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Buscan alternativas para sobrevivir a la bajante del río Paraná

Quieren aprender otro oficio mientras esperan que vuelvan el caudal de agua y los peces.

Las consecuencias de las faltas de lluvia en el sur de Brasil, generado por los cambios climáticos que genera la furtiva deforestación y que intercede en el proceso de elaboración de lluvias, muestras sus consecuencias directas: el río Paraná sigue secándose.

Además del agua para las poblaciones ribereñas, uno de los actores afectados en primer plano son las personas que viven de la pesca.

Dos meses atrás lo reflejamos en una nota con gente de la Asociación de Pescadores Artesanales de La Paz y de la Cooperativa de Trabajo Limitada Gracias a Dios.

Si entonces el panorama era complejo, ahora empeoró. A tal punto que insisten en que los diferentes estamentos del Estado intervengan para no dejar desprotegidas a toda esa gente, que se quedaron sin medios para subsistir.

“Seguimos complicados, no llueve”, lamentó Alberto Daniel Villamea ante la requisitoria de El Portal de las Cooperativas.

La información que disponen de sus colegas del norte es que en diciembre o enero “empezará a llover y puede ser que larguen agua que están juntando en la represa para recuperar el caudal”, se esperanza.

Desde el Municipio de La Paz han sugerido la idea de realizar cursos para capacitar la gente que se dedica a la pesca en otros tipos de actividades, hasta que puedan volver a lo suyo.

“No sabemos si serán cursos de fileteados, manipulación de alimentos, alguna otra cosa de remiendos o de hacer trasmallos, está en estudio, pero me dijeron que sí, que es probable que vengan todas que esas cosas que estamos pidiendo, para darles ocupación y que no se sientan muy solos los pescadores, si no hay pescado no hay actividad. También queríamos hacer el curso de carpintería para construcciones y reparaciones de lanchas de canoas. Eso viene bien. No hemos dejado a pata a los compañeros, ayudamos como podemos”, afirmó el cooperativista.

“Veremos el tema de las capacitaciones que son más de 400 socios, y más de 150 los que tienen permisos provisorios para que no los siga la Prefectura y les decomise lo que tengan”, agregó.

Villamea no dejó de lamentar el tiempo perdido durante años que no se conformó la Asociación ni la Cooperativa, recién en 2017 lograron ponerse en línea con la demanda burocrática para ponerlas en marcha.

De todas maneras, siguen en un proceso de aprendizaje, y para dar un ejemplo concreto relató su experiencia en primera persona, con las consecuencias de no tener la instrucción y conducta que requiere la estructura, “yo he tenido problemas con el monotributo personal, estamos en proceso de reorganizarnos, por esas faltas no podemos acceder a las exenciones impositivas”, ejemplificó.

Hombre de fe, al fin al cabo, con su tranquilidad habitual de buen pescador se esperanza: “Ya vamos a salir, gracias a Dios”.

 

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