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Conocido periodista fue golpeado y detenido por la Policía al ser confundido con un delincuente

En un operativo policial creyeron que el periodista era un pirata del asfalto y un policía lo golpeó sin mayores explicaciones. Luego fue detenido imputado “por resistencia a la autoridad” en un calabozo de la Comisaría Primera en condiciones infrahumanas durante más de 24 horas. Denunció que en el hospital Urquiza no le fue dada la atención que correspondía a sus lesiones. El hecho también le generó complicaciones laborales.

 

Por JORGE RUBÉN DÍAZ de EL MIÉRCOLES DIGITAL.

Colaboración: M.B y M.R.

 

Una vez más el maltrato y abuso de autoridad de parte de las personas que deben velar por la seguridad e integridad física de la población se pone en tela de juicio. En este caso, Daniel Pietroboni, uno de los dueños de canal 10 de San José y de una emisora radial de esa localidad del departamento Colón, lo vivió en carne propia.

Fue el jueves 7 de marzo. A las 16 salió de su casa para buscar a dos personas en Pronunciamiento y luego seguir camino a Paraná para trabajar en la transmisión en vivo de la Fiesta del Mate, que fue transmitida por la TV Pública. Tomó la Autovía 14 y a la altura del rulo que se encuentra antes del control policial de Bella Vista dobló hacia la derecha para dirigirse a Pronunciamiento. “Sé que en ese trayecto hay foto-radar. Yo no lo vi, posiblemente me tomó y haya ido a exceso de velocidad, no lo sé. Según lo que leí en los diarios o en los informes de la Policía dice que iba rápido. No me consta haberlo visto al control ni al foto-radar”, explicó.

Cuando estaba llegando a Pronunciamiento se encontró con una camioneta de la Policía de Entre Ríos atravesada sobre la ruta y sobre el capot del mismo a un oficial apuntándolo con un arma. “Supongo que era la reglamentaria. Por la distancia no llegué a verla bien”, prosiguió, en diálogo con El Miércoles Digital.

Luego contó que paró el auto al costado del camino y esperó que llegue el policía hasta el auto y lo reconoció: “En Pronunciamiento y a la vuelta, quien más quien menos, me conoce. Cuando vio al auto que tenía el cartel de prensa y las calcos, se dio cuenta y me dijo: ‘¡Ah, Pietroboni, sos vos! Esperá que nos equivocamos, andamos buscando otra cosa. Aguantame un segundo que ya llamo. Estamos buscando un auto que en teoría se corresponde o es similar a la descripción del auto tuyo. Quedate tranquilo, seguramente no sos vos’”.

‘...vos sos de los putos de Colón que piensan que nos van a pasar por arriba a nosotros...’.

Pero después vino lo peor: se apeó del auto en el momento en que llegó una camioneta Chevrolet color gris y se estacionó detrás de su auto. “Se bajó una persona de short todo roto y una remera sucia y me empezó a increpar, no se identificó nunca. Me agarró de un brazo, me tiró y revolcó en el piso, me levantó y me tiró arriba del capot de la camioneta”, detalló.

Ante esa situación, Pietroboni atinó a sacar su celular para registrar lo que estaba pasando y tener una prueba de lo que estaba sucediendo, pero el policía –que hasta ese momento seguía sin identificarse- le quitó el teléfono y lo azotó contra el suelo, rompiéndole la pantalla. El periodista lo pidió explicaciones al oficial de Pronunciamiento que lo había detenido y que lo había reconocido (“¿Qué está pasando? No entiendo nada”). Según aquél, el uniformado le contestó: “No, yo tampoco, no lo conozco, no tengo ni idea”. Sin embargo, el agresor volvió a la carga: “¿Dónde está? ¡Entregala! Te vamos hacer mierda, ya sabemos quién sos”.

Después, el comunicador se enteraría que se trataba del sargento Carlos Pérez y estaba cumpliendo funciones en el puesto de la Caminera. La intervención de otros dos policías evitaron malos mayores: “Lo sacaron de encima mío, le decían ‘lo vas a lastimar y vamos a tener problemas, es Pietroboni, del canal’. Yo me había identificado como diez veces, por las dudas”.

Tras ser apartado el violento policía, pidió revisarle el auto. “Me negué, él me decía que tenía la suficiente potestad para no identificarse y revisarme el auto entero. Igual entró, miró, buscó y me volvió a decir ‘entregala, decime donde está’. Le pregunté qué quería ‘¿Plata? Lo único que vas a encontrar es una cámara y un casette-‘”. Cuando salió y se alejó del auto, lo trabó y subió los vidrios “para que no puedan ni sacar ni colocar nada adentro, porque no sabía lo que podía pasar”.

