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De doctrinas y zonceras

Una profesora de historia discutiendo impropiamente con un alumno. Con algún tono desaforado defiende los gobierno kirchneristas y ataca la gestión de Mauricio Macri. Se nota algún maltrato y una incapacidad para canalizar una inquietud válida de un joven alumno. Esta circunstancia poco feliz fue tomada por los medios de derecha como un ejemplo viviente del adoctrinamiento a la que se somete a los adolescentes. Eso parece estar bastante distante de un adoctrinamiento. La docente fue suspendida. Los medios se dedicaron más de una semana a lapidarla, colocarla en la picota y pedir la muerte civil.

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Nota relacionada: Seis puntitos...

Arturo Jauretche escribió Manual de Zonceras Argentinas, en el que enumera algunos lugares comunes tenidos como axiomas. Entre otras: Sarmiento nunca faltó a la escuela;  nunca se supo lo que hablaron San Martin y Bolívar en Guayaquil;  el mal que aqueja a la Argentina es la extensión; Rivadavia fue el más grande hombre civil de la Argentina; la civilización viene del frio…

Son conclusiones sin premisas.

Una zoncera más cercana en el tiempo indica que “en la escuela no se debe hablar de política”. Y su derivada: el docente que habla de política está adoctrinando. Y unas subderivadas: los contenidos educativos deben ser neutros y la política envenena los  cerebros de niños y adolescentes.

Se entiende que no se debe hablar de política en el aula porque es adoctrinamiento.  Sin embargo muchas generaciones aprendieron historia en los libros mitristas escritos por José Astolfi o Cosmelli Ibáñez.

Este mensaje de la antipolítica tuvo una propagación importante durante la dictadura. Como ilustración se quemaron más de un millón de libros, repletos de ideas, claro está. O como dijo Augusto Pinochet: “a la universidad se viene a estudiar, no a pensar…” (1)  Y ahora la antipolítica está fogoneada por la derecha ultraliberal.

La docente bonaerense Laura Virginia Radetich, fue filmada teniendo una discusión con algunos alumnos. Sus dichos y gesticulaciones parecen propios de una persona fuera de quicio. A los gritos defiende  los gobiernos de Néstor, Cristina y Fernández  al tiempo que ataca al gobierno de Mauricio Macri. En ambos casos echa mano de afirmaciones surgidas  de lo emocional. No hay debate, ni razonamiento.

Pronto aparecieron los abanderados de la antipolítica tildando  de adoctrinamiento estas actitudes poco felices de la docente. Y se concluye que esto ocurre en un gobierno fascista o estalinista o chavista…o lo que se quiera.

Se entiende que no se debe hablar de política en el aula porque es adoctrinamiento.  Sin embargo muchas generaciones aprendieron historia en los libros mitristas escritos por José Astolfi o Cosmelli Ibáñez.

Los contenidos acomodan los hechos a gusto y paladar del centralismo porteño. San Martín y Belgrano son reducidos a su mínima expresión. Rivadavia, Mitre y Sarmiento en la cúspide de la gloria. Artigas y casi todos los dirigentes del interior tildados de bandidos.

Los más veteranos recordarán el libro de Educación Democrática con un capitulo muy específico: “la segunda tiranía”. Libro de lectura obligatoria, a partir de 1956,  en todas las escuelas, para contrarrestar el adoctrinamiento peronista.

La escuela debe ser un vehículo de inquietudes políticas, especialmente en el nivel secundario. Con algunas técnicas bastante sencillas se puede canalizar un debate y fomentar así el interés por la cosa pública.

Lo que hizo esta docente, es de una ignorancia supina sobre como canalizar inquietudes válidas de sus alumnos. Analizar afirmaciones como “todos roban”, “se robaron un PBI”, “la política es una porquería”, “el estado fomenta haraganes”, “hay millones que viven de los planes” y otras muy antiguas: “estos negros no quieren trabajar” y “en este país es pobre el que quiere…”.

Estas aseveraciones se repiten como un latiguillo y es en la escuela el lugar adecuado para debatir, analizar, reflexionar, leer e intentar un acercamiento a la verdad.

Los pensamientos políticos son muy variado. Hay docentes que defienden la dictadura, la represión, la desaparición de personas, el robo de bebés y  otras atrocidades. Alejandro Biondini, un nazi confeso, es candidato a diputado.

Hubo dirigentes  como Álvaro Alsogaray o Américo Ghioldi que apoyaron la dictadura.

En cifras, la colaboración partidaria con la dictadura genocida fue la que se detalla: UCR, 310; el PJ,169; demoprogresistas, 109; el Movimiento de Integración y Desarrollo 94; Fuerza Federalista Popular, 78; Movimiento Popular Neuquino, 23; demócratas cristianos, 16; Partido Intransigente, 4. La mayoría fueron intendentes.

En la provincia de Buenos Aires trabajan 482.000 docentes. (2) Los hay de derecha, de izquierda, liberales, nacionalistas, católicos, evangelistas, del rito umbanda, del Opus Dei y de los más diversos partidos y corrientes ideológicas.

Algunos tendrán a Mirta Legrand, Baby Echecopar o Viviana Canosa como sus mentores políticos. Otras amarán a Cristina, Santoro y al propio Alberto Fernández, a Manes y a Stanmateas. No faltará quien crea en la pitonisa Ludovica Squirru.

Para  esta profesora con poca noción de su condición de educadora, hay una tendencia en los medios de derecha para lapidarla como a las mujeres adúlteras entre los hebreos o los actuales talibanes.

Para una docente desaforada, le cabe el escarnio público, la picota y el paredón. A los dirigentes políticos cómplices de miles de torturados, vejados, asesinados y desaparecidos les cupo un piadoso olvido.

rubengallay@hotmail.com.ar

Fuentes

(1)"Los estudiantes van a la Universidad a estudiar, no a pensar... y si aún les quedan energías, para eso está el deporte". Augusto Pinochet – Revista Rocinante, Santiago de Chile– 3 de enero 1999.

(2) Cifras del ministerio de Educación de la Nación 2019.

 

 

 

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