Pasó otra jornada sin casos de coronavirus en la ciudad que aún sigue en etapa de aislamiento fase 1, es decir no pueden salir de allí hacia ningún punto de la provincia ni el país. Nuestro compañero Guillermo Quichu Lugrín se atreve a un juego de relato histórico personal trasladando la situación actual a los primeros días de su vida.
Por GUILLERMO QUICHU LUGRÍN (Especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL).
San Salvador era parte del departamento Colón hasta hace un cuarto de siglo.
Como era la ciudad más lejana, las maestras jóvenes iban para allí en búsqueda de trabajo y antigüedad. Hacia ese destino partió mi madre conmigo , como un dulce bebé.
Los lunes se viajaba a dedo, se quedaban en una pensión durante la semana y volvían los viernes.
Todas maestras, eran jóvenes y ensayaban una maternidad compartida.
Un lunes de invierno, por la mañana, con los bártulos de madre y maestra, partió a dedo, junto con una de sus compañeras. Las levantaron hasta Villa Elisa en un Di Tella impecable. Desde allí, las llevaron en una F100 blanca, de Gallo hasta La Clarita.
Ya el sol se estaba poniendo fuerte cuando pasó un jeep de la policía que iba a Sansa. Subieron, pero pasando Barú, los tragó el ripio y volcaron.
Según mi madre, fueron los momentos más largos y desesperantes de su vida porque el vuelco me hizo volar de sus brazos. Ni ellas ni el policía se habían lastimado. Pero mis llantos se escuchaban entre los pastos. Me encontraron. Estaba ileso y ella se derritió en llantos.
Por supuesto que no puedo dar fe de todo de esto.
Hoy en tiempos de pandemia, por ser de Colón, no llegaría ni a Villa Elisa ni a San Salvador.
Me hubiera ahorrado la vida ese primer revolcón.
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