Tiroteos, ajustes de cuentas y emboscadas mortales hubo siempre y los sigue habiendo, en los territorios disputados por los comerciantes de drogas de Entre Ríos. Desde hace un par de años, se observan métodos más organizados y profesionales para matar. El triple crimen de 2020 y el asesinato del joven peruano en 2022, hablan de la presencia de sicarios y grupos dispuestos a colaborar para los crímenes por encargo; y el homicidio del contador Gonzalo Calleja, habla de narcos de menor relevancia bien dispuestos a robar y matar para no dejar huellas. Como la mafia. El revelador informe publicado por Análisis de Paraná.
Informe multimedia
Cristian Barretto, Germán Herlein y Laureano Morales charlaban bajo la sombra de un árbol luego de comer un asado. Nunca imaginaron que iba a ser el último almuerzo antes de que dos sicarios en moto cumplieran con el encargo.
Distinta era la situación de Carlos Daniel Tello Morales, un joven peruano que hacía varias semanas se lo veía en alerta y a la defensiva, y cuando dos muchachos en moto comenzaron a dispararle en calle Ameghino del barrio San Martín, sabía que esa era su última corrida.
El contador Gonzalo Calleja había sentido un mal augurio respecto de un cliente que le compraba dólares, y la tarde que fue a realizar una nueva transacción ese presagio intuitivo se volvió real: Exequiel Morato lo citó al barrio 1° de julio para robarle, pagar una deuda por un cargamento de drogas y matarlo para borrar evidencias. ¿Qué pasó y cómo siguen las causas del triple crimen (2020), el asesinato del contador (2021) y la emboscada al peruano (2022) en Paraná?
Matar es una opción para quienes están en el mercado ilícito de drogas. Para muchos es un riego a correr, una tarea que encargar o un gaje del oficio. Algunos encargan, otros ejecutan por sí mismos. A rivales y traidores, o a ajenos al negocio que pueden ser presa fácil para obtener algún rédito.
Profesionales de la muerte
El 15 de noviembre de 2020, el triple crimen ocurrido en calle Las Camelias y Ovidio Lagos dejó la sensación en Paraná de haber pasado a otro escalón en la criminalidad organizada. Tanto las víctimas como los sospechosos de encargar el ataque de los sicarios eran nombres conocidos como actores de relevancia en el mercado de drogas no solo provincial, sino regional y nacional. Barretto tenía 43 años y estaba en carpeta de varias investigaciones que nunca llegaron a juzgarlo; su hermano Víctor, sobreviviente por pura suerte de la veintena de balazos, también. Llevaban una vida sin privaciones entre Paraná y Nordelta. Herlein, de 29, estaba con libertad condicional cumpliendo una condena por narcotráfico y aún así seguía creciendo en el negocio. Morales, de 23, era un pibe del Lomas del Mirador II, amigo y colaborador de Barretto.
“Hay muchos indicios que se han recabado, este es un gran rompecabezas que se va armando de a poco". Horacio Blasón, jefe de la División Homicidios
La investigación a cargo del fiscal Martín Wasinger logró detener a un sospechoso: Ramiro Colman, acusado de conducir la moto Honda XR 200 en la que iba el experimentado autor de los disparos. Tiene 24 años y un importante sumario como tira tiros. Luego, la causa se choca con una pared, tanto sobre el restante sicario como respecto de los autores intelectuales del triple homicidio. Se habla de las conexiones con Rosario (el auto utilizado en apoyo a la operación apareció incendiado y había sido robado en esa ciudad unas semanas antes) y de los exsocios de los Barretto de Paraná que no sólo son proveedores locales sino también regionales con conexiones entre Paraguay y Buenos Aires.
El jefe de la División Homicidios de la Policía, Horacio Blasón, destacó como un obstáculo “el hermetismo que los familiares mostraron a los investigadores y también a la Fiscalía sobre las actividades que desarrollaban estas personas que fallecieron”. Y explicó: “Nosotros como investigadores en el 100% de los casos, lo primero que hacemos ante una muerte es saber quién es la persona que falleció, conocer cuáles eran sus actividades, y esto nos va llevando a tener posibles sospechas de los problemas que puedan haber tenido”.
