Al cumplirse 90 años del golpe de 1930, Jorge Villanova narra en este texto un episodio poco conocido de nuestro pasado: cómo la UCR y el gobierno radical entrerriano convocaron a derrocar al Presidente Yrigoyen, y celebraron esa primera asonada cívico-militar que inició la trágica decadencia de la democracia argentina.
En estos días se cumplieron 90 años del golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen y abrió la larga decadencia de la democracia argentina, jaqueada por la intolerancia, el autoritarismo y la persecusión política, hasta fines del siglo pasado. Pero en Entre Rios, en 1930, el radicalismo gobernante no solamente no fue derrocado –pese a ser el mismo partido del caudillo destituido a la fuerza– sino que colaboró activamente en el golpe, con sus medios afines (como “El Diario” de Paraná) convocando con palabras insultantes a tumbar al “Peludo”, como llamaban al entonces Presidente.
En estos fragmentos de un libro en preparación –adelanto exclusivo de El Miércoles Digital– Jorge G. Villanova realiza la historia de ese episodio poco conocido, a partir de los antecedentes sobre cómo se formó el radicalismo entrerriano y en base a fuentes diversas, que incluyen el relato en primera persona de Edmundo Petroni, el uruguayense a quien le tocó ser testigo activo del derrocamiento de Yrigoyen.
RADICALES LIBRES
Un poco porque Hipólito Yrigoyen, entre revoluciones y abstenciones –o las dos acciones coordinadas- le había doblado la mano al Régimen y otro porque Sáenz Peña advirtió que el tiempo del fraude y, la no valoración de los derechos políticos no podían continuar, accedió a promulgar la ley que permitía el voto secreto, universal y obligatorio. No fue una concesión, eso está claro. Ya no se podía contener el embate cívico de los nuevos ciudadanos que deseaban incorporarse a la vida política. La UCR “integrada por núcleos residuales de los antiguos partidos Federal y Autonomista, desplazados del poder en el 80, vio engrosar sus filas con los aportes compactos de la inmigración. Tendía un puente entre las masas criollas emancipadas y los hijos de la inmigración, que entreveían la posibilidad de proyectarse en el quehacer nacional. En sus filas militaban miembros de todos los estratos sociales, desde el peón al estanciero, desde el proletario al comerciante”1 La pregunta es ¿soportarían los conservadores –la oligarquía- un régimen popular y legítimo? Y si así fuera ¿por cuánto tiempo? La respuesta, en la próxima década.
Tampoco fue fácil en Entre Ríos arrancarle al Régimen éste derecho. Represión, policías capangas que no dudaban en ejercer su autoridad en ámbitos políticos, vuelco de urnas, matones de baja estofa. Cualquier método era bueno cuando de retener el poder se trataba. Pero el “amplio movimiento de opinión” -al decir de Beatriz Bosch2- prevaleció, sin olvidar además distintos conatos revolucionarios y trifulcas de toda índole.
¿De dónde venía la UCR?
“...En Entre Ríos, el jordanismo separado de Urquiza después de su total conversión al centralismo porteño, se había incorporado en masa a las filas de la Unión Cívica Radical, con los sobrevivientes y los descendientes de aquellos últimos héroes gauchos de la epopeya entrerriana de 1870” 3
En 1889 se conforma la Unión Cívica. Se asocia a ella el gualeyo Francisco Barroetaveña, ex alumno del Colegio y conocido por su famoso discurso Tu quoque juventud. También adhiere tempranamente Miguel Laurencena, jordanista, racedista y roquista, ahora alejado del oficialismo de Juárez, asqueado por la corrupción del gobierno nacional. Así en Entre Ríos con la base del Partido Popular racedista se va conformando la nueva agrupación a fines del 904. La Unión Cívica Radical será el primer partido moderno del país, será Laurencena su primer gran impulsor en la provincia. El mismo Leandro Alem envía una circular a los cívicos de la provincia “En Entre Ríos hasta ahora no se han organizado comités de la Unión Cívica en los pueblos de la costa del Paraná, cuando ya los de la costa del Uruguay tienen su organización independiente y la causa principal de este retardo consiste en las vacilaciones de los que asumieron la dirección del Partido Popular”5 y haciendo un análisis de situación agrega “Ese partido electoral ha sufrido amargas decepciones y espero que aquellos que se afiliaron a él creyendo defender con energía los principios y las instituciones, se habrán convencido de la esterilidad del personalismo y de que es necesario engrosar las filas de la Unión Cívica, único partido nacional”6
En 1918 el radicalismo entrerriano se divide por primera vez. En junio de 1930 hubo dos fórmulas radicales y se impuso la antipersonalista (antiyrigoyenista) encabezada por Herminio Juan Quirós y Cándido Uranga.
