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Cambio climático al extremo: sequías en el Amazonas, inundaciones en el Sahara

Fenómenos contradictorios se están dando en el mundo por el calentamiento global. El río más importante, sin agua. Y el desierto árido más gigante, anegado por potentes lluvias.

 

Por GABRIEL  MICHI (*)

El cambio climático está mostrando sus caras más extremas. Calores explosivos en lugares helados, fríos congelantes en sitios calurosos, lluvias extremas en desiertos áridos, sequías terribles en espacios híper húmedos. Por paradójico que suene, la dimensión de las consecuencias de este fenómeno generado por la mano de Hombre se proyecta de manera totalmente contradictoria. Los últimos ejemplos ocurrieron en los últimos días con dos hechos bien simbólicos: lluvias intensas que provocaron inundaciones en el desierto del Sahara (que hace poco tiempo incluso fue testigo de una nevada) y una sequía descomunal en las aguas de uno de los ríos más importante del mundo, el Amazonas.

En el caso de las inundaciones en el Sahara -el desierto más grande del planeta- fue un inusual diluvio que duró dos días el que generó un escenario dantesco y extraño, que inundaron sectores impensados y generando espejos de agua en lugares nunca vistos.

Esas lluvias acumuladas en esas dos jornadas excedieron todos los promedios anuales de precipitaciones en Marruecos, ocasionando imágenes inéditos del Sahara, un desierto que se extiende por una docena de países del norte, centro y oeste de África, siendo el más grande del mundo, excluyendo las grandes extensiones antárticas.

Según algunos especialistas, no había lluvias así en más de medio siglo y semejante vendaval puede generar cambios en los patrones climáticos en la región en los próximos meses. Es más, el lugar específico donde cayeron esas precipitaciones (sureste de Marruecos) es considerado como uno de los más áridos del planeta y casi nunca llueve a finales del verano, como ocurrió en esta ocasión. Por ejemplo, en Tagounite, un pueblo 450 kilómetros al sur de la capital marroquí, Rabat, se registraron más de 100 milímetros de lluvia en 24 horas, un fenómeno impensado.

Los meteorólogos definen que lo ocurrido fue por una "tormenta extratropical". A medida que el aire retiene más humedad, propicia la evaporación y provoca más tormentas, señaló la agencia meteorológica de Marruecos. El fenómeno hizo que, por ejemplo, el lago Iriqui, que se había secado hace 50 años (entre la localidad de Zagora y la ciudad de Tata), volviera a llenarse.

Pero las grandes e inusuales inundaciones no han sido los únicos fenómenos extraños que han sacudido a este desierto de 9,2 millones de kilómetros cuadrados (más de 3 veces la superficie de Argentina) en los últimos años.

En diciembre de 2022 nevó sobre los grandes médanos de arena y la temperatura cayó por debajo de cero grados. Así se vio, por ejemplo, cerca de a ciudad de Ain Sefra, en el noroeste de Argelia. Ain Sefra es conocida como la puerta de entrada al desierto, se encuentra a unos 900 metros sobre el nivel del mar y está rodeada por las montañas del Atlas. Ese fenómeno también se dio en 1979, 2016, 2018 y 2021 en el Sahara.

La contracara de semejante situación se está viviendo desde hace semanas en el ecosistema con mayor biodiversidad del mundo, el Amazonas, con una sequía sin precedentes, tanto en su cauce principal como en los numerosos efluentes y afluentes. Eso hizo que las embarcaciones a motor queden estancadas en el lodo, complicando la vida cotidiana que no pueden transportar pescado, fruta ni verduras. Mucho menos, llevar a los turistas a ver la cercana confluencia de los ríos Negro y Solimoes, donde las aguas negras se fusionan con las marrones, en la formación del caudaloso Amazonas.

El río Madeira, un importante afluente, descendió hasta solo 48 centímetros en la ciudad de Porto Velho, muy por debajo de su promedio habitual de 3,32 metros para esta época del año. La cuenca del Amazonas alcanzó sus mínimos históricos por esta prolongada sequía prolongada, según informó el Servicio Geológico de Brasil (SGB). El río Solimoes, registró también niveles mínimos en la ciudad de Tabatinga, en la frontera entre Brasil y Colombia.

El Gobierno de Brasil envió ayuda de emergencia a los habitantes de la región amazónica afectada por una sequía récord que, paradójicamente, choca con las inundaciones que también se dieron recientemente pero en el sur de Brasil. La situación en el lago Puraquequara es gravísima, a tal punto que ya casi no queda agua para beber o cocinar. Las condiciones extremas se presentaron tempranamente en la temporada seca del Amazonas, y con una dimensión nunca vista. Y es la otra cara de las inundaciones registradas en el Sahara.

De lo que no queda duda es que el cambio climático está generando fenómenos extremos y hasta contradictorios. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los ciclos del agua en todo el mundo cambian con mayor frecuencia. "Por el aumento de las temperaturas, el ciclo hidrológico se ha acelerado. "También se ha vuelto más errático e impredecible y nos enfrentamos a problemas crecientes de exceso o escasez de agua", afirmó Celeste Saulo, secretaria general de la OMM. Y todos coinciden con que los fenómenos meteorológicos extremos se han vuelto más comunes y frecuentes debido al calentamiento global, y eso a futuro podrían provocar tormentas similares en el Sahara o sequías descomunales en los ecosistemas más húmedos y biodiversos del planeta, como el Amazonas. Un cambio climático letal que genera esas paradojas y que, increíblemente, algunos niegan pese a semejantes evidencias.

 

(*) Artículo originalmente publicado en mundonews.com.ar. Se reproduce por gentileza de su autor.  

 

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