EL ARREGLO QUE NO FUE

A modo de justificación, los demás policías que intervinieron explicaron que el auto les llamó la atención porque era negro, con vidrios polarizados, “que es el que usan los chorros”, le dijeron, y que se terminaron confundiendo porque venía rápido y que, al doblar hacia Pronunciamiento, entendieron que estaba evadiendo el control policial, “por el que nunca pasé”, y que por eso actuaron en consecuencia.

Sobre la actitud del policía le indicaron que sólo “se le había ido la mano pero que lo íbamos arreglar ahí”. Ante esto Pietroboni, planteó que entendía que pudiese haber una confusión y un mal entendido pero que necesitaba seguridad, porque si se iba no tenía ninguna garantía que en el próximo puesto caminero lo detuvieran y le dijeran que se escapó. “Si inventaron que escapé de un control policial... Pero volvieron a insistir que se podía arreglar”, expresó.

“Se bajó una persona de short todo roto y una remera sucia y me empezó a increpar, no se identificó nunca. Me agarró de un brazo, me tiró y revolcó en el piso, me levantó y me tiró arriba del capot de la camioneta”

Sin embargo, ese ‘arreglo’ se cayó cuando uno de los jóvenes policías en el lugar le informó a su superior que el hecho había tomado estado público y estaba en las redes sociales. “Me acusaron de que yo había publicado cosas en Facebook cuando en realidad tenía el celular roto. En ese ínterin, habrán sido las 17, plena luz del día, estamos hablando de la entrada de Pronunciamiento, pueblo recontra tranquilo donde hay cinco patrulleros y un tipo tirado en el suelo, un auto con la calcomanía del canal, la mayoría clientes nuestros, llamaron al canal. Mi hermana se enteró por la misma gente de Pronunciamiento que le avisó. En principio, creían que era un periodista nuestro, no sabían que era yo”, explicó Pietroboni.

 

RESISTENCIA A LA AUTORIDAD Y “LOS PUTOS DE COLÓN”

Cuando lo sucedido estaba en las redes sociales, los policías le dijeron a Pietroboni que “iban a seguir los pasos normales que establece la Justicia”. “He visto muchos operativos policiales y nunca vi cinco patrulleros juntos. No digo que esté bien o mal. Es más, considero que hasta el momento que me detuvieron el operativo se hizo perfecto, incluso hasta la confusión es entendible. Lo que no es entendible es que aparezca una persona, te tire al suelo, lastime, patee y te tire contra una camioneta, que no dé explicaciones, y que insista en que entregue no sé qué cosa. Y que me dice una sarta de barbaridades: ‘vos sos de los putos de Colón que piensan que nos van a pasar por arriba a nosotros’. Le contesto que no tengo ni idea porque además no soy de Colón, soy de San José. ‘Te estás equivocando de persona´”, recordó consternado.

Ya con los otros policías y los perros rastreadores procedieron a revisarle el auto de nuevo. “Les dije que los metieran, yo estaba seguro que no tenía nada raro que ocultar, nada que sea ilegal, así que si querían que lo dieran vuelta patas para arriba. No encontraron nada”.

Mientras sucedía eso, el también empresario creyó que todo seguiría por las vías legales y lógicas en este tipo de situaciones, que todo quedaría aclarado y seguiría su camino. Se equivocó. Sus complicaciones aumentaron con el correr de las horas: “Cuando me hacen el acta y me leen mis derechos ponen que me había resistido a la autoridad. Se los niego. Me dicen que no importa, es así y que si la voy a firmar. Les digo que no, porque eso no es cierto, incluso firman los dos testigos que son clientes del canal que estaban preocupados por lo que pasaba. Ellos encuentran de que yo me resistí a la autoridad cuando nada de eso ocurrió, ¿en qué parte me resistí? ¡Me resistí a que me caguen a trompadas!, no es que al puesto ese, en Pronunciamiento, intento evadirlo o me peleo con el primer policía,  discuto o insulto. El problema surgió con el segundo que llegó y no se identificó”.

"Me agarró de un brazo, me tiró y revolcó en el piso, me levantó y me tiró arriba del capot de la camioneta”.

