Desde Nueva Zelanda, Pamela Luberiaga --sanducera y ex estudiante del Colegio del Uruguay-- comparte esta nota acerca de cómo se vive la pandemia en aquella parte del mundo.
Por PAMELA LUBERIAGA (*)
Ver también: Cómo se vive la pandemia en el resto del mundo, en primera persona
El primer caso de Coronavirus en Nueva Zelanda se confirmó el 28 de febrero. Cuando escribo estas líneas (19 de marzo) llegamos a 28 casos confirmados, todos correspondientes a personas venidas del exterior: China, Irán, Italia, EEUU y Australia.
La primera medida fue cortar los vuelos provenientes de esos países, y la primera reacción de la gente fue invadir supermercados, y dejar góndolas vacías de papel higiénico, latas de todo tipo y productos de perfumería. Había colas en los principales supermercados desde antes que abriera. Y eso sí, no mantenían un metro de distancia entre sí.
Durante un par de semanas la cifra se mantuvo en cinco casos confirmados, lo que tranquilizó a la gente, pero en un día aumentó a 8, 12 y en una semana llegamos a 28.
Hay quienes ya han comenzado a trabajar desde sus casas, pero las clases aun no se han suspendido. No se sabe bien por qué, pero el ministro de Educación no quiere suspender las clases.
En estas horas la primera ministra Jacinda Arden (del Partido Laborista, socialistas democráticos) anunció medidas económicas para sobrellevar el impacto que va a significar el coronavirus. Como otros países, una de las principales fuentes de ingreso es el turismo, y al no permitir la entrada al país de turistas, las compañías aéreas y la industria del turismo tienen un futuro impredecible.
La oposición conservadora está furiosa y no apoya las medidas. Pero la población está aliviada con los anuncios de este gobierno.
Las medidas implican la inversión de 12 mil millones de dólares neozelandeses (más de 7 mil millones de dólares norteamericanos) e incluye el aumento de las ayudas sociales a los beneficiarios ya existentes, más una ayuda fija para pagar la luz ahora que viene el invierno, una suma fija para la gente que queda sin trabajo y trabajadores independientes, según sean part-time o full-time. También se incluyen ayudas a la gente enferma o que tiene familia enferma por coronavirus y no pueden ir a trabajar, una suma importante en la Salud Pública especialmente remedios, materiales, y el CTI. Asimismo, se anunciaron ayudas a pequeñas empresas para que puedan subsistir y seguir pagando los salarios, así como descuentos en los intereses de las hipotecas.
La oposición conservadora y de derecha –que gobernó tres períodos abriendo aun más la brecha entre ricos y pobres y dejando literalmente gente en la calle– está furiosa y no apoya las medidas. Pero la población está aliviada y conforme con este gobierno que se preocupa por su pueblo.
Todos los días a la tarde, el ministro de Salud Pública da un informe actualizando cifras y planes. Todo se va moviendo muy rápido y al aparecer nuevos casos también se aplican nuevas medidas. Por ejemplo, cuando escribo esta nota se anunció el cierre total de entradas a Nueva Zelanda: solo los residentes y ciudadanos pueden ingresar, con la obligación de estar 14 días en cuarentena cuando lleguen.
Hasta ayer, los turistas que llegaran tenían que demostrar que tenían un plan de cuarentena, pero lamentablemente no todos lo han cumplido y fueron deportadas tres personas por no cumplir con las reglas. Pienso que por esta razón se decidió cortar por lo sano y prohibir la entrada de cualquier persona que no sea residente o ciudadano.
La vida cotidiana se ha visto alterada por el hiperconsumo de comestibles, merma en el transporte público, todas las actividades de más de 100 personas han sido canceladas, como conciertos, reuniones sociales, etc.
Cada tarde, el ministro de Salud Pública da un informe actualizando cifras y planes, y al aparecer nuevos casos también se aplican nuevas medidas.
También ha habido una “invasión” de emails y mensajes de texto, de los bancos, servicio de tren, financieras, y cuanta empresa hay en la vuelta, llamando a cuidarse, y cumplir con las medidas de precaución, o asegurando en el caso del transporte público, más limpieza, desinfección de los trenes y ómnibus.
También hay una propaganda en televisión, algo muy extraño porque aquí no hay casi propaganda –incluso en las elecciones no existe la propaganda televisiva, más de uno o dos avisos por campaña no hay. Esto lo señalo para mostrar la seriedad con que se ha tomado el tema. La publicidad llama a ser solidarios, a cuidarse y cuidar los demás, sobre todo la gente mayor o con bajas defensas, lavarse las manos y pide a estar todos juntos en esto.
El resto de Oceanía está tomando las mismas medidas en cuanto a no dejar entrar a nadie. Así, cerraron sus fronteras Fiji y hoy Australia. Lamentablemente hay un caso en Fiji, y una sospecha en Samoa, lo que sería desastroso porque son islas muy pobres que no tienen un buen sistema público de salud.
Espero haber dado un panorama más o menos claro de la situación por aquí. Estamos expectantes y confiamos que este gobierno se está ocupando del tema. Ojalá pueda controlarse pronto y nos quede un aprendizaje de esta experiencia global, si bien nos aísla físicamente, al menos que nos una en solidaridad y empatía hacia las demás personas.
(*) Nacida en Paysandú (República Oriental del Uruguay), pasó su infancia en Concepción del Uruguay, donde concurrió al Colegio Justo José de Urquiza. Reside en Nueva Zelanda desde el año 2004. Trabaja como administrativa en un hospital público en Auckland.
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