Una revisión atenta del programa de gobierno que La Libertad Avanza presentó a la justicia muestra propuestas inconsistentes, medidas que se contradicen con otras, errores notables y reiteraciones obsesivas. Una muestra de las características de la fuerza política que podría gobernar la Argentina si Javier Milei se impone en el balotaje. Para completar, la obsesión con la reaccionaria “Doctrina de Seguridad Nacional”, que se lleva la parte más extensa de la plataforma.
Por AMÉRICO SCHVARTZMAN de EL MIÉRCOLES
Las usinas de Javier Milei, y los medios de comunicación que favorecen su candidatura, hablan ahora de una “campaña del miedo”. Es su forma de definir la estrategia del oficialismo: como éste no puede describir virtudes de su candidato ni mucho menos reivindicar el desastroso resultado de su presencia al frente de Economía, se dedica a advertir sobre el desastre que sería un gobierno de Milei.
Por supuesto que no es solo el oficialismo: un montón de referencias intelectuales y académicas que nada, pero nada, tienen que ver con el Gobierno han hecho llamamientos a votar contra Milei, preocupadas por su evidente autoritarismo y su escaso talante democrático. Lo mismo está ocurriendo con colectivos de lo más disímiles: desde pacientes oncológicos hasta cámaras turísticas, desde seguidores de Taylor Swift hasta actores y cineastas han salido a pedir que no se vote a alguien que promete ir en contra de consensos básicos de la sociedad argentina, como la salud pública o la educación gratuita.
Pero la principal fuente de preocupación por su posible gobierno —además de las barbaridades que han dicho en público el candidato y sus colaboradores principales— es precisamente su propia plataforma. La que ellos mismos presentaron a la justicia electoral.
En efecto: el programa de La Libertad Avanza —el programa de gobierno oficial— es una buena muestra de las características de esa delirante propuesta política. El nivel de improvisación que revela su redacción es inédito: la plataforma mileísta está llena de pequeños errores, de reiteraciones, bastante mal redactada, y hace explicitas algunas de las obsesiones que tienen los seguidores de Javier Milei, así como algunos de los dogmas indemostrados e intolerantes a los que adhieren.
Un ejemplo claro de esto último es su obsesión con la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”.
Obsesiones
Empecemos por ahí. Es sabido que la candidata a vicepresidenta de Milei —y buena parte de sus seguidores y entorno— reivindican, defienden o relativizan las peores atrocidades de la dictadura que se encaramó al poder en la Argentina en los años 70.
La Doctrina de la Seguridad Nacional, vale recordarlo, fue un concepto utilizado para definir acciones de política exterior de los Estados Unidos, que apuntaban a que las distintas fuerzas armadas del continente modificaran su misión original (la defensa exterior) para dedicarse con exclusividad a garantizar el orden interno, bajo el pretexto de que el comunismo (en el contexto de la Guerra Fría) pretendía “infiltrar” nuestras sociedades. La Doctrina también fue uno de los fundamentos de la cooperación entre estas dictaduras militares, que dio como resultado el siniestro Plan Cóndor, donde los regímenes colaboraron entre sí para secuestrar, torturar y desaparecer a refugiados de países vecinos (eso ocurrió por ejemplo con militares democráticos como el chileno Carlos Prats, con diputados orientales como Héctor Gutierrez Ruiz, con ex presidentes como el brasileño Joao Goulart, o con el médico entrerriano-uruguayo Manuel Liberoff).
En la plataforma mileísta la obsesión con esa noción de la “Seguridad Nacional” aparece cinco veces, y todas juntas, una después de la otra. Es una clara expresión del delirio procesista de quienes acompañan al candidato de La Libertad Avanza. Comienzan proponiendo “Promover una doctrina de Seguridad Nacional y sus estrategias”. Luego repiten casi lo mismo: “Promover la creación e implementación de una directiva de políica de seguridad nacional”.
Para más detalles, en el punto siguiente detallan que van a “Promover una Ley de Seguridad Nacional acorde a las clásicas y las nuevas amenazas, riesgos o conflictos a la Nación a la cual incluye el marco normativo ‘ut supra"'. Es pésima la redacción (“conflictos a la Nación a la cual incluye”, todo SIC y recontra SIC). Pero además ese “ut supra” revela la mano de algún profesional del derecho, habituado a latinazgos innecesarios. Que igual no se entiende: “ut supra” es una expresión latina que significa literalmente «como arriba», y se emplea para referirse a algo que ya se mencionó, y evitar su repetición. Cómo debe leerse y a qué se refiere en este contexto es uno de los misterios de la plataforma mileísta.
El punto siguiente dedicado a la Doctrina de la Seguridad Nacional es un intríngulis que parece tomado de Les Luthiers:
“Promover la reestructuración de los Sistemas de Defensa Nacional, Seguridad interior e Inteligencia Nacional en otro macro (SIC), denominado Sistema de Seguridad Nacional que incumbe, entre otros subsistemas sectoriales del Poder Nacional, los instrumentos militares y no militares en: Subsistema de Seguridad lnterior - Gendarmería Nacional Argentina, Prefectura Naval Argentina, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Policía Federal y Servicio Penitenciario Federal, en sumatoria con las Policías y Servicios Penitenciarios provinciales y municipales (policías locales), Subsistema de Seguridad Exterior -Instrumento Militar d e la Nación y Servicio Exterior de la Nación y Subsistema de Inteligencia Nacional - Instrumento informativo de la Nación”.
Fin. ¿Qué diablos será ese nuevo “macro”, o “marco”? (Suponemos que quisieron decir “marco”, o quizás es un “lapsus linguae”, sigamos con latinazgos, que adelantaba el acuerdo con el ex Presidente).