Y así fue. Cuando el acuerdo Mitre Roca divide a la nueva agrupación, tiene su correlato en la provincia, y a pesar de los esfuerzos de los últimos racedistas, los populares se extinguieron, y los radicales nacieron en agosto de 1891. “Somos radicales; perseguimos un propósito, devolver a la República aquella bandera azul y blanca que nos legaron los ilustres San Martín y Rivadavia y que con tanto tesón ondearon en el Parque, los patriotas argentinos. No nos desanimamos, somos soldados de una buena causa... Julio del 90 cierra con sangre de patriotas una época nefasta y abre a las aspiraciones un nuevo derrotero. Los horizontes se esclarecen. Los principios van a vencer... un último esfuerzo y el gran triunfo llega”7 decía El Radical el día 11 de agosto.
Les llevaría un tiempo arduo y sinuoso llegar al triunfo. Una entereza de principios de casi un cuarto de siglo.
Lo incuestionable es que en 1914 los radicales ganan las elecciones para diputados, primero, con Miguel Laurencena a la cabeza de la lista, y la gobernación poco después. “Este proceso electoral adquirió un carácter inusitado que enardeció a la oposición y a su prensa cuando el diputado por Concordia, Dr. Eduardo Mouesca, denunció y comprobó en el seno de la Asamblea Legislativa, reunida para practicar el escrutinio definitivo de la elección, que se habían adulterado algunas actas de Villaguay”8 Como habrá cambiado el panorama, con la llegada de la UCR al gobierno que la autora entrerriana califica desde entonces como “mirlo blanco” a la provincia en el contexto de sus hermanas y afirma “Es fama la urbanidad y cortesía desplegada en las campañas electorales en las primeras décadas de la vigencia de la revolucionaria ley”9, y aunque uno duda que todo haya sido así, tan galante y tan cortés, habrá que rendirse a la evidencia, Herminio Quirós candidato a legislador derrotado en Colón en el 16, por los conservadores expresará “La autoridad radical no ha traído venganzas; ha extremado sus tolerancias y su cultura en el acto inspira miedo. Al recuerdo de la vieja autoridad, tiemblan y de sus furores en un posible retorno, hay que salvarse, porque de las garantías de la autoridad radical están seguros. Fijan bien sus seguridades actuales y futuras para un buen número de ciudadanos”10
Miguel Laurencena y Luis Etchevehere asumen el gobierno en un momento de crisis económica, debido a las graves sequías acaecidas y al contexto internacional de la gran guerra Interimperialista. Dos años gobernaron con gobierno nacional opositor y dos con Yrigoyen, quien intervendrá el poder legislativo a través de Joaquín de Anchorena11, a pedido del propio gobierno. “A las notorias dificultades de orden financiero traducidas en un atraso de más de tres meses en el pago de los sueldos... se une la dificultad proveniente de la pasión de los espíritus engendrada en el trance de una lucha comicial, animosa y tan accidentada como cruenta” expresó el vicegobernador en 191512
Para el año 1918 el radicalismo entrerriano se divide y surge una UCR Intransigente, disidente o yrigoyenista –acaudillada por el gualeyo Gregorio Morán-, que presenta lista propia para diputados. Y, con un radicalismo fraccionado triunfan los conservadores. A pesar de ello es la lista oficial la que impondrá la fórmula gubernativa: Celestino Marcó - Emilio Mihura, quienes logran llevar una administración más tranquila, acertando económicamente y promoviendo el avance del movimiento cooperativo. “Triunfó el radicalismo en Entre Ríos contra todos los elementos reaccionarios de su población, unidos en la común desmedrada tarea de obstaculizar el progreso de la provincia y restaurar un sistema de gobierno inadecuado y perturbador... Triunfó el radicalismo entrerriano porque él es la civilización, es la fe optimista, es la vida misma” se lee en El Diario, de Paraná, el 4 de junio de 1918.
Señala el historiador Aníbal Vásquez: “Las páginas periodísticas correspondientes a la década de 1920 se encuentran saturadas de electoralismo. Por encima de toda otra preocupación pública, la electoral absorbió el interés de diarios y periódicos trasuntando fielmente el estado anímico del pueblo agitado por la propaganda previa a las confrontaciones electorales”13
Para 1922, en un plenario en Córdoba un grupo de radicales, disconforme con el partido y su política decidieron conformar la UCR Principista, y postularon como candidatos a presidente y vice a Miguel Laurencena y a Carlos F. Melo, anticipándose a la futura ruptura partidaria, luego se incorporarán al antipersonalismo. Alvear-González, por el radicalismo oficial obtuvieron 460 mil votos, los conservadores Piñero-Núñez 200 mil, los socialistas Repetto-De Tomasso 70.000 y el Partido Radical Principista 18.435 votos -2377 en la provincia- acreditándose los seis electores por San Juan
Entre 1922 y 1926 gobiernan en la provincia Ramón Mihura y Enrique Pérez Colman. Con la división partidaria nacional ya producida, el primero se sumará al antipersonalismo, mientras que su vice abrevará en el yrigoyenismo. Los diputados de ésta tendencia sumado a los conservadores de Concentración Popular serán terrible escollo para el gobierno.
YRIGOYENISTAS
“A la Patria se la llevan
con yanquis y con ingleses;
al pueblo mal le parece
pero se hacen los que no oyen:
¡Desde que falta Yrigoyen
le han sacado de sus trece!”
El Paso de los Libres, Arturo Jauretche
El 6 de setiembre derrocan a Yrigoyen, el primer presidente electo por voluntad popular. Para no caer en los tópicos conocidos sobre este primer golpe, del cual existe abundante bibliografía, trataremos de circunscribirnos, en lo posible, a lo que atañe a nuestra provincia exclusivamente, y también a entrerrianos con alguna mínima participación, tanto en la asonada, como durante toda la década infame. Ubiquémonos.
“En 1925 el cisma radical es completo. Los antipersonalistas efectúan su propia reorganización y presentan candidatos en las elecciones de diputados de 1926”1. El 1º de octubre, Eduardo Laurencena reemplazó a Ramón Mihura en el gobierno de la provincia. Sobre el nuevo gobierno dice el historiador radical Filiberto Reula, que la crisis que afecto al país, de origen mundial en Entre Ríos se sufrió “con menos rigor que el resto del país, por distintos factores, que consolidan su economía: la acentuada subdivisión de la tierra, la alta proporción de agricultores propietarios, la difusión del cooperativismo y del crédito agrario, el incremento de la granja y la diversificación de los cultivos y otros similares”2
En un discurso oficial en 1929 el gobernador radical Laurencena había dicho que “el personalismo (de Yrigoyen) colocó al país en una pendiente fatal, que debe necesariamente desembocar en la dictadura o en la anarquía”.
Los antipersonalistas triunfaron nuevamente en Entre Ríos en 1927. Pero “en las previas de gobernadores (los yrigoyenistas) triunfan holgadamente en todas (las provincias), hasta en Entre Ríos, contra el prestigio de Laurencena”3
En 1928 Yrigoyen compartió fórmula con Francisco Beiró, -hombre de Rosario del Tala, que no podrá asumir ya que murió a pocos días de los comicios-, y triunfó sobre los radicales, los otros radicales, Leopoldo Melo y Vicente Gallo.
