Con las palabras que se transcriben a continuación, nuestro compañero Américo Schvartzman presentó el poemario de la escritora uruguayense Marga Presas en la Feria del Libro en Buenos Aires.
Fue en el marco de las presentaciones de la Editorial de Entre Ríos que llevó obras de autores y autoras de la provincia a su stand en la 46ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Las palabras de Américo para presentar el poemario de Marga fueron estas:
DICE MARGA
(Una especie de presentación del poemario “Una teoría de la precariedad”, de Marga Presas)
“Escribo
quiero decir: ardo”
dice Marga.
Yo no sé mucho de poesía.
Qué digo mucho.
No sé nada.
Sin embargo sé una cosa:
la poesía que me gusta es la poesía que me llega,
la que entiendo,
la que me hace sentir que sé de qué está hablando esta poeta,
o por ahí, me hace sentir
que habla por mí,
que habla de mí,
que me habla a mí.
“Yo sé que no me caigo
porque otros sostienen
mis pedazos”, dice Marga.
Y yo,
que he sentido eso mismo tantas veces,
siento que Marga dijo allí
algo que que yo no podría articular,
o por lo menos lo dijo de un modo
en el que jamás esas palabras saldrían de mí.
“Escribir es desear algo imposible”, dice Marga.
Que hizo posible lo imposible.
Mi amiga Marga
pergeñó su poemario
en tiempos de pandemia.
Se hizo cargo
abro paréntesis
seguramente fluyendo,
seguramente sin otra cosa en su agenda que el disfrute
de enhebrar esas palabras como quien teje el tiempo
cierro paréntesis
se hizo cargo así
decía,
de uno de los más odiosos mandatos de la era pandémica:
y ahora abro comillas
“aprovechar la cuarentena”
cierro comillas.
Shakespeare, Bertrand Russell, Gramsci,
Wilde, Dostoievsky, Cervantes, Newton
aprovecharon el encierro
–por cárcel o por peste–
escribiendo obras maestras.
Pero para eso
no alcanza la peste o la cárcel.
Y además es necesario ser
Shakespeare, Bertrand Russell, Gramsci,
Wilde, Dostoievsky, Cervantes o Newton ...
O ser mi amiga Marga.
Atenti: vale una aclaración.
No estoy diciendo que el poemario de Marga sea una obra maestra comparable a las que escribieron en la cárcel o en la peste
aquellos que mencioné.
No soy quién para decir algo así.
Ya les dije: no sé mucho de poesía
Pero ojo:
también “Mein Kampf”
se escribió en la cárcel.
Miren qué bien
aprovechó Adolf el encierro.
No.
Lo que quería decir
es que la pandemia fue una época difícil.
Nos proveyó
de ausencias tremendas
de presencias opresivas.
La peor combinación.
Esa época difícil
fue especialmente difícil para mí
temible más bien
–por razones varias–
que no detallaré
–por razones varias–.
Pero nunca encontré las palabras para decirlo.
Marga sí las encontró,
o las seleccionó
y las pespunteó así:
“De golpe
ya no fue suficiente inhalar
tomar aire con fuerza
llenar los pulmones
espantar el ahogo.
Como un humo
negro
fétido
el miedo se fue metiendo
por las cavidades nasales
apretó la garganta
tomó posesión de
la laringe
la tráquea
y ganó los alvéolos
el diafragma se contrajo
se hundió el esternón
Ocupó tanto espacio que
hubo que aprender
a respirar de nuevo”.
Leo a Marga
y siento que hay poesía
siento que hay poesía
cuando uno siente
emociones de uno
en palabras de otro.
Pero esto no pretende ser una definición,
sino mas bien una descripción
o casi casi
una confesión.
¿Qué se hace con el dolor?
Dice Marga:
“Con las aristas de la pena
armar una caja…
guardar muy adentro las ausencias…
perder la llave”.
Y no puedo leer
abro paréntesis
ni siquiera en voz baja
cierro paréntesis
el poema IX de Marga
sin que las tripas se me anuden
sin que la garganta se me cierre
sin que los ojos se me inunden.
Si perdí la llave
la encuentro
en las palabras de Marga.
Las palabras de Marga
iluminan
ensombrecen
evocan
rastrean
nos piensan
sonríen cómplices
asisten
observan
abrazan
me leen
y al final
me recuerdan
esperanzadamente
que no todo está perdido
esperanzadamente
me dice Marga
que están los árboles
“Bajo tierra hay otro mundo
caminos casi infinitos
conectan y comunican
a los árboles entre sí”,
me recuerda Marga.
Y abunda
esperanzadamente:
“Aunque sobre la tierra
compiten buscando la luz
en lo profundo y subterráneo,
cooperan”.
Pero claro
siempre hay una condición
eso solo puede hacerse
“a contraluz, a contrapelo
de los cuerpos atados a las cosas”
dice Marga.
Y hay algo
intransferible
algo intraducible en la poesía.
Y en la vida.
Las palabras de Marga
me dan razones.
“Hace falta” dice Marga
“una teoría de la precariedad
una doctrina de lo incierto
una tesis sobre la impermanencia
una apología de lo fugaz
para vislumbrar
la felicidad como un horizonte”
Paradojas del conocimiento:
la teoría que nos legó
esa incerteza mayúscula
como certeza epistémica
esa religión
tan amable como perturbadora
(y por eso superior a cualquier otra)
esa que inauguró Max Planck
es hoy una útil jerigonza
para vendedores de certezas falsas.
Y es que
dice Marga
“Somos inmigrantes en el universo del otro”.
Quod erat demonstrandum,
querida Marga.
Por eso la arenga de Marga
la teoría de Marga
la poesía de Marga
disimula casi como sin buscarlo
que en el fondo
en el fondo pero ahi nomás
sin mucho disimulo
la poesía de Marga,
decía,
es un manifiesto político.
“No escuchamos”
dice Marga que dijo
“no escuchamos
el grito
de los pobres
y del planeta”.
Y aquí termino
mi pobre
mi austera
mi sincera recorrida
por sus treintatrés teoremas.
“Nadie”
–también dice Marga que dijo–
“Nadie se salva solo”
Gracias Marga,
por tu arenga
por tu teoría
por tu poesía
Y gracias Marga
por invitarme a compartirla.
Concepción del Uruguay, 10 de mayo de 2022
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