Una breve cita con la literatura y el poder de síntesis del magnífico Eduardo Galeano cae como anillo al dedo para los tiempos que corren en el departamento Colón, que sigue en su fase 1 de aislamiento.
Por GUILLERMO QUICHU LUGRÍN (Especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL)
Foto: Ilustrativa.
Con Memorias del Fuego I, “Los nacimientos” de Galeano, nos encontramos y desencontramos muchas veces. Nos encontramos de casualidad en un anaquel desnudo, con un hilo de pescar sosteniendo, en la vieja librería Universal.
Don Zilly me dijo “es un librazo” y la compañera los anoto en la ficha que tenía mi nombre. Nos perdimos, no sé en qué caminos. Nos volvimos a encontrar en un estante de Tristan Narvaja.
En "Los Nacimientos", Galeano cuenta como se formó América antes de la invasión.
Recuerdo el relato de la yerba mate y esa luna bajando, compartiendo la pobreza con los labradores. Regalándoles una lluvia que se transformaría en árboles.
“Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba mate y nada por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a las gentes que no se conocen.”
Así termina el relato, pero acá, en este pueblo perdido y encerrado, le agregamos que es el culpable de la peste.
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