Se trata de Milagros Basgall, estudiante de cuarto año del profesorado de Filosofía que se dicta en la Escuela Normal Superior "Mariano Moreno" de Concepción del Uruguay. El concurso es organizado por el Consejo General de Educación de la provincia de Entre Ríos. Es el segundo año que se aplica.
Durante esta semana Basgall obtuvo el segundo puesto con su trabajo titulado "¿Qué le diríamos a las nuestras?". Esta narración premiada en la categoría "Carta" se reproduce, por gentileza de su autora, al final del texto.
¿De qué se trata el concurso?
El concurso literario "Espejos: repensando los genocidios como práctica social y política", es una propuesta del programa Educación, Derechos Humanos y Memoria Colectiva del Consejo General de Educación de la provincia de Entre Ríos.
Participan docentes y estudiantes de diversos niveles y modalidades (Secundario y Superior - Modalidades: Jóvenes y Adultos / Educación en contexto de Privación de la Libertad / Técnico-Profesional / Domiciliaria-Hospitalaria) de distintas áreas curriculares (Ciencias Sociales y Humanidades, Educación Artística, Lengua y Literatura, Ecología, Formación Ética y Ciudadana, entre otras), en la temática de los Derechos Humanos y Literatura.
Deben presentar producciones literarias referidas a sucesos o acontecimientos vinculados a prácticas sociales, que en marco de genocidios (pensando en los distintos roles: perpetradores, cómplices o solidarios con las victimas) tuvieron lugar a lo largo de la historia de la humanidad.
Dichas producciones, pueden inscribirse en una narrativa histórica o de ficción. El tema y su anclaje en la historia son de libre elección dentro de un temario sugerido en las bases del concurso.
"¿Qué le diríamos a las nuestras?"
07 de Abril de 2021
Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Argentina
Queridas compañeras:
Un día caí en la cuenta que más de una de nosotras alguna vez nos dormimos pensando qué le diríamos a “las nuestras” si un día nos matan y en realidad volví a caer, como quien va cayendo por escaleras muy largas y nunca para de golpearse, cada nuevo escalón abajo duele más que el anterior, cada moretón se le suma al que ya estaba doliendo, así se siente darte cuenta que escribir esta carta, es en parte estar ya, un poco muerta.
Les escribo esta carta porque no sé cuando será mi día, mi hora, y mi lugar de posible
femicidio pero sabiendo que cada día, a cada hora y en cada lugar, puede ser el momento en que algún o algunos varones culminen su práctica de odio machista y me quiten la vida.
No quiero que sean víctimas del error colectivo de quienes recuerdan el femicidio de una
compañera como un hecho más. Lo vemos día tras día reflejado en la decisión de los medios de comunicación, cuando divulgan con morbosidad la noticia de nuestros cuerpos hallados o la búsqueda de los mismos, como si se tratara de un juguete perdido, sin un contexto o una cultura que lo envuelva. Casos, para los medios y para la justicia somos casos.
Cada vez que vean mi posible “caso” nombrenme, hablen del jardín al que fuí, donde aprendí que la cocina, los vestidos y bebés en la casita eran el lugar ideal para que una niña como yo jugara, cuenten que de grande cuestioné esos juegos y me alegré hasta las lágrimas de ver jugar a mis sobrinas con camiones, con bloques y rompecabezas, sonriendo sin limitaciones.
Narren cada una de las anécdotas que compartimos y me hicieron ser quien soy, una persona con historia, con nombre y apellido. Nombrensé también a ustedes, mis compañeras, las que quedarán viviendo con un tornado de emociones y contradicciones, las que encontrarán maneras de vivir a pesar estar un poco muertas en vida, las que se aislaron del mundo para sobrevivir y las que saldrán a destapar oídos para que por fin se hagan un ruido insoportable las denuncias. Nombren a cada una de las vidas que afectaron matándome.
Pero por favor, no dejen que los medios de comunicación me quiten la identidad hasta que se naturalice recordarme como una más de un montón, porque ceder nuestra historia es dejar que legitimen el arrebato de la misma.
Al fin y al cabo, por más larga que sea la escalera sus escalones se terminan y ya en el suelo no queda a donde más caer. Si les estoy escribiendo esto es porque también estoy rodeada de vida.
Abracen las contradicciones que nos habitan como yo deseo abrazarlas con estas
palabras, compañeras.
-Milagros Basgall
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