Consultado sobre por qué creía que se ensañó con él, ensayó una respuesta: “Es cierto que somos críticos del radar-foto en los medios nuestros, que está mal, que no cumple una función educativa ni de sanción, sino que es netamente recaudatorio. Está claro. Está puesto en un lugar donde venís al límite de velocidad, como tenés en un cuesta abajo, te pasaste dos km y te cobran la multa. No somos el único medio que está diciendo eso. No quisiera creer que es un ataque hacia el medio por una cuestión periodística para que nos callemos la boca y no hablemos más del radar, pero me llama la atención porque fue un ataque muy directo”.

 

EL FALTANTE DE DINERO

“Cuando me revisan el auto me preguntaron si llevaba dinero le dije que sí, que eran unos 15 mil o 18 mil pesos, 20 mil. Que suelo llevar más, que me iba a Paraná a trabajar y llevaba gente, algunos son empleados, otros son free lance, que les doy para que se manejen como sus gastos de viáticos. Me dicen que esa suma no era importante pero deben seguir con los pasos normales que dicta la Justicia, lo que consideré que estaba bien. Porque uno sea de la prensa no tiene por qué tener un trato diferente, para todos debe ser igual, lo que no le puede pasar a nadie es un maltrato o un manejo que no esté dentro de las condiciones normales que a uno le garantice las condiciones mínimas de poder defenderse. Dije bueno, me pierdo parte de la tarde pero me quedo tranquilo de que quede aclarado el tema.  Buscan dos testigos de Pronunciamiento para el acta, entregan las cosas que estaban arriba del auto a mi hermana, hicieron el recuento del dinero y me preguntan cuánto dinero había, le respondí que arriba del auto debía haber unos 20 mil pesos y en mis bolsillos unos 10 o 12 mil; van hacia un salón que está ahí, era de noche y llovía. En fin, pero terminaron faltando unos cinco mil pesos”, denunció Pietroboni.

Y agregó luego: “les pregunté qué iban hacer con el auto porque tiene caja automática, algunas condiciones de seguridad, etc. Como no sabían manejarlo me sacaron las esposas y lo manejé hasta el control de caminera con un oficial al lado. Entregué el auto, me subieron a la camioneta y me llevaron a Concepción del Uruguay con las manos atrás en el patrullero, como el peor de los ladrones de esa noche”.

Los policías que intervinieron explicaron que el auto les llamó la atención porque era negro, con vidrios polarizados, “que es el que usan los chorros”.

ESPOSADO

Desde las 19.30 hasta las 23 lo tuvieron esposado con las manos atrás porque estaba bajo arresto “como el peor de los delincuentes”. “‘¿Es necesario?’, les pregunté. ‘Es protocolo’, me respondieron. Está bien es protocolo, ¿pero es necesario cuando sabés que está mal y se está desmadrando?”, contó indignado. Pero no todo terminó ahí. “Lo que nunca imaginé que me iban a esposar, trasladar y meter preso en una celda con una persona que había matado a otra, con otro que había robado y uno que le había pegado a su mujer”, indicó sobre su traslado a la Comisaría Primera uruguayense.

“A todo esto estaba golpeado, me dolía un pulmón, una costilla y expuesto públicamente. Pila de veces, cuando voy a cubrir un arresto, al malhechor o imputado le tapan la cabeza y a mí me  dejaron expuesto adelante de todos”, se quejó. “En ese momento me vino a la memoria una de las frases que me dijo este tal Carlos Pérez, antes de irse: ‘No sabés lo mal que lo vas a pasar’. No le di importancia, pero cuando me pusieron las esposas ahí me entré a imaginar que es lo que era”, apuntó.

 

EN LA PRIMERA

Tras ser encerrado en la Comisaría Primera, la médica policial le realizó un control visual. “Me preguntaron dónde tenía los golpes. Le mostré la pierna, la espalda, los pies, la cabeza, los codos y el mentón. ‘No vemos grandes lastimaduras’, me dijo, y si hay algo que se debe reconocer es que los policías están entrenados para golpear para que después no se noten los golpes, dónde meter la mano en las costillas, lo que no van a poder negar es toda la arrastrada en el pedregullo que me lastimó entero. Cuando me tiró contra el capot de la camioneta, que es el golpe más fuerte contra las costillas. Ahí hubo otro golpe, no sé si con la rodilla o con los puños, estaba de espaldas, atrás mío”, expresó.

