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El adiós a Eduardo Julio Giqueaux

Fue rector del Colegio del Uruguay durante más de tres décadas, y autor de una vasta obra escrita que lo posicionan como uno de los filósofos más destacados de la provincia de Entre Ríos.

 

A.S. de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Este lunes 20 de diciembre falleció Eduardo Julio Giqueaux, con 83 años de edad y una extensa trayectoria como docente en las aulas uruguayenses, como autoridad educativa en el Colegio del Uruguay durante 32 años y como autor de una destacada obra filosófica que se expresa en numerosas publicaciones e innumerables artículos.

Había nacido en Concepción del Uruguay y tenía 83 años. Hizo sus estudios secundarios en Gualeguay, obteniendo luego el título de Profesor en Filosofía y Pedagogía.

Realizó seminarios de especialización sobre conocimiento interdisciplinario e investigaciones sobre mitología en la Universidad de Estrasburgo (Francia) con el profesor Georges Gusdorf.

Esa temática –el mito y la cultura– fue una de las que lo apasionaron durante toda su labor filosófica, al punto que le dedicó varios volúmenes de investigación, desde el libro “Hacia una nueva definición esencial del mito” (editado en 1971 por Juarez Editor, en Buenos Aires, con prólogo de Bernardo Canal-Feijóo), pasando por “El mito y la cultura” (editado por Castañeda en 1979).

Era un profundo estudioso de la obra de Mircea Eliade, a quien consideraba la principal autoridad mundial en la temática, y a su vez, gozaba de gran reconocimiento en ese campo.

Designado en 1979 rector del Colegio del Uruguay, el centro de estudios fundado por Urquiza, estuvo al frente de esa institución por 32 años (hasta 2011), siempre liderando los cambios de esa casa escolar, sometida a los vaivenes del país, pasando de la jurisdicción nacional a la provincial hasta quedar, en la actualidad, dentro de la órbita de la Uader.

Algunas de las numerosas obras que muestran la labor filosófica de Eduardo Giqueaux.

Pero los cambios de rumbo no afectaban su liderazgo, que la democracia reconoció legitimándolo como autoridad del Colegio a partir de 1983. Con Giqueaux al frente del Colegio, fue esta institución pionera en incorporar la enseñanza de informática, acogió la escuela de cerámica (fundada por Artemio Alisio) y alentó siempre innovaciones pedagógicas y culturales, como la revista libro “El Mirador”.

Durante sus gestiones al frente de la histórica educación, Giqueaux recibió –emblemáticamente– a presidentes tanto de la dictadura como años más tarde a los genuinos titulares del Ejecutivo electos por el pueblo, ya reinstaurada la democracia, cuando como máxima autoridad le tocó ser anfitrión de los presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem.

Recibiendo a Galtieri en el Colegio (1980).

Quienes transitamos el Colegio en los años de la transición democrática recordamos su apoyo decidido a la recuperación del Centro de Estudiantes en 1983, y su respaldo para realizar la asamblea refundacional en horarios de clases. Asimismo, por su apoyo el Mirador fue la sede del Centro de Estudiantes en aquellos años iniciales de la recuperación de las instituciones.

Es más: conocedor de los vaivenes y de la mejor forma de “sobrevivir” a ellos, un recuerdo de esos años se agiganta con el tiempo. A comienzos de 1983 habíamos ido a verlo a su despacho de rector –todavía bajo dictadura pero ya herida de muerte– con un grupo de estudiantes del Colegio, todos miembros de las Juventudes Políticas de la época (organizadas como “Mo.Ju.Po”). Queríamos arrancar ya mismo con el Centro de Estudiantes. Algunos radicales, otros de la Jotapé, algún comunista, un par del MID, un par de socialistas y hasta un militante del FIP de Abelardo Ramos. Queríamos que Giqueaux, como rector, nos autorizara a formar el Centro de Estudiantes. Nos escuchó atenta y amablemente y nos manifestó su apoyo, pero con el tono cuidado de siempre nos dio una sugerencia “táctica”: “No le pongan ‘Centro de Estudiantes’, que puede evocar resonancias controvertidas”, nos aconsejó. “Pónganle ‘Club Estudiantil’, que suena más inofensivo”. No le hicimos caso, y renació el Centro de Estudiantes del Colegio, que ya tenía gran historia previa. Pero siempre recuerdo ese singular consejo, que habla de por qué Giqueaux logró mantenerse allí durante tantos años.

Fue también docente universitario en todas las instituciones de altos estudios de la ciudad (UNER, UCU, UTN, Profesorado), dirigió el Profesorado de Educación Superior de la UCU, y fue responsable académico de la Facultad de Ciencias de la Gestión de la Uader.

Pero los cambios de rumbo no afectaban su liderazgo, que la democracia reconoció legitimándolo como autoridad del Colegio a partir de 1983.

Son incontables sus trabajos de investigación, expresados en numerosos ensayos y artículos que difundía en publicaciones especializadas de educación y filosofía, pero también en diarios y periódicos de alcance nacional y regional.

Su libro “El Colegio y la Música” (editado por El Mirador en 1997) también está dedicado a la historia de la institución que dirigió, en el periodo 1849-1925, y fue declarado de interés educativo por el Consejo General de Educación de Entre Ríos.

En 2010 editó “El chisme y su relación con el inconsciente”, un volumen dedicado a lo que llamó “la comunicación informal” (cuyo título juega con el conocido texto de Sigmund Freud “El chiste y su relación con el inconsciente”), un libro entretenido en el que se dedica a analizar, con las herramientas de la filosofía y la psicosociología, las habladurías, esa práctica social “de muy larga tradición, probablemente casi tan antigua como el ser humano”.

Entre las numerosas instituciones que expresaron su pesar se encuentra la Universidad de Concepción del Uruguay, en la que fuera docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y de la Educación de UCU.

La editorial de la UCU además editó tres libros de su autoría: “Conversaciones... Una introducción a la filosofía” (dos volúmenes de diálogos de Giqueaux con Héctor Luis Castillo) y el libro “Historia de Medio Tiempo”, un primer tomo de la historia del Colegio.

La también ex rectora del Colegio, Marita Petrone, lo despidió con estas palabras: “Lamento mucho tu partida, querido profesor y ex rector del Colegio del Uruguay. Estarás en la memoria de tu querido colegio siempre y en la de quienes te conocimos. Descansa en paz querido Eduardo. Mis condolencias a Graciela y a tus hijos y nietos”.

Los numerosos testimonios de dolor ante su deceso abarcan ex alumnos, colegas, amistades y en general una comunidad que lo valoró como uno de sus más activos protagonistas de la educación y la cultura durante muchos años.

Casado con Graciela, el profesor Giqueaux tuvo cuatro hijos (Gustavo, Federico, Pablo y Verónica) y ocho nietos. Sus restos fueron inhumados este mismo 20 de diciembre de 2021 en el Cementerio Parque.

 

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