“Nos visitó en el año 1928, cuando realizó la segunda campaña presidencial. Fue acompañado por don Diego Luis Molinari, quien era diputado en aquel entonces. El arribo se produjo en el paso a nivel de calle 25 de mayo, donde desembarcó del tren que lo transportaba. El pueblo le tributó una gran recepción, pero Yrigoyen no habló, sino que lo hizo Molinari”, relató el uruguayense Edmundo Petroni.4
Con la victoria concretada por Yrigoyen, los antipersonalistas entrerrianos comenzaron a inquietarse. El gobernador Laurencena afirmó en 1928 “El caudillismo es por temperamento intolerante, exclusivista, absorbente, arbitrario, violento y estas cualidades llevadas al gobierno, conducen directa y fatalmente a la dictadura. Un paso más y se está en el despotismo o la tiranía. –y redoblaba- Con el triunfo personalista, se ha reactualizado, adquiriendo caracteres de realidad a término corto, la intervención de la Provincia. No nos distraigamos en discutir los fundamentos legales. La legalidad nada tiene que ver en esto… Se producirá si la aconsejan las conveniencias o intereses políticos de la tendencia triunfadora y cuyos males inmediatos y pasajeros, quizás sean ampliamente compensados con bienes futuros”5. Y un año después en 1929, durante su mensaje oficial, cada vez más convencido, anunció, vaticinó o tal vez promovió que: “El personalismo, exaltando hasta el endiosamiento la figura del caudillo jefe y entregado a su arbitrio todos los resortes del gobierno, colocó al país en una pendiente fatal, que debe necesariamente desembocar en la dictadura o en la anarquía.”6
Hubo un poco de todo, desgaste, conspiración, crisis y desidia. Sostiene Miguel A. Scenna que “Si en su primer gobierno Yrigoyen se rodeó de figuras opacas y grises, para la segunda gestión seleccionó un elenco donde primaban los mediocres y los aduladores”7. Y entonces habrá golpe, con olor a petróleo, como señalarán los hombres de FORJA más adelante, y es el 6 de setiembre de 1930.
En Entre Ríos los radicales antipersonalistas en junio de 1930 impusieron la fórmula de Herminio Juan Quirós y Cándido Uranga con 48.230 votos a la yrigoyenista conformada por Enrique Mihura y Domingo Dasso con 44.119 que asumirá en octubre8. En el medio, en Entre Ríos no había pasado nada, fue una de las dos provincias que no fue intervenida por la dictadura de Uriburu. No había necesidad, los antipersonalistas eran integrantes del gobierno de facto, del contubernio.
El Diario de Paraná del radical Etchevehere, era oficialista en la provincia y opositor en la nación. El 30 de agosto titulaba: “El gobierno nacional tiene la certidumbre de su crisis definitiva” y publicaba en tapa una “Tabla de dictadores americanos” en la que por supuesto se incluía a “Hipólito Irigoyen (Tambaleante en su último reducto)” abajo en un suelto titulado “Revolución política y no social” sostiene “En Entre Ríos donde el irigoyenismo no puede admitir el triunfo radical, el presidente presume con toda justicia y razón, que el pueblo escarnecido estará tramando una reacción violenta para arrasar contra su opresor.”9
El día 6, el día D, se pide desde la primera plana de El Diario: “El Pueblo de la República debe terminar con este vergonzoso y trágico estado de cosas”, y se exige: “Entre Ríos, como parte integrante de la Nación Argentina, debe incorporarse activamente al movimiento de agitación”. A esta altura los entrerrianos ya tenían un mártir para enrostrarle al Peludo. Durante una marcha en Buenos Aires, murió el diamantino Juvencio Segundo Aguilar, estudiante de 5º año de medicina de la UBA, que, por supuesto, inmediatamente se transformó en emblema de los revolucionarios y prueba irrefutable de la crueldad del tirano presidente: “Entre Ríos detuvo la intervención, pero Irigoyen se ha vengado. Le devuelve muerto a uno de sus hijos más enteros y gallardos! ¿Recogerá Entre Ríos el reto? ¡Juvencio Aguilar nos señala el camino a seguir! (...) Inmolado por la bestia que ha clavado sus garras en el pecho de la Patria buscando su corazón para devorarlo. (...) Aguilar es entrerriano! Nos descubrimos ante su féretro y con infinita pena miramos en el rincón de nuestra redacción, la vieja bandera tricolor de Entre Ríos, con su seda caída inmóvil, como si no hubiera manos capaces de enarbolarla y hacerla flamear al viento de la abnegación, del sacrificio y de la muerte frente a las guardias pretorianas que terminan de aislar definitivamente del pueblo al mandatario criminal. (...)Ha sonado el momento del avance. La revolución está ardiendo. Vamos a ella.”10
Pero es entonces que Aguilar “sindicado como estudiante, su cadáver es usado por la oposición como símbolo de la barbarie policial que se ensañaba con el estudiantado” dice Etchepareborda11, y el nacionalista Juan Carulla, imposible sindicarlo como oficialista, sostenía en 1951 que “El muerto, a quien se creyó estudiante, era un empleado del Banco de la Nación que había caído por casualidad, víctima de las balas policiales.”12
El Diario de Paraná, del radical Etchevehere, publicaba el 30 de agosto notas donde convocaba a “una reacción violenta para arrasar contra su opresor”.
