Entre lo mucho que se ha dicho en estos días recordando a César Jaroslavsky no se ha hablado de algo que el propio Chacho mostraba con orgullo: su militancia política en el periodismo.
Por JULIO MAJUL (*)
En los años de plomo el Chacho araba caminos desde su diario La Mañana, de Victoria, enfrentando al poder militar de entonces con un coraje inusitado.
Empezando por la edición del 24 de marzo de 1983, al día siguiente del golpe cívicomilitar, cuando su diario llenó la primera plana con sólo un título: “¡OTRA VEZ!”.
Con los tipos de letras tamaño catástrofe necesarios para llenar toda una página con siete letras, el Chacho anunció lo que pensaba de la interrupción del orden constitucional.
Varias veces nos vimos en esos años, seguramente para darnos fuerza mutuamente, por nuestra tarea periodística.
Chacho no dejaba de pensar que el gobierno de María Estela Martínez (alias Isabelita Perón) fue un desastre catastrófico, pero creía (y lo decía) que los militares no tenían por qué gobernar.
Convencido alfonsinista, habiendo perdido al menos dos internas con el balbinismo en la Provincia, con el viento a favor que le daba su historial de brillante diputado provincial (opositor de Uranga), Chacho daba batallas por la democracia, con su verbo encendido, desde La Mañana de Victoria.
Cuando debió dejar su diario, lo hizo en las manos de su hija Gracia, pero no antes de dejar impresa en el alma de quienes lo conocimos en esos años terribles su estampa de guerrero intransigente por la democracia republicana.
No quisiera que en estos días de tanto homenaje (mucho hipócrita, por cierto) quede sin recordar su estampa singular de Quijote republicano, en medio del caos de los años de plomo.
¡Salve, César Naum! Faro del periodismo decente de entonces.
(*) Julio Majul era, entonces, editor del diario Noticias de Gualeguaychú, otro diario democrático.
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