“La investigación fue avanzando y con esta enorme dificultad que no podíamos obtener ninguna información que ayude a la investigación para encontrar la punta del ovillo, cuál podría haber sido el problema. Sin embargo, se pudo dar con una persona que podría ser quien conducía la moto que trasladó a quien cometió este grave hecho. Hay muchos indicios que se han recabado, este es un gran rompecabezas que se va armando de a poco”, dijo Blasón.
Se trata de Ramiro Colman, a quien un testigo señaló como el que conducía la moto. Tiene un par de condenas por hechos violentos en su barrio, en Paraná V. Había salido de la cárcel 11 días antes del triple homicidio. Es vecino y ha estado vinculado a uno de los narcos más escurridizos de Paraná, al que nunca le ha llegado la hora de la Justicia: Jesús Mendoza, más conocido como “Perpeto”, estrechamente vinculado al Club Peñarol desde hace muchos años. Mendoza es primo hermano de Germán Velázquez, señalado como uno de los narcos con mayor proyección en la región, vinculado a pesos pesados del narcotráfico de Rosario y Santa Fe, y quien se entregó el año pasado luego de estar prófugo más de dos años por una causa federal donde aparece asociado al narco rosarino Luis Paz. Desde la misma tarde del triple crimen, en un sector del narco provincial acusaban a Velázquez como el autor intelectual de la masacre. Incluso, prometían venganza. Pero ni un indicio en la investigación apuntaló esta sospecha, y tampoco llegó ninguna represalia.
El entorno de las víctimas ha guardado silencio desde el primer día. Consultados por Análisis , la familia de Germán Herlein tampoco quiso hablar, pero sí pidieron que se publique que ellos quieren justicia, que no les da lo mismo si el caso queda impune y que se llegue hasta las últimas consecuencias.
Una trampa criminal
El caso del crimen del contador Gonzalo Calleja no tiene nada que ver con un ajuste de cuentas del narcotráfico. Pero muestra la disposición a matar de muchos que están en el negocio. El joven de 29 años fue a venderle dólares a Exequiel Morato, quien hacía tiempo se venía moviendo entre narcos y personajes pesados del hampa local. Así como Calleja, podría haber sido cualquiera al que citara al barrio 1° de julio con dinero para un negocio falso o cualquier otra excusa. El contador era la opción más sencilla para Morato y sus cómplices. Al atardecer del 14 de julio de 2021, el encuentro se transformó en un crimen que conmovió a la provincia. Primero, por la denuncia de desaparición de Calleja, y 24 horas después por el hallazgo del cuerpo de la víctima a varios kilómetros de la Escuela Hogar, donde había dejado su auto estacionado.
“El móvil fue hacerse de recursos económicos. Se le había generado una deuda, y a partir de ahí se produjo el encuentro para sustraerle los dólares". Santiago Alfieri, agente fiscal
El fiscal que investigó el homicidio, Santiago Alfieri, dijo a Análisis: “Gonzalo Calleja era un contador que tenía su trabajo propio en una constructora y tenía, junto a un socio, la actividad de compra y venta de dólares a cambio de pesos, como una actividad secundaria, que la hacía con relativa habitualidad. Los fondos con los que hacían esa actividad él y el socio, conforme con lo que hemos podido obtener de los teléfonos celulares y de los archivos que encontramos en las memorias de Calleja, eran propios, un acumulado que iban teniendo de la propia actividad”.
El ardid criminal pudo ser establecido por pruebas y testimonios: “De lo que tenemos establecido en la acusación, el móvil fue hacerse de recursos económicos por parte del principal imputado. Tenemos establecido que se le había generado una deuda y que debía cubrirla, y a partir de ahí, por el vínculo anterior y ajena a esa deuda que tenía este imputado con la víctima, se produjo el encuentro para sustraerle los dólares norteamericanos”, explicó el fiscal.