Tras medicarle un diclofenac le tomaron las huellas dactilares, sacaron la foto y lo metieron al calabozo junto a otros cinco detenidos. Allí contó lo que significó esa experiencia: “Por más que uno mire una película o crea saber cómo es todo esto, hasta que no estás adentro no tenés idea cómo manejarte. Hay situaciones difíciles de entender. Te cambian mucho la cabeza, y eso que estuve un rato, no pasé más de una noche. Y ves cosas que nunca te hubieses imaginado, el trato, el manejo. También había preocupación de parte de los policías que me decían: ‘No se qué carajo estás haciendo acá adentro, no sé lo que pasó para que estés acá’. De los policías de la Primera no tengo nada que decir, ellos pusieron mucha predisposición, no para tener una trato preferencial sino para decir ‘le estamos errando y no queremos empeorar la situación’”.

‘...ahora sos médico también, si te pegaron por algo debe haber sido...’

Y luego, expuso: “para el preso es denigrante donde están, con colchones meados, cagados, con olor a podrido, con olor a mugre.  Por cuestiones periodísticas estuve en un penal, realizado entrevistas, tomando imágenes, haciendo trabajos para TN, C5N, pero es la primera vez que estoy adentro y no puedo salir, me metieron de cabeza con gente que no conozco, con quienes no sabía cómo manejarme, creo que por una decisión policial me cuidaron porque si me pasaba algo iba a ser peor, tuve acceso a cigarrillos y gaseosas, que quizás a los otros no se lo daban entonces yo lo podía compartir, me decían ‘si no es por vos esto no lo podemos tener nunca, ni los familiares nos vienen a visitar ni nos dejan tener esto’. Pude bañarme, tuve acceso a shampoo, jabón, pero en una letrina, en un lugar asqueroso, que terminé de bañarme y seguía teniendo olor a podrido. Fue la parte más jodida, te hacen sentir una porquería, no les importás un carajo. No me voy a morir ni enfermar, pero la cuestión psicológica de toda esa noche sin pegar un ojo...”.

 

PREJUZGADO EN EL HOSPITAL

“Me dolía mucho el pecho porque tengo un problema pulmonar, un neumotórax, que no es grave pero si no se trata en el debido tiempo puede tener complicaciones graves. Ya lo tuve sobre un pulmón, incluso me operaron, ya lo pasé pero no quiere decir que no pase en el mismo pulmón o en el otro. Pedí que me lleven hasta el hospital, me trasladaron con las esposas puestas, eran las 1 o 2 de la mañana. Entré esposado y les insistía con que no preservaban mi identidad. Me pasearon por todos lados”, reprochó, y luego siguió: “Cuando a una persona lo trae esposado un policía y a los tirones, el resto de la sociedad empieza a comportase totalmente distinto de cuando te ve en la vía pública y sos una persona común y corriente, nadie te da pelota para nada, te ignoran, te tratan distinto”, y luego amplió: “el que pasó por un problema de salud sabe lo que pasa en su cuerpo, nadie sabe mejor sobre los síntomas que el propio enfermo, por eso me anticipo y  pido al médico (de guardia) que me atendió si me pueden hacer una placa o algo, por lo del neumotórax, y me dijo ‘ahora sos médico también, si te pegaron por algo debe haber sido...’. Era una persona de tez oscura, morocho, que tenía acento venezolano, pero incluso el mismo oficial que me llevó le aclaró ‘mirá que parece que es un procedimiento mal hecho, fijate’, y le respondió ‘no, más que un inyectable no le puedo dar’. A esto planteé que bajo ningún punto de vista me iba poner una inyección. ‘A mí no me dan garantías de nada de lo que están haciendo, puedo pensar que me voy con sida dentro del hospital, o con una enfermedad porque me inyectaste con la aguja que le pusiste al otro preso, no me ponés un dedo encima’. Me contestó que lo único que podía hacer era eso y, si no, que vaya a seguir quejándome en el calabozo’”.

 

LA ESTADÍA EN EL JUZGADO

Entre las 8 y 9 de la mañana del viernes 8 de marzo es llevado al Juzgado provincial con tres presos más. “Me tienen en la Alcaldía hasta las 13.30, recién ahí subo y en primera instancia firmé un papel donde reconocía a mi abogado para que después pueda visitar a mi mujer cinco minutos y luego me lleven declarar con la fiscal (Ana María Presas). Habrán pasado unos trece detenidos en ese interin”, aseveró.

