Betina Bonnin es una uruguayense que hace tiempo viene participando de diferentes pruebas atléticas en diferentes puntos del país representando a la Universidad de Concepción del Uruguay. En una crónica enviada a El Miércoles Digital cuenta la experiencia sobre su participación en los 21 km en el “Patagonia Run” acompañada por Darío Molina, quien se atrevió a los 42 km. Ambos completaron satisfactoriamente sus carreras, primera experiencia en senderos de montañas. Los tiempos fueron 3:01 hs y 7:43 hs respectivamente.
Por BETINA BONNIN
En San Martín de los Andes, el 11 de abril se desarrolló la carrera de trail “Patagonia Run Mountain Wear”, en su sexta edición por el Parque Nacional Lanín. Este año fue record la cantidad de inscriptos, llegando a 2600 corredores en las 5 distancias (120, 100, 70, 42, 21 y 10 km.), con gran presencia de extranjeros, destacándose los 700 brasileros. Tanto en los 10 km. como en los 21, la cantidad de mujeres superó al número de participantes varones.
Inscribirse por primera vez en una carrera de trail de montaña es enfrentar muchos desafíos. Es vencer con entrenamiento, durante meses, el miedo a no poder. Es hacer todo lo posible para evitar las lesiones, es el temor ante cada mínimo dolor, es verificar a veces que se deberá correr con ellas. Es preparar con dudas el equipamiento, consultando, leyendo, pidiendo. Es también organizar con ayuda tantas actividades que debemos delegar. Pero luego de 6 meses intensos, llegó el momento.
LA CARRERA
Contrariamente a las ediciones anteriores con frío (-10º en las cumbres) y lluvia, nos acompañaron altas temperaturas (24º de máxima) y sol radiante. El polvo en el terreno por sequía seguía presente, desde diciembre no había lluvias importantes. La gran cantidad de corredores, 720 para estos 21 km., pronosticaba largas colas en los estrechos senderos.
En la línea de largada, en primera fila, nos ubicamos junto a Martín Fiz, extraordinario maratonista español, a Santiago García (autor de “Correr mejor, vivir mejor” y reconocido crítico de cine) y a Daniel Campomenosi (actor y corredor, a cargo del programa “Buenos Aires en carrera), ante los micrófonos de quien hicimos la cuenta regresiva.
Con gran expectativa, por la alameda del Regimiento de San Martín de los Andes y a las 10 hs., largamos. La helada ya se había levantado y el sol se hacía sentir.
Comenzamos, como corresponde a una carrera de montaña, subiendo y subiendo, entre vegetación de muy baja altura, que debíamos atravesar prácticamente agazapados. Luego de llegar al Mirador Laguna Rosales, a 1055 mts., comenzó la prueba para la cual no sabíamos si estábamos preparados: bajar velozmente por pendientes muy pronunciadas y serpenteantes, “empujados” en la fila por corredores más experimentados. Allí verificamos lo que tantas veces habíamos leído y nos habían contado: “es más difícil bajar que subir”. Los cuádriceps y las rodillas fueron exigidos al máximo.
Para recuperarnos, aunque suene ilógico, comenzamos nuevamente a subir hasta alcanzar la máxima altura de esta distancia, 1150 m. En este caso el desafío fue el terreno de este Camino Maderero, con huellas de la actividad que allí se desarrolla: huellas, tierra, troncos y cortezas de gran tamaño.
Salir al llano fue encontrarse con una vista estupenda, el paisaje patagónico que nos habían prometido pero que el esfuerzo y la concentración aun no nos había permitido apreciar. El descanso del llano, entre cuevas de conejos, duró poco y comenzamos a subir a la Senda Lema, 1000 m.s.n.m. En este caso, la bajada fue entre árboles de gran porte, por una capa de tierra muy suelta y traicionera por sus raíces sueltas, con mucha pendiente.
Los 4 km. finales ya fueron por sendas semi-urbanas, por calles de brosa y en bajada, pero las piernas no querían más pendientes negativas.
La entrada triunfal por la avenida principal, por un largo vallado con muchísima gente alentando, cortando la cinta bajo el arco, fue el premio a tanto esfuerzo físico y mental. Fue llegar disfrutando a pesar del cansancio lógico, del sufrimiento para el cual nos habíamos preparado porque entendimos desde el principio que no se trataba de llegar a cualquier precio y del dolor del cuerpo lesionado, al cual deberemos dejar curar.
Ahora es el momento de recuperarse, y de comenzar a pensar cuál será la próxima carrera en la cual nos desafiaríamos en la montaña.
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