El entierro fue un hecho político de trascendencia en Paraná y Diamante, pero alcanzó a toda la provincia. En Concepción del Uruguay los alumnos del Colegio y de la Escuela Normal, se ausentaron de las aulas en adhesión al hecho.
El mal llamado socialista Federico Pinedo ha relatado “Fueron favorables a la Revolución los radicales de Entre Ríos en masa, con sus dos prohombres a la cabeza. Se pronunciaron a favor del movimiento hombres que habían ocupado antes y que ocuparían después lugar destacadísimo en la representación parlamentaria, en los gobiernos de provincia o en la dirección partidaria del radicalismo.”13
En su pequeño y delicioso librito llamado La historia que yo viví... don Edmundo Petroni recopila sus memorias de cooperativista, periodista, simpatizante mensana y militante del radicalismo desde 1924, cuando tenía 15 años, hasta 1994 cuando “Renuncié con el abrazo de Olivos” justificaría años más tarde14. Don Edmundo falleció en los albores del siglo 21, (en noviembre de 2003) cuando todavía se acercaba al Credicoop y asistía aún al estadio Manuel y Ramón Núñez. Pero en lo que concierne al golpe de estado, a Petroni le tocó en suerte ser testigo casi directo de la caída de Yrigoyen “El mejor presidente que los argentinos hemos tenido”15, según sus palabras, ya que cumplía por entonces con el servicio militar.
“Uriburu al frente de un puñado de soldados, bisoños en su mayoría y con escaso poder ofensivo real, atravesó la capital hasta Plaza de Mayo, ante la inercia del gobierno y la expectativa incrédula de la mayor parte del ejército” nos dice Miguel Ángel Scenna16 y Petroni en su libro nos pinta los hechos desde su lugar, y desde la anécdota:
“El sábado 6 de setiembre alrededor de las 18hs, sentimos desde el cuartel, disparos de bombas y el sonar de una sirena, ya conocida por la población, a la que había podado ‘la llorona’. Partía de un comité alvearista. De inmediato recibimos órdenes de prepararnos para viajar a la guarnición. (…) Ya a las seis de la mañana, teníamos la caballada lista y luego el desayuno, partimos en la dirección de la estación del FFCC para cargar materiales y equinos. Nos llevó este trabajo toda la mañana bajo una pertinaz llovizna. Una verdadera avalancha de gente desbordó los andenes de la estación y se vivieron escenas de dramatismo provocado por familiares que no se resignaban a ver partir a sus hijos y /o hermanos… Pasado el mediodía partió el convoy, llegando a Basavilbaso, donde se nos sirvió el rancho.”17
Don Edmundo Petroni falleció en los albores del siglo 21. En 1930, cuando cumplía con el servicio militar, le tocó ser testigo de la caída de Yrigoyen: “El mejor presidente que los argentinos hemos tenido”.
Llegados a Buenos Aires el día lunes 8 “Alrededor de las tres de la tarde, fuimos movilizados rumbo al centro de la Capital al paso de la caballería, donde participamos de un improvisado desfile por Avenida de Mayo. Al pasar frente al local del diario ‘Crítica’ pudimos escuchar palabras de elogio para nuestro regimiento y desde luego, no podía faltar el aditamento ‘glorioso’. Los chúcaros milicos compañeros, que en su gran mayoría no conocían Buenos Aires, estaban como alucinados y a la vez perplejos.”18
Haciendo base donde hoy la sociedad rural “desensillamos y nos preparamos para hacer el rancho. Pero cuando estábamos tomándole el gusto al ‘glorioso ‘locro, fuimos alertados por un toque de clarín seguido de una orden: ‘A las armas”. Bueno, allí vimos de todo. Algunos gritaron una especie de ‘hurra’, pero la mayoría no daba paso a un alfiler entre las nalgas. Yo no la oficié de guapo, pero la verdad es que tomé la cosa con calma. Me ocupé de mirar algunas caras que me resultaron muy ‘baratas’... Salimos a la calle, unos por avenida Alvear a cuyo marchaba el entonces capitán Filomeno Velazco, quién a la altura de La Recoleta, ordeno cuerpo a tierra, pues a regular distancia el Regimiento1 de Patricios estaba parapetado en posición de fuego con intención de atajar el paso de nuestro batallón. En esta oportunidad, el capitán Velazco, enarboló bandera de parlamento y no pasó nada más.”19
El grupo con el cual avanzaba Petroni llegó al Hospital Militar “Allí recibimos algunos disparos sin consecuencias, provenientes de vehículos cuyo origen se le atribuyó al llamado ‘Clan Radical’...Todo terminó en la madrugada del día siguiente... El tema obligado de las charlas era el golpe de estado. En un momento en que me dieron cabida, expresé textualmente: -Las consecuencias de este malón, la vamos a tener que aguantar cincuenta años. Y como hemos visto, me quede corto... Al oír mis expresiones, se acercó un hombre que se encontraba al frente de un stand y tomándome de un brazo me dijo amablemente: -Mirá muchacho, yo pienso como vos, pero conviene que te calles la boca...”20
El día 10 lo pusieron de guardia en la explanada de la casa de gobierno con orden de no dejar pasar a nadie, y le apuntó a la mismísima esposa de Uriburu, que debe ser la que aparece junto a Uriburu en la clásica foto donde el dictador lee un discurso desde los balcones de la casa rosada. Después de 40 días, cuenta Petroni, “el pueblo de Concepción del Uruguay nos recibió como héroes.”21
“En Paraná presencié la jubilosa manifestación del laurencenismo ante la noticia del fracaso de la tentativa contrarrevolucionaria de mi inolvidable amigo Bidegain el 8 de setiembre” testimonia Francisco Ratto22. De costa a costa Entre Ríos, al menos públicamente celebró la revolución. “Un núcleo calificado y numeroso de señoras y señoritas de nuestra sociedad ha dirigido al jefe del gobierno provisional teniente general José F. Uriburu una elocuente nota de adhesión hacia la labor patriótica que preside en estos momentos solemnes del país.” 23
Ya tranquilo, el gobernador Laurencena afirmará que “La operación ha sido dolorosa: nadie la ha deseado y el país llegó a ella obligado, como se llega a los trances extremos. Lo único cierto, indiscutible en el momento, es que el país ha necesitado salirse de la constitución para extripar un gobierno que lo llevaba rápidamente a la bancarrota moral y material.” 24
El imaginario sostiene que en Entre Ríos no pasó nada, que todo continuó de la misma manera al no existir un cambio de gobierno provincial. Probablemente para algunos sectores como el de las damas uruguayenses fue así. El historiador Rodolfo Leyes recordará que “El movimiento obrero, libre de fuertes represiones, aprovechó para lanzar una campaña en contra de Uriburu y la posibilidad de un fascismo “criollo”. Los comunistas de la provincia comenzaron una agitación contra su gobierno en el verano de 1931. Tildaban de fascista a Uriburu –también señalaban a Yrigoyen- e insistían en la necesidad de una huelga general revolucionaria. Si bien la represión alcanzó a estos militantes – incluso algunos de ellos fueron enviados a Ushuaia- (Leyes 2018), el resto del movimiento obrero continuó realizando acciones en contra del presidente.” 25
La USA que se había declarado prescindente en un principio, pronto comenzó a manifestarse. La UOD que en agosto se manifestó contra la ejecución de Sacco y Vanzetti, en setiembre organizó un mitin y solicitaron al presidente y al gobernador la derogacioón de la ley marcial “por reinar absoluta tranquilidad” 26
“Cuando Uriburu abandonó el poder en febrero del año siguiente, los sindicalistas publicaron una serie de comunicados en los cuales denunciaban que su gobierno representaba el renacer de los tiempos de Rosas y que se debía luchar por la libertad de quienes aún se encontraban en las “mazmorras carcelarias del capitalismo conservador y retrógrado por orden del tirano que se fue”. 27
Los radicales continuarían ejerciendo el poder provincial. En la Nación, la Concordancia, una alianza entre conservadores, radicales impersonalistas y socialistas independientes inauguraban los gobiernos del fraude. Y un hijo de Concepción del Uruguay, el general Agustín P. Justo, inauguraba la década infame. Ambos regímenes, el provincial y el nacional, caerían el 4 de junio de 1943.
Citas y notas
Radicales Libres
1- Roberto Etchepareborda, Aspectos políticos de la crisis de 1930, en La crisis del 30, Ensayos, CEAL, 1987, Pág. 21
2- Beatriz Bosch, Historia de Entre Ríos, Plus Ultra, 1991, Pág. 280
3- En Ricardo Caballero, Yrigoyen, la conspiración civil y militar del 4-2-1905, citado por Norberto Galasso, La larga lucha de los argentinos, Editorial del pensamiento nacional, Buenos Aires, 2001, Pág. 134
4- Eduardo Racedo fue gobernador de la provincia entre 1883 y 1886. Durante su mandato Concepción del Uruguay perdió la capitalidad. Racedo participó en las guerras intestinas, incluidas la del Paraguay y la mal llamada Conquista del Desierto.
5 y 6- El Noticiero 4-4-1891, citado por Celomar Argachá, Origen y fundación de la Unión Cívica Radical en Entre Ríos, La Causa, 1998, Pág. 47
7- Celomar Argachá, Págs. 55-56
8- Aníbal Vásquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos, Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná, 1970, Pág.162
9- Bosch, Ob. Cit., Pág. 280
10- El Diario 4-2-16, Pág. 2
11- Más tarde fundador de la Asociación Nacional del Trabajo, devenido en antiyrigoyenista y antiperonista furibundo.
12- Leoncio Gianello, Desde el 1er. Gobierno Radical hasta la Revolución de Setiembre de 1930 en Enciclopedia de Entre Ríos, Tomo 3, Historia, Arocena, Paraná, 1979, Pág. 75
13- Vásquez, Ob. Cit., Pág. 174
Yrigoyenistas
1- Honorio Guido, Los cismas radicales, Todo es Historia 170, Julio 1981, Pág. 46
2- Leoncio Gianello, Historia de Entre Ríos, Arocena, Paraná, Tomo III Historia, 1979, Pág. 81
3- Guido, Ob. Cit., Pág. 46
4- Edmundo Petroni, Cuando la clase política demostraba ser ética, La Calle 3-7-1997
5- Filiberto Reula, Historia de Entre Ríos, Tomo III, Castellvi, Santa Fe, 1971, Pág. 62
6- Ídem, Pág. 63
7- Miguel Ángel Scenna, El radicalismo, 90 años de historia, en Todo es Historia 170, Buenos Aires, Julio 1981, Pág. 18
8- Historia del radicalismo, Mario Monteverde (Director), Capítulo 20, Gam ediciones, Buenos Aires, 1982, Pág. 308
9- El Diario, 1914-1999, 85 años, Paraná, 1999
10- Ídem
11- En Roberto Etchepareborda, La crisis de 1930, CEAL, Buenos Aires, 1987, Pág. 59
12- Juan Carulla, Al filo del medio siglo, citado por Etchepareborda.
13- Federico Pinedo, La crisis de 1930, CEAL, Pág. 203
14- Edmundo Rafael Petroni, El trabajo que nunca termina, La Voz 11-5-1997, Pág. 14
15- Ídem
16- Scenna, Forja una aventura argentina, Editorial de Belgrano, 1983, Pág. 10
17- Edmundo Rafael Petroni, La historia que yo viví..., Municipalidad de Concepción del Uruguay, 1985, Pág. 12
18, Ídem, Pág. 13
19- Ídem, Pág. 14
20- Ídem, Pág. 14
21- Ídem, Pág. 15
22- Francisco Ratto, La crisis del 1930, CEAL, Pág.188
23- La Juventud 23-9-1930
24- Reula, Ob. Cit. Pág. 68
25- Rodolfo Leyes, La lucha antifascista: hacia la politización reformista de la clase obrera. El caso entrerriano, 1931-1943, páginas / año 11 – n° 25 Enero-Abril / ISSN 1851-992X/ 2019
26- La Juventud 23-9-1930
27- Leyes, Ob. Cit.
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