La última mención a la Doctrina de la Seguridad Nacional es otro pastiche digno de ser interpretado por profesionales de la semiótica:
“Promover la reafirmación soberana nacional en todas las áreas geográficas donde se viera amenazada o peligre la supervivencia del Estado garantizando y manteniendo la seguridad territorial y estilos tradicionales de vida, las instituciones del sistema representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional”.
Llama la atención lo de “estilos tradicionales de vida”. Es difícil que se refiera, por ejemplo, a las costumbres ancestrales de las comunidades aborígenes o de otras comunidades que han optado por formas solidarias a las que esta fuerza quiere destruir para reemplazarlas por la libertad total de mercado. Y sobre todo sorprende que quieran “la supervivencia del Estado”, siendo que el líder del espacio se declara abiertamente “enemigo del Estado” (ver enlace).
Contradicciones
Así de flagrantes son las contradicciones que contiene la plataforma.
Y lo cierto es que para contrarrestar eso que llaman “campaña del miedo”, ahora los paleoliberales dicen que van a mantener la salud pública, la educación pública, las jubilaciones etc. Pero ¿qué dice sobre eso su plataforma?
Por un lado proponen eliminar todos los impuestos. No exagero. Cito textual:
“Eliminar todos los impuestos distorsivos”, que al parecer son todos, porque entre ellos enumeran: “Retenciones, ingresos brutos, débitos y créditos bancarios; así como el IVA, los impuestos inmobiliarios rurales de todo el país”.
Por otro lado prometen un montón de inversiones para obras estratégicas: “ampliación de la red vial nacional, interconectando las distintas opciones de transporte e a fin de facilitar el traslado e intercambio local, interprovincial e internacional de mercaderías, la instalación de nuevas inversiones y el potenciamiento de las ya existentes”; “creación de puertos y aeropuertos en puntos neurálgicos del país así como mejorar los ya existentes”, “mejorar autopistas, rutas, caminos”, y muchas más, como por ejemplo “mejorar la estructura edilicia hospitalaria” o “desarrollar programas de prevención, atención, control y seguimiento de pacientes discapacitados según patología”.
Y por supuesto la pregunta es inevitable: ¿cómo pensarán financiar esas obras estratégicas, si eliminan todos los impuestos? Mucho menos se puede financiar todo lo que prometen mantener.
Inconsistencias
Por otro lado, textualmente anuncian que en salud van a “arancelar todas las prestaciones”. Esto significa que si gana Milei, las personas van a tener que pagar “todas las prestaciones” en los hospitales públicos. Salvo que las palabras “arancelar”, “todas” y “prestaciones” signifiquen algo distinto en el diccionario de Milei. Su propia plataforma contradice la campaña de Milei en la que, recientemente, salieron a afirmar que “no eliminaran derechos”, sino “privilegios”. ¿Considerarán las prestaciones de salud como privilegios?
Después dicen que crearán “un seguro universal de salud que cubra los costos, cuidados preventivos, procedimientos de urgencia”. Hasta ahí todo bien, pero inmediatamente agregan: “proporcional a la capacidad de pago del receptor del servicio”. El absurdo salta a la vista: o es universal (es decir, para todos) o es proporcional a lo que cada persona pueda pagar. No puede ser ambas cosas a la vez.
Toda la plataforma es un conjunto de contradicciones similares, de promesas absurdas e incumplibles (por ejemplo, en lo que quizás sea el colmo del cinismo de esta gente, incluyen “la agroecología”, a la vez que plantean una “explosión de las actividades agropecuarias” y la “supresión de todo tipo de aranceles de importación” para “insumos estratégicos y bienes de capital como fertilizantes”.
Es tan incoherente la plataforma de Milei que, a la vez, propone desregular y desarmar los controles estatales (por ejemplo en el tema armas), pero el apartado más extenso de toda la plataforma (con medio centenar de puntos) es el que dedican a su “Doctrina de Seguridad Nacional”, donde prácticamente proponen militarizar todo el país. ¿No era que estaban en contra de un Estado fuerte?
Todo el programa es así
Marco éstas porque son las contradicciones más flagrantes y claras. Pero la verdad es que toda la plataforma es así. Parece redactada por personas que carecen de una lógica consistente: en el mismo renglón proponen un enunciado A y al mismo tiempo la negación de ese enunciado A. Tal como lo vimos en el seguro de salud “universal” que luego resulta acorde a “la capacidad de pago del receptor”.
Tengo claro que en nuestro país a nadie le importa demasiado lo que dicen las plataformas de gobierno que presentan las opciones electorales. Por desgracia nuestro pueblo sabe por experiencia que los candidatos prometen cosas que después se transforman en su exacto contrario: desde Menem con su “salariazo y revolución productiva”, pasando por Duhalde y “el que depositó dólares recibirá dólares”, por Kirchner que en su plataforma prometía “eliminar las retenciones” o su esposa que en 2007 prometió “calidad institucional”, y luego Macri que iba a bajar la inflación y la pobreza (“quiero que me juzguen por eso”, llegó a decir).
El cinismo está blanqueado e institucionalizado desde que Menem reconoció en público que “si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”. Cinismo instalado en nuestra sociedad por las dirigencias que generalizaron la idea de que “igual van a hacer lo que quieran”, o incluso todo lo contrario, porque la palabra dicha o escrita no vale nada.
Aun así creo que revisar la plataforma de Milei vale la advertencia. Si esto es lo que dicen (lo que escriben, lo que presentan a la justicia formalmente) mejor ni siquiera imaginar lo que son capaces de hacer en el gobierno. Que nadie pueda decir que no avisamos.
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |