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Los jinetes del apocalipsis

El profesor Gustavo Sirota analiza en el siguiente texto uno de los temas siempre en boga los sectores atentos a los movimientos geopolíticos de la humanidad: la superpoblación mundial. Señala que esa amenaza se cayó, pero que no soluciona los problemas del calentamiento global que sigue siendo el principal eje de preocupación en la actualidad y en los tiempos venideros, porque "el modo de producción capitalista ha llevado a la humanidad y al planeta a un callejón sin salida".

 

Por GUSTAVO SIROTA (*)

 

En 1968 Paul Ehrlich alertaba en su libro “la bomba P” sobre el apocalipsis cercano que suponía un planeta superpoblado. Medio siglo más tarde las predicciones del autor se han convertido en “profecía incumplida”. El cambio climático y el calentamiento global aparecen como los nuevos “jinetes del apocalipsis” a los que nos conduce la irracional y depredadora ilusión capitalista.

En la revista “herodote,net” André Larané nos desasna con datos, repasa con cifras y proyecciones un fenómeno irreversible. “la población mundial disminuirá a fines de este siglo”.

De hecho sólo dos grandes países tienen superpoblación, es decir exceso de habitantes por kilómetro cuadrado. Bangladesh y Egipto, ambos con más de 2000 habitantes por kilómetro cuadrado.

La causa es simple: “Con  excepción del África subsahariana o África negra, el conjunto del planeta, incluida la India, tiene una fecundidad media inferior a la tasa de reemplazo poblacional, de 2,1 hijos por mujer”.

Ese envejecimiento es inducido por la disminución de la natalidad y la escasez de jóvenes mucho más que por la extensión de la esperanza de vida.

Hace 40 años la ONU proyectaba 2.200 millones de africanos para el año 2100. Ahora esperan 4.400 millones, el doble. Con una densidad muy inferior a la media mundial de 50 habitantes por km cuadrado, la región está muy lejos de la superpoblación tan temida, aunque aporta la totalidad del crecimiento demográfico de la humanidad.

La superpoblación ya no es más una amenaza.  Asistimos a una caída de la natalidad sin precedentes en los países más ricos, en Occidente y en los países ribereños del mar de China.

En China, el número de nacimientos cayó de 17,9 millones en 2016 a 12 millones en 2020 y el índice de fecundidad es de sólo 1,47 hijos por mujer. Siendo aún hoy el país más poblado del mundo, con 1500 millones de habitantes, China tendrá menos de 1.000 millones en 2100, y entre ellos una fuerte proporción de ancianos.

Muchos otros países asiáticos y occidentales se acercan al índice de fecundidad de un niño por mujer o están incluso por debajo de él, como en Corea del Sur con 0,87 por mujer en 2020.

Italia, por ejemplo, tuvo 400.000 nacimientos y 740.000 decesos en 2020. Con un índice de fecundidad que se acerca cada vez más a un niño por mujer, debería contar con apenas 100.000 nacimientos anuales hacia 2100. En esa fecha, los viejos italianos de más de 60 años serían por lo menos 4 veces más numerosos que los menores de 20 años, con consecuencias sociales, laborales, sanitarias y económicas aún imprevisibles.

Ese envejecimiento es inducido por la disminución de la natalidad y la escasez de jóvenes mucho más que por la extensión de la esperanza de vida. Las conclusiones de los demógrafos Jean-Noël Biraben y Jacques Dupâquier nos dejan algunas pistas de los tiempos por venir. El ejemplo de Francia es ilustrativo. En una generación, de 1991 a 2021, la edad promedio pasó de 34 a 41 años. Dentro de medio siglo, esa edad promedio se ubicará según todas las probabilidades cerca de los 50 años sin que aumente la esperanza de vida.

Este invierno demográfico que se perfila nos conduce muy lejos del objetivo razonable de toda comunidad humana: perpetuarse asegurando como mínimo la renovación generacional.

Asimismo André Larané nos advierte en su artículo una “correlación entre las emisiones de gas de efecto invernadero y las cunas vacías”. Sostiene que “Del Mar de China al Atlántico, los países que recalientan el clima son los mismos que están en la senda de la extinción demográfica. No hay que ver en ello una simple coincidencia sino la doble consecuencia de un modelo de sociedad mortífera, ese american way of life que después de 1945 sedujo a los europeos y luego al resto del mundo….que descansa sobre la explotación a bajo costo de los recursos naturales con miras a un consumo sin fin de productos siempre nuevos.”