¿Nunca sospechó nada extraño el contador con su cliente? Alfieri contó: “Lo que surge de comentarios que el propio Gonzalo Calleja efectuó anteriormente, hubo una situación en la que tuvieron de una entrega de dinero muy desordenada en cuanto a cómo estaban dispuestos los pesos, y que había tenido un excedente en la cantidad de pesos que le había dado Morato, que el propio Calleja se ocupó de restituírselo. Ahí él hace un comentario a allegados que le había dado una mala espina la proveniencia del dinero. Esto fue a fines del mes de junio del 2021, el hecho es el 14 de julio”.
La investigación había comenzado sin indicios fuertes y hasta con un testigo falso que desvió las sospechas las primeras horas. Pero luego las evidencias fueron en un solo sentido, recuerda Blasón: “A Morato se lo pudo ubicar en el lugar. Había realizado maniobras para obstaculizar la investigación, como esconder el vehículo en distintos lugares, quitarle los neumáticos. Recuerdo que en el lugar de hallazgo del cadáver había huellas de neumáticos significativas y cuando secuestramos el auto pudimos también encontrar qué otros vehículos tenían las ruedas que le habían sacado a este auto que llevó el cuerpo, ruedas que correspondían, esto es un elemento de mucha certeza. También se le pudo encontrar a este imputado el tesoro que había escondido, sabiendo que la Policía podía dar con él, lo escondió en un lugar que fue allanado por la División Homicidios, donde encontramos armas de fuego, estupefacientes, dólares”.
“También se avanzó mucho con la posible participación de otra persona que acompañó a este imputado que está detenido, es una persona que está imputada en la causa”, agregó Blasón. Se trata de Francisco Giménez, quien habría estado junto a Morato al momento del rapto y asesinato de Calleja y fue imputado a fines de 2021.
“La investigación está culminando, específicamente en lo que ha transcurrido el último mes ha tenido que ver con actividad probatoria vinculada ya no con la intervención del principal acusado, que es Morato, sino con un segundo que nosotros consideramos que hay elementos para sostener que es una de las personas que se encontraba adentro del auto al momento que se produjo el ataque a Gonzalo Calleja”, indicó Alfieri.
La causa está cerca de ser remitida a juicio. Será ante un jurado popular con cargos que podrían implicar la pena máxima para los acusados. Tampoco se descarta un acuerdo de juicio abreviado, igualmente con una pena elevadísima por el homicidio.
"¿Vos sos Jairo?"
Las únicas personas que Carlos Daniel Tello Morales tenía en Paraná, ahora están sospechadas de participar o, al menos, encubrir su homicidio. Tenía 30 años, viajó desde Perú a Buenos Aires y hacía dos años que estaba viviendo en la capital entrerriana. Ahora sus restos descansan en el Cementerio Municipal y cada tanto un policía va a dejarle flores en su nicho, por pedido de su familia. En las últimas semanas estaba muy preocupado: caminaba mirando a todos lados y en la casa de su novia, donde vivía, en el barrio Belgrano, se asomaba a cada rato por la ventana si escuchaba algo que le parecía raro. Cuando lo mataron con el sello del sicariato narco, emergió a conocimiento público una trama desconocida del mercado de drogas, con algunos personajes ya conocidos.
El fiscal Mariano Budasoff dijo a Análisis cuál es su hipótesis del crimen: “Entre las 16 y 16.30 del 30 de marzo, la víctima estaba en calle Ameghino, venía subiendo hacia República de Siria. Según los primeros testimonios, había ido a cobrar un dinero en la zona, y estando ahí, a mitad de calle aproximadamente, se acercan dos personas en una moto, una persona con casco, la otra no, pero a ninguno de los dos se le ve la cara en realidad. Se baja uno de ellos de la moto, le pregunta su nombre y le efectúa al menos nueve disparos con un arma de fuego calibre 9 milímetros. Nosotros hemos levantado en el lugar muchos rastros sobre esto. Estas personas luego se van del lugar, se escapan en la moto, que no tenía ninguna chapa dominio colocada”.
