivir); mientras Kurruf (Viento) fue criado allí tras su rescate por parte de miembros de la Estación de Fauna Autóctona de Salta.
Por su parte, Mawun (Lluvia) nació en el Bioparque La Maxima, en Olavarría, como Lihuen (Luz de Vida).
Por último, Pachamama, que en quechua y aimara significa Madre Tierra, nació y fue criada en ZooParc de Beauval, en Francia.
Se trató de la décimo séptima liberación del programa del “Retorno del Cóndor al Mar”, que ya suma 64 aves que fueron devueltas a la naturaleza en la costa del Atlántico.
En tanto, 215 de esa aves fueron liberadas en toda Sudamérica como parte del Programa de Conservación de Cóndor Andino, que se realiza “con intensos trabajos de campo y sofisticados sistemas de seguimiento satelital”, indicó un comunicado del Ecoparque.
Por esos seguimientos, se sabe que “ya nacieron 10 cóndores de forma natural en la meseta, de las aves que fueron soltadas allí”, explicaron desde el Ecoparque a Télam.
“Sabemos que unen en sus vuelos la cordillera con el mar, llegando a recorrer distancias mayores a 600 kilómetros desde su lugar de suelta, evidenciando los lugares clave para la conservación de estas fabulosas aves”, se indicó.
Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque, aseguró que “la liberación de los pichones, además de ser el momento más emocionante de todo el proceso, es donde se evidencia el necesario trabajo de articulación entre distintos actores de la conservación”.
El programa cuenta con el apoyo de las Secretarías de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Río Negro, Chubut y Neuquén, la Fundación Temaikén, Bioparque La Máxima, Aerolíneas Argentinas, la Fundación Bioparc, Grand Parc du Puy du Fou, AFdPZ y la Asociación Beauval Nature de Francia.
Por otra parte, el Ecoparque anunció la restauración de “la tradicional jaula de los cóndores”, un trabajo que requirió más de tres toneladas de acero para reemplazar algunas de las 16 columnas y las vigas, y en el que se suplantaron los arcos perimetrales y diagonales y todos los componentes afectados por el deterioro de la estructura.
La jaula se construyó para ornamentar la Plaza de Mayo para los festejos de las Fiestas Mayas a inicios del siglo XX, una instalación que dirigió el ingeniero Jorge Newbery, pionero de la aviación argentina, quien entonces era director general de Instalaciones Eléctricas y Mecánicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Tras las celebraciones el entonces director del zoológico, Clemente Onelli, solicitó al intendente Alberto Casares destinarla para el recinto de cóndores.
En el predio de Palermo se la montó nuevamente con una cobertura de alambre tejido y se ambientó el recinto con una réplica de una formación rocosa conocida como Piedra del Águila.
En la jaula, de 600 metros cuadrados, se agregaron grandes piedras traídas de San Juan y La Rioja, y allí vivieron cóndores, caranchos, águilas y gamuzas.
Cuando se finalicen las tareas de limpieza, el recinto volverá a alojar cóndores que pertenecen al Programa de Conservación de Cóndor Andino que no pueden ser liberados en su ambiente natural.
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