“Seguí los consejos de mi abogado y no declaré porque no sabíamos qué me imputaban.  Demoraron el informe de Bella Vista a Jefatura y de allí a Fiscalía. Después me dijeron que conmigo se había hecho un caso excepcional, que si hubiesen querido eran 48 horas de detención pero lo aceleraron porque vieron que había unos errores de proceso y no sé cuánto más. Mi duda es cómo ante esta situación te terminan creando una causa y terminás preso por nada. Si hoy tenés un caso donde en la vía pública te roban, vas y lo denuncias, la Policía no hace absolutamente nada con ese ladrón, no lo van a detener y el tipo va y roba de vuelta”, reflexionó.

Por su parte, Hernando Lázaro Maxit, el abogado de Pietroboni, dijo a este medio que para el lunes 22 de marzo están citados a declarar tres policías ante la fiscal: el sargento Carlos Pérez, el mayor Gustavo Flores y el sargento ayudante Mario Moll. “En principio deberé defenderme de lo que se me acusa, es ilegal, injusto, mentiroso, está mal desde el arranque y después veré cómo nos manejamos con la cuestión de la agresión física. Si bien no puedo culpar a la Policía en general, pero si hay una persona de la fuerza que actuó mal alguien se debe hacer cargo de esto, como ha pasado en más de una oportunidad. No será ni la primera ni la última vez. Quienes me conocen saben de mi físico, la resistencia a la autoridad me puede durar cinco minutos, excepto que esté armado. Por lo general, los que hacen abuso de autoridad nunca se la agarraron con un karateca, un boxeador, no. Saben con quien se van a meter”, ironizó.

Del Juzgado salió a las 15, aproximadamente, y fue llevado de nuevo a la Primera. “Me metieron otra vez en el calabozo, hicieron el acta y ahí me liberaron, así que me fui a las 16, más o menos. Después me fui a Bella Vista a esperar hasta cerca de las 7 de la tarde de ese viernes para poder retirar el auto”.

 

CONSECUENCIAS LABORALES

Según explicó, a Pietroboni no lo preocupaba tanto su detención como el compromiso laboral asumido con la TV Pública para transmitir en Paraná. “El problema más grande no era lo que estaba pasando. Creo que eso me ayudó a pasarlo un poco mejor: era que tenía un contrato, un compromiso muy grande en Paraná para hacer la transmisión de la Fiesta del Mate. Esta situación me generó un montón de problemas, tuve que dar explicaciones en una relación de dependencia con un vínculo estatal donde no pueden entender que haya sucedido esto, con lo que es la TV Pública, un nivel muy exigente de trabajo. Esto puede llevar a que no me den más trabajo, afectando el esfuerzo que hice durante tantos años. Estaba preocupado por eso no, por lo otro, porque no tengo que nada que ver”.

PREOCUPACIÓN DE LOS POLÍTICOS

Ante la repercusión mediática del asunto no tardaron en comunicarse con él desde diferentes sectores gubernamentales. “Cuando salí tenía 12 horas de mensajes de whatsapp y llamadas telefónicas”. Entre ellos, se comunicó con él la ministra de Gobierno de la Provincia, Rosario Romero, y ella le aconsejó que actué “contra quien deba hacerlo”.

“Varios funcionarios políticos, y más en épocas de campaña,  se solidarizaron. Conozco a gente de la política como de la Policía, no soy una persona complicada, no manejo un medio que se destaque por ser incisivo, por estar generando controversias. Sí somos un medio que tenemos influencia en un amplio espectro de nuestra región, pero no suele tener problemas. De hecho, con la Policía trabajamos en algunos casos, vamos a los operativos, tomamos imágenes, como de los accidentes que te piden porque les faltó para una prueba o te piden que no pases el rostro de alguien porque eso los va a perjudicar en la investigación y eso, como en todos los medios, se entiende porque es la forma de acompañar a que una investigación no se caiga. A veces, por un mal accionar de los medios, por la intención de publicar una primicia, terminamos afectando un secreto de sumario”, reconoció.

“Bajo ningún punto de vista intenté vincular la cuestión política, debemos mantener la independencia como medio porque eso nos da la realidad de lo que valemos como medio de comunicación o como empresa de comunicación. La gente debe evaluar, no por los contactos que tengas o quien te pueda llegar a defender. Que un político se ponga a hacer lo que corresponde porque lo amerita, que sea así, no porque sea fulano o mengano, que lo hagan con todos”, pidió finalmente.

 

 

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