“Lo que tengo sobre seguro es que al menos se trataba de una vuelta por un dinero. Si ese dinero, a su vez, está vinculado a micro o narcotráfico, es algo que hasta el momento yo no lo puedo probar". Mariano Budasoff, agente fiscal
La investigación de este caso tampoco fue sencilla desde el inicio: “Se da algo muy particular, volviendo también al triple homicidio, que la novia de esta persona que falleció negó todo el tiempo dar información, se opuso dar información a los investigadores, como también al fiscal, sobre cuáles eran las actividades de su pareja”, dijo Blasón.
Entonces, aquí también empezaron a “hablar” las cámaras de seguridad particulares de la zona y permitieron identificar parte del recorrido de los sicarios y llegar a quienes prestaron alguna colaboración: “Esa moto para en otro sector de la ciudad, ellos son esperados en el lugar por un taxi, se cambian de ropa, se suben al taxi y el taxi los lleva a otro lugar. De estas personas, una de ellas posiblemente sea de nacionalidad peruana, pero esto no lo puedo afirmar todavía porque estamos que nos conteste la Comisión Nacional de Regulación del Transporte sobre quiénes fueron los pasajeros que llegaron a la ciudad en los días previos y otra información, entrecruzamiento que estamos realizando”, indicó el fiscal.
Pero el análisis de las cámaras no se limitó a esas horas ni ese día: “Esas personas abandonaron la moto en el lugar y al día siguiente aparece otro vehículo, que también lo tenemos secuestrado, descienden dos personas, toman esa moto y se la llevan hacia otro lugar. Nosotros obviamente que estamos bajo el rastro de esa moto. Es muy raro en esta ciudad abandonar una moto en la vía pública y que nadie la toque”, dijo Budasoff.
El narcotráfico parece ser el trasfondo del homicidio, aunque hay otras actividades ilícitas que se relacionan con el mercado de drogas. Por eso, el móvil para el encargo del crimen a los sicarios, no ha quedado definido. “Hay un tema que está sobrevolando sobre los motivos del homicidio. Lo que tengo por el momento sobre seguro es que al menos se trataba de una vuelta por un dinero. Si ese dinero, a su vez, está vinculado a micro o narcotráfico, es algo que hasta el momento yo no lo puedo probar. Surge de algún testigo que lo pretende deslizar, pero nadie realmente lo señala”, aclaró el fiscal.
Jairo, como apodaban a la víctima, había estado en la casa de su novia, se tomó un remís y llegó a la casa del Ruso Quiroga, un conocido vendedor de drogas del barrio San Martín, que creció y tiene varios puntos de venta en la zona del Voladero. Cuando salió, camino unos metros y se encontró con los asesinos a sueldo. De la escena del crimen se llevaron su mochila y, una amiga de la novia de Jair, confesó que se llevó el celular, que hasta ahora no apareció. Esta joven y la novia de la víctima fueron imputadas por encubrimiento. Y también quedó con una sanción interna el jefe de la comisaría quinta, que, según el informe del sumario, facilitó que se llevaran esas pruebas claves de la escena del crimen.
Para la investigación, no sólo hay un silencio por la posible complicidad del entorno de Tello Morales, sino también por miedo, explicó Budasoff: “Sobrevuela un gran temor a la gente que eventualmente habría encargado este homicidio. Porque si estas personas, que evidentemente no serían de la ciudad, pero tienen apoyo de gente de la ciudad, no tienen ningún reparo en organizar este crimen ¿por qué no lo organizarían respecto de otra persona? De alguna manera el temor es ‘el que hable, acá, puede sufrir las mismas consecuencias”.
Al cierre de este informe, se producían nuevos allanamientos y detenciones. Es una causa que está en plena investigación y cuyo final aún no se vislumbra. Lo que sí quedó claro es la presencia en Paraná de narcos peruanos que provienen de los territorios que hace décadas dominan en Buenos Aires, y pretenden expandirse.
“Esto es algo muy grave, que no suele pasar, y a partir de que suceden estos hechos se están implementando muchas actividades dentro de la Policía con los investigadores a fin de tratar de evitar que estos hechos no se produzcan”, concluyó Blasón.
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