Para decirlo de manera más sencilla, el modo de producción capitalista ha llevado a la humanidad y al planeta a un callejón sin salida.

Algunos datos acerca del calentamiento global nos ilustran está dramática encerrona que pone en riesgo la continuidad de la experiencia humana en la tierra.

Un informe de OXFAM Internacional da cuenta que “en 2015, los Gobiernos acordaron el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales. Sin embargo, los actuales compromisos para reducir las emisiones son insuficientes para lograrlo. Para alcanzar este objetivo, sería necesario que, para el año 2030, cada habitante de la Tierra emitiese un promedio de tan solo 2,3 toneladas de CO2 al año, lo que equivale a aproximadamente la mitad de la actual huella de carbono media”, objetivo que parece más que lejano de alcanzar.

“Con  excepción del África subsahariana o África negra, el conjunto del planeta, incluida la India, tiene una fecundidad media inferior a la tasa de reemplazo poblacional, de 2,1 hijos por mujer”.

Un estudio del Institute for European Environmental Policy (IEEP) y el Stockholm Environment Institute (SEI), analiza las emisiones de la población global y los diferentes grupos de ingreso como si fueran un único país y concluye que, “para 2030 la mitad más pobre de la población mundial seguirá produciendo emisiones muy por debajo de los niveles requeridos para no superar 1,5 °C; en tanto las emisiones del 1 % y 10 % más ricos serán 30 y 9 veces superiores a los niveles requeridos”, respectivamente.

De acuerdo a esos datos “una persona del 1 % más rico debería reducir sus actuales emisiones en torno a un 97 % para poder lograr el nivel de emisiones requerido. Para el año 2030 el 1 % más rico – menos personas que la población de Alemania – será responsable del 16 % del total de las emisiones globales, en comparación con el 13 % y el 15 % del que fue responsable en 1990 y 2015, respectivamente.”.

Otros estudios citados por OXFAM estiman que el total de emisiones de solo el 10 % más rico en 2030 exceda el nivel de emisiones necesario para alcanzar el objetivo de 1,5 °C, independientemente de lo que haga el 90 % restante de la población mundial.

Mencionamos a África como el motor demográfico del mundo. Como contracara de esto, pese a ser la región mejor dotada de recursos naturales, sus habitantes están privados de casi todo.  Más aún, debido a su extrema pobreza, África no contribuye a las emisiones de gas de efecto invernadero, responsables del cambio climático. Emite 0,5 toneladas de CO2 por habitante por año, contra 10 de los países ricos, esto es 20 veces menos.

Tim Gore, responsable del IEEP, sostiene que “esto es un reflejo del exceso de emisiones de una pequeña élite, la más rica del planeta. Para acabar con esta desigualdad en las emisiones para el año 2030, es necesario que los Gobiernos dirijan sus medidas a los más ricos, quienes más contaminan. Las crisis climática y de desigualdad debe abordarse de forma conjunta."

La crisis climática desnuda las desigualdades cada día más profundas del capitalismo global. El 1% más rico del planeta, menos de ochenta millones de personas,  es responsable de más del doble de las emisiones de carbono que producen la mitad – unos 4000 millones de personas - más pobre de la humanidad.  Esto es unas 100 veces más per capita de emisiones de carbono producen los más ricos, muestra palmaria de la brutal inequidad en el consumo y nivel de vida que impone el capitalismo moderno.

Debemos poner fin, señala OXFAM en uno de sus informes alertando sobre el cambio climático y el calentamiento global, al “boom de milmillonarios, al sobreconsumo del 1% más rico….debemos anteponer economías que antepongan a las personas y al planeta frente a los beneficios de unos pocos….estamos en un momento crítico para evitar una catástrofe climática irreversible….si nos quedamos de brazos cruzados, la crisis climática acabará con la vida y la subsistencia de millones de personas”, a lo que se podría agregar en el mediano y largo plazo la propia existencia de la humanidad y del planeta.

Del Mar de China al Atlántico, los países que recalientan el clima son los mismos que están en la senda de la extinción demográfica.

Tal vez la profecía del apocalipsis no venga de la mano de la “bomba P”, de un planeta que imaginábamos sobrepoblado y sin recursos suficientes, sino de la irracionalidad y la codicia sin fin de un sistema, el capitalista, incapaz de asegurar la vida de la humanidad y del planeta mismo.

(*) Profesor